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CAMINANDO CON MARIA Pedro Sergio Antonio
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EL ESTUDIO TEOLÓGICO
SOBRE |
El Estudio Teológico sobre la Virgen María Por Pbro. y Dr. Juan Gustavo Ruiz En la doctrina de la Iglesia católica -en su teología, en
su culto y en la vida de los fieles-, La justificación de un estudio teológico sobre María, no
obstante lo dicho en el párrafo anterior, no es tan obvia como parece a primera
vista si consideramos que Ella es una criatura humana -aunque privilegiada-,
descendiente de Adán. Hay, evidentemente, razones que lo justifican
plenamente, pero éstas hay que dilucidarlas a la luz de la ciencia teológica. Teología significa, etimológicamente, tratado o estudio
acerca de Dios. Pero, ¿qué es Teología como ciencia? Es necesario, pues,
adentrarnos un poco en el ser mismo de la Teología. a) Cuando el creyente no se conforma con el simple
entendimiento y la sencilla aceptación de las verdades que conoce por la
Revelación, sino que desea comprenderlas con mayor profundidad y conocerlas
relaciones reciprocas de las verdades sobrenaturales y, de éstas, con las
verdades naturales, es entonces cuando nace la Teología. Por lo tanto, Teología es el estudio científico de la
Revelación divina a la luz de El término Teología se comienza a emplear con Clemente de
Alejandría y Eusebio de Cesárea; posteriormente, Anselmo de Canterbury lo
utiliza diciendo que la Teología es "la fe que busca entender" o
con expresión sinónima “la inteligencia de la fe". Tomás de Aquino, a
partir del concepto aristotélico de ciencia, define la Teología como
"ciencia de la fe". El Concilio Vaticano II enseña que se trata de
un conocimiento, cada vez mayor, de los tesoros insondables de la Palabra de
Dios sobre sí mismo y su mensaje de salvación (cfr. Const. dogm. Dei Verbum,
nn. 5-6). b) El quehacer de la Teología tiene como objeto la
profundización en el mensaje de la Palabra de Dios a los hombres. Ahora bien,
cuando Dios revela, el hombre lo escucha mediante la Fe y, por ella, se
entrega entera y libremente a Él: ofreciendo el homenaje pleno de su
entendimiento y voluntad, asintiendo libremente a lo que Dios revela movido
por su gracia (cfr. Conc. Vat. II, Const. dogm. Dei Verbum, n.5). Si la Teología trata de Dios y su mensaje de salvación,
¿por qué se ocupa de María? Para responder adecuadamente es útil descartar
primero algunas respuestas insuficientes: a) No basta decir, simplemente, que la Teología se ocupa
de María porque de Ella habla Tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento se habla
de muchos personajes: Abraham, Moisés, el rey David, San Pedro y San Pablo,
etc. y, sin embargo, sólo de Cristo hay una Cristología por la sencilla razón
de ser verdadero Dios y verdadero Hombre: sólo Él constituye el centro del
estudio teológico. La razón antes mencionada sobre María, sólo justificaría
una biografía de Ella o, en su caso, de Abraham, o de San Pedro, etc., pero
no una Teología sobre ellos. b) Tampoco justificaría un estudio teológico sobre María
la consideración de los "privilegios personales" que Ella ha
recibido, si los consideramos sólo desde el punto de vista de ,"dones
personales", que son importantísimos para Ella, pero lo serían menos
para nosotros. Esa razón -los privilegios- a lo más serviría para hacer una
maravillosa hagiografía (es decir, el estudio descriptivo de la vida de los
santos, por las gracias recibidas de Dios y su correspondencia a ellos), pero
no una Teología mariana. ¿Cuál es, entonces, la razón válida para que la teología
se ocupe de María? La razón válida proviene de la siguiente consideración. Si
la Teología, como hemos dicho, se ocupa de Dios y su obra de salvación, María
entra de lleno en la Teología, consecuentemente, como objeto de ella -no
podría ser de otra manera- en cuanto que tuvo un papel positivo en la obra de
la salvación; y, éste, por voluntad expresa y positiva de Dios. En otras palabras: el fundamento teológico del estudio
sobre María radica en su divina maternidad y, de ella, en la asociación
íntima y activa que tuvo en la realización de los planes divinos, por medio
de su único Hijo, en orden a la salvación de los hombres. Con razón los santos Padres estimaron que María no fue un
simple instrumento pasivo, sino que cooperó de manera activa a la salvación
humana por medio de su fe y libre obediencia. En resumen, la razón última de una teología sobre María
radica en el modo como quiso Dios que se llevara a cabo La respuesta de María al ángel: "He aquí la esclava
del Señor; hágase en mí según tu palabra" (Lc. 1,38), nos da la clave
para poder constatar que María está en el corazón mismo del misterio de
Cristo y su Obra; y, sobre todo, no porque Ella se haya colocado ahí
usurpando ese sitio, sino puesta por Dios mismo. De ahí las palabras suyas
"según tu palabra", que son la respuesta a los planes de Dios. Dios
quiere contar con Ella, precisamente, como Madre de su Hijo, el Redentor, y
que Ella misma sea Corredentora. Así lo anunció a nuestros primeros Padres
-Adán y Eva- (cfr. Gén 3 15) luego a los Profetas (cfr. Is. 7,14). Al aceptar María su divina maternidad y formarse Jesús en
su seno, no sólo se está formando el Jesús hecho hombre, Jesús histórico que
vivió en Palestina hace dos mil años, sino también la cabeza de un gran
Cuerpo místico; ha comenzado a constituirse un gran organismo que es el
"Cristo místico" que será Si bien, antes se dijo que no era suficiente que EL PROTESTANTISMO Y LA MARIOLOGIA Por su misión activa y singular en la obra de la
Redención, La misión privilegiada de María toca uno de los nervios
más sensibles del protestantismo y afecta en el centro de sus doctrinas. En
efecto, ellos sostienen que sólo Cristo es el único Mediador y el único
Redentor -excluyendo de raíz cualquier otro tipo de mediación-; además de
negar la libertad del hombre para cooperar positivamente con Dios, de ahí que
digan que el hombre se salva por la sóla "fe fiducial" en
Jesucristo,- y no admiten el papel que libre y activamente desempeñó María en
la obra de su Hijo y, en consecuencia, tampoco admiten la validez de un culto
y devoción a Ella. Es aquí donde surgen las principales dificultades
teológicas entre protestantes y católicos. Al decir protestantismo -término genérico que se aplica a
las diversas sectas- nos referimos a los protestantes que provienen de
Lutero, Zwinglio y Calvino. Martín Lutero fue un hombre que vivió atormentado por la
angustia de su propia salvación. Ese temor le condujo al pesimismo y al error
de afirmar que, por el pecado original, el hombre quedó corrompido en su
naturaleza y libertad e incapaz de poder merecer para la vida eterna por las
buenas obras que pudiera realizar. Por tanto, al ser radicalmente pecador,
sólo puede confiar en que Dios "no le impute" -no le tome en
cuenta, mire con disimulo- sus pecados y, permaneciendo pecador, pueda salvarse. Las dificultades de la doctrina protestante respecto a la
Teología católica consisten en el rechazo de la enseñanza sobre la
justificación cristiana y la corredención mariana. La Iglesia entiende como justificación "el traslado
del estado en el que el hombre nació como hijo del primer Adán, al estado de
gracia y de adopción entre los hijos de Dios por medio del segundo Adán,
Jesucristo, Salvador nuestro" (Conc. de Trento, DZ. 796). Lo anterior
supone dos aspectos simultáneos, por el primero se consigue la verdadera
remisión de los pecados, por el segundo, la renovación y santificación del
hombre interior, por obra de la gracia de Dios (cfr. DZ. 799). Para Lutero, en cambio, la justificación consiste en el
simple encubrimiento de los pecados, fruto de la misericordia divina, pero no
en la remisión de los mismos ni en la infusión de la gracia. Por otra parte, admitir que algo creado o alguna persona
humana pudiera tener un influjo positivo en la obra de la Redención, como es
el caso de El Concilio Vaticano II y el magisterio de Juan Pablo II
nos presentan a María como Madre de Jesucristo y Madre de la Iglesia,
maternalmente presente y activa en toda la vida y apostolado de la Iglesia:
como insustituible componente, por la providencial voluntad del Padre, que
nos ha dado por medio de María al Salvador y Fundador de la Iglesia;
indisolublemente asociada al Hijo en toda la historia de la salvación (cfr.
Const. dogm. Lumen gentium, cap.
VIII y Enc. Redemptoris Mater). FUENTES: www.ecuentra.com |
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