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CAMINANDO CON MARIA Pedro Sergio Antonio
Donoso Brant MARIOLOGIA - BIBLIOTECA DOCUMENTOS EXTERNOS |
MARÍA |
MARÍA Autor: Jesus Marti Ballester 1. PARANGÓN ENTRE ANA Y MARÍA Samuel es el fruto de largas oraciones, de lágrimas
amargas de su madre. Como Cristo es fruto de una larga y confiada esperanza
del mundo que se cumplió en María. Cuando Ana oraba (1 Sam 1, 10 ss.),
el Señor «No se puede perder hijo de tantas lágrimas, -dijo un
obispo africano a Mónica -.No puede dejar de nacer un Samuel a una mujer
estéril que suplica. El que resucitó al hijo de la viuda de Naím, compadecido
de sus lágrimas, hace fecundo un seno muerto. La Iglesia llora y ora por sus
hijos muertos y por los que le han de nacer. Si la Iglesia llorara más y suplicara más, más hijos le
nacerían y más muertos por el pecado resucitarían. Tú y yo somos esa Iglesia que llora. No dejemos de orar
para que nazcan más hijos. No dejemos de llorar y de sacrificarnos para que
esos hijos sean más hijos, es decir, más perfectos y humildes, más santos e
incontaminados. No cabe duda de que el Señor nos mueve a orar ya llorar. No cabe duda de que estas líneas las sugiere Él poro que
quiere que sean semilla de vida y de vocaciones, de perseverancia y de
santidad. Después de las lágrimas vendrá el magnificat
de Ana (1 Sam 2, 1-10) precursor del Magnificat de
María. Ana estéril tiene un hijo de oración (1 Sam 1,20). Como
María Virgen tiene un hijo del Espíritu Santo. Para Dios no hay imposibles. He aquí el canto de Ana cuando entrega su hijo en el
templo de Silo al sumo sacerdote Elí, que no fue
perspicaz para comprender el misterio. Comparadlo con el de María y veréis
las constantes de la historia de la salvación y la grandeza de Yahvé con su
pueblo: «Mi corazón se regocija por el Señor, mi poder se exalta
por Dios, mi boca se ríe de mis enemigos, porque celebro tu salvación. No hay
santo como el Señor, no hay roca como nuestro Dios. No multipliquéis
discursos altivos, no echéis por la boca arrogancias, porque el Señor es un
Dios que sabe, él es quien pesa las acciones. Se rompen los arcos de los
valientes, mientras los cobardes se ciñen de valor; los hartos se contratan
por el pan, mientras los hambrientos engordan; la mujer estéril da a luz
siete hijos, mientras la madre de muchos queda baldía. El Señor da la muerte
y la vida, hunde en el abismo y levanta; da la pobreza y la riqueza, el Señor
humilla y enaltece. Él levanta del polvo al desvalido, alza de la basura al
pobre, para hacer que se siente entre príncipes y que herede un trono
glorioso, pues del Señor son los pilares de la tierra y sobre ellos afianzó
el orbe. Él guarda los pasos de sus amigos mientras los malvados perecen en
las tinieblas -porque el hombre no triunfa por su fuerza -.El Señor desbarata
a sus contrarios, el Altísimo truena desde el cielo, el Señor juzga hasta el
confín de la tierra. Él da fuerza a su rey, exalta el poder de su Ungido» (1
Sam 2, 1-10). A María le eran familiares estas ideas, pues las repite en
el Magnificat. 2. María se puso en camino y fue aprisa a Dios te pondrá la pluma en la mano; Dios te hará comprar
el billete de avión. Dios te empujará a una empresa superior a tus fuerzas.
Dios que salva. Porque lo que Dios va a hacer en casa de Isabel es salvar.
Aplicar los frutos de la Redención prematuramente a una criatura humana a
quien va a liberar de la atadura del pecado. Pero lo hace Dios junto con su Madre. María es la
portadora de Dios. La salvación no se obrará nunca sin María. Dejémonos llenar de Dios por Dios y seremos portadores de
salvación a las familias. Puedes ser portador de Dios en tus cartas, en tus
palabras, en tus convivencias, en tu trato, en tus visitas. Darás a Dios.
Comunicarás su salvación. Participarás su perdón, su paz, su gozo.
Contagiarás el espíritu de entrega. Nuestras visitas han de ser como ¡Cuántas visitas habría recibido Isabel desde que estaba
en aquel lugar, máxime en las circunstancias tan extrañas en que se había
presentado su tardía maternidad! Pero ninguna, como bendito el fruto de tu seno»... (Lc 1,
42). Así actúa Dios. Eso es hacer apostolado de veras; eso es entregarse a
los hombres. Eso es hacer bien a los hermanos. Hacer sentir la experiencia de
Dios. Pero para hacer esas obras, has de contemplar antes de
actuar. Dice el Concilio que es característico de la Iglesia estar entregada
a la acción y dada a la contemplación, pero estando la acción ordenada y
subordinada a la contemplación («Sobre Primero es la santidad de María, la humildad de María, la
disponibilidad de María. Después su entrega a visitar a los necesitados, a
los hermanos. Después que Dios la ha llenado, como la ha saludado el Ángel,
ya puede dar a Dios. Puede lanzarse porque ya será Dios quien actúe y quien
santifique. ¡Pobres de nosotros si nos lanzamos al campo del apostolado llenos de nosotros!... ¿qué cosecharemos?
Espiritualmente aridez. Personalmente quizá descalabros. ¿Cuándo nos convenceremos de veras y hondamente de que
nuestra vida interior tiene más valor que la exterior? 3. EL PAPA WOJTYLA, «TOTUS TUUS» Todos sentimos la sacudida de la emoción ante las primeras
palabras al pueblo de Dios de Juan Pablo II aquel 16 de octubre de 1978. Dos
veces ha nombrado a la Virgen, el que ha mamado la devoción a la Madonna en
su tierra de amor a María. Él que en el escudo de su Episcopado quiso que campeara su
entrega total en manos de María con la leyenda «Totus
tuus» -Todo tuyo. Vino el Papa Wojtyla de las
manos de María. Es su Corazón el que se nos abrió para regalarnos un Papa
polaco que nos habló en seguida de María, a una Iglesia que, en parte, se
sentía incómoda de tener madre. ¡Cuántos sacerdotes no han secado el manantial de la vida
cristiana de las gentes sencillas porque juzgaban, desde la altura de su
supuesta cultura, situación de madurez, etc., infantiles y balbucientes, o
rutinarias y desencarnadas, las prácticas de devoción a la Virgen! Desde el balcón de San Pedro, Juan Pablo II nos habló de
lo que llevaba en su corazón, de lo que sabe ha de ser el más fino y seguro
manantial de su vida de Pastor de la Iglesia: de María. El Papa nos ha dicho que él reza el rosario, que es su
devoción favorita y acostumbrada. El Papa de María es también el Cardenal de largas horas de
postración en su capilla de Cracovia. Hombre de larga oración, fogueado por
san Juan de la Cruz y la fe mariana de Polonia. 4. A veces he pensado lo terriblemente desamparado que me
sentiré cuando mi madre de la tierra me deje solo. Es un pensamiento tan
abrumador que lo he tenido que desterrar de inmediato porque me estaba
dejando deshecho. Y sin embargo, tengo la seguridad de que la Madre del
cielo no me va a dejar solo jamás. Es santa Teresa la que nos cuenta en SU Vida que al morir
su madre, cuando ella tenía 15 años, corrió a la imagen de María a decirle
que fuese su madre, ya que le faltaba la de la tierra: «Como yo comencé a
entender lo que había perdido, afligida fuíme a una
imagen de Nuestra Señora y supliquéla fuese mi madre, con muchas lágrimas.
Paréceme que aunque se hizo con simpleza, que me ha valido» («Vida» 1 7) Pongamos toda nuestra vida en manos de María. Una manera
de actuar la presencia de María es vestir el escapulario del Carmen. En mis primeros años de sacerdocio fue el escapulario un
arma sagrada con que intenté recristianizar las
parroquias. La Virgen se llevó al cielo a mi padre un sábado por la
mañana como yo había presentido al imponerle el escapulario. Hemos de estar convencidos del amor de María-Madre. Le he
oído decir mil veces a mi madre: «Habríais de ser primero madres, antes de
ser hijos». Ella lo dice porque sería la única manera de conocer el amor, la
preocupación, el sufrimiento de una madre por sus hijos. En mi madre he tenido escuela de amor materno. Pero
confieso que aún no he llegado a sentir lo que ese amor comporta, por la
sencilla razón de que no soy madre y no lo he experimentado. Algo rastreo por el amor a las almas, que es más maternal
que paternal. Pero lo que ciertamente no puedo comprender es el amor que
María nos tiene. Ese amor debe incluir preocupación, interés, agilidad,
providencia, preparación de medios, consuelos, reprensiones, auxilios, luces
a su tiempo, abrazos, palabras, miradas, extrañas penetraciones de su ser en
el de sus hijos, todo un mundo de secretísimas experiencias. María en el cielo no está ausente de nuestra vida, de
nuestros problemas. «Es cosa dura de admitir que nuestra Madre del cielo no
tenga en nosotros otra acción que la de María tiene un interés cuasi
infinito en la Redención de los hombres, en su santificación. Atenta a nuestros progresos, ya nuestros retrocesos.
Aquellos le han hecho sufrir. Estos la alegran. y va
preparando el camino a Jesús en nosotros. Dejémosla actuar. Fiémonos de Ella.
No demos lugar al desaliento. A veces molesta el afán del número en el apostolado. Es la
mentalidad occidental del número y de Pero santos antes que muchos. y
esto, con María la Madre de Jesús, como en el Cenáculo. 5. LAS BIENAVENTURANZAS DE MARÍA María es la única criatura humana que está en la Verdad y
que siempre estuvo en Y fue mansa con Jesús, Cordero manso en el degolladero. En
recompensa ahora posee la tierra. El foco potente de la Verdad pacificó su corazón cuando
sus ojos se arrasaban en lágrimas mientras Jesús sudaba sangre en el Huerto y
pendía desgarrado en la cruz. ¡Dichosas lágrimas y suspiros que le han
merecido ser nuestro consuelo! Hambreó a Dios. Tuvo hambre y sed de santidad y justicia y
ha sido proclamada mediadora y distribuidora de todas las gracias. Porque fue misericordiosa, Dios la ha hecho nuestra Madre. Su limpieza de corazón atrajo a sus entrañas como un imán
poderoso al Cuerpo y Sangre y alma y Divinidad del Verbo. La llena de paz dio la paz al género humano y siembra en
cada una de nuestras almas gérmenes de paz. Porque fue perseguida por el Rey Herodes y con su Hijo a
él asociada en su vida pública y dolorosa, ahora suyo es el Reino de los
cielos. Ver la Verdad no es fácil. Sin Dios es imposible. Hay que
estar muy en la manera de pensar de Dios. Verdad sobre la pobreza y
mansedumbre y limpieza de corazón y sobre el hambre de justicia y la
misericordia. Esa verdad puede verse como un relámpago alguna que otra vez. Ver siempre, habitualmente,
indefectiblemente, la luz de la Verdad es imposible a nuestra naturaleza,
enturbiada por la mancha del pecado. Sólo en María, preservada inmune de esa mancha, se proyecta
como en un lago de tranquilas y purísimas aguas, la luz perenne de Dios. Acudamos a Ella: Haznos entrar en esa zona de luz en que
tú vives, María luminosa, Criatura excepcional, honor de nuestro pueblo,
Estrella de la Mañana, Sol de nuestra vida. 6. MARÍA MEDIANERA DE TODAS LAS GRACIAS Le cabe a Valencia el honor de ir en cabeza del movimiento
mediacionista, pues el Colegio de Abogados de
aquella Ciudad impetró la definición del Dogma de la Mediación de Nuestra
Madre y Señora el día 31 de enero de 1934. Igualmente en Valencia en el III Congreso de Abogados de
España, D. Antonio Iturmendi, Ministro de Justicia,
pronunció, en nombre de los abogados, de la Magistratura de la Nación y
Cuerpos Letrados del Ministerio, el voto mediacionista:
«Hacemos, dijo, profesión de fe en esta doctrina mediacionista
de En Valencia también el 9 de octubre de 1954 tuvo lugar una
concentración de municipios y corporaciones presidida por el Arzobispo Mons. Olaechea para formular solemnemente el voto de defender
la doctrina de 7. Nos dice el Concilio Vaticano II: «El Sacrosanto Sínodo»
enseña en particular y exhorta al mismo tiempo a todos los hijos de la
Iglesia a que cultiven generosamente el culto, sobre todo litúrgico, hacia 8. Cristo y nosotros somos Uno, un solo Ser, un Cuerpo Místico.
María es la Madre de ese Cuerpo Místico. La Iglesia está en el seno de María.
María es la Madre de del puesto enteramente
privilegiado que la Madre de Dios ocupa en 9. Haciendo caso omiso como en su tiempo Pío IX, de los
pesimistas, Pablo VI el 21 de noviembre de 1964 en el discurso de clausura de
la tercera etapa conciliar, dijo: «Así pues, para gloria de la Virgen y
consuelo nuestro, Nos proclamamos a María Santísima Madre de la Iglesia, es
decir, Madre de todo el pueblo de Dios, tanto de los fieles como de los
pastores, que Pero yo quisiera concretar más la naturaleza de 10. San Pablo escribe en 1 Tim 2, 5:
«Porque uno es Dios, uno también el Mediador de Dios y de los hombres, un
10mbre, Cristo Jesús». Pero puntualiza el Concilio Vaticano II: «Es Mediadora, lo
cual, sin embargo, se entiende de manera que nada quite ni agregue a la
dignidad y eficacia de Cristo, único mediador. Porque ninguna criatura puede
compararse jamás con el Verbo encarnado, nuestro Redentor, pero así como el
sacerdocio de Cristo, es participado de varias maneras, tanto por los
ministros como por el pueblo fiel, y así como la única bondad de Dios se difunde
realmente m formas distintas en las criaturas, así también, la única
mediación del Redentor, no excluye sino que suscita en sus criaturas una
múltiple cooperación que participa de la fuente única. La Iglesia no duda en
atribuir a María un tal oficio subordinado, la experimenta continuamente y lo
recomienda al corazón de los fieles para que apoyados m esta protección
maternal, se unan más íntimamente al Mediador y Salvador» (ter Ibid. 62). «En verdad la realidad de la Iglesia no se agota en su
estructura jerárquica, en su liturgia, en sus sacramentos» Di en sus
ordenanzas jurídicas. Su esencia íntima, la principal fuente de su eficacia
santificadora ha de buscarse en su unión con Cristo; unión que no podemos
pensarla separada de aquella que es la Madre del Verbo encarnado y que Cristo
mismo quiso tan íntimamente unida a sí para nuestra salvación. Así ha de
encuadrarse en la visión de la Iglesia la contemplación amorosa de las
maravillas que Dios ha obrado en su Santa Madre. Y el conocimiento de la verdadera
doctrina católica sobre María será siempre la llave de la exacta comprensión
del misterio de Cristo y de la Iglesia» (Pablo VI, Discurso de clausura de la
tercera etapa conciliar, 21 noviembre 1964). 11. Escribe san Juan en el Apocalipsis 2, 1-2, 4-5: «Una gran
señal apareció en el cielo: una mujer vestida de sol, con la luna bajo sus
pies y una corona de doce estrellas sobre su cabeza, está encinta y grita con
los dolores del parto y con el tormento de dar a luz… La serpiente se detuvo
delante de la mujer que iba a dar a luz, para devorar a su hijo en cuanto le
diera a luz. La mujer dio a luz un Hijo varón, el que ha de regir a todas las
naciones con cetro de hierro y su Hijo fue arrebatado hacia Dios y hacia su
trono». Esa mujer es María en el momento mismo de la Encarnación concibe a la
Cabeza ya los Miembros. Todos nos hallamos de un modo inexplicable, místico,
en el seno de María. María da a luz a la Cabeza, sin dolor en Belén. María da a
luz con agudo dolor, a los Miembros en Jerusalén, en el Calvario. Pues la
Iglesia nace del costado de Cristo muerto, como Eva de Adán dormido, en
admirable réplica. Esta Maternidad de María empieza en cada hombre con la
aplicación de la Redención, personalmente asimilada, y en ese momento queda
injertado en Cristo y recluido, protegido y maternalmente acogido en el seno
de María. En el alma se ha repetido místicamente la Encarnación, y
los artífices, como en Nazaret, son el Espíritu Santo y María. 12. COMENTARIO DE LOS PADRES A LA FRASE «EL QUE HACE «Como el niñito formado en el seno así me parece el Verbo
de Dios en las entrañas del alma que ha recibido la gracia del Bautismo. El
Señor abre el seno maternal del alma para que sea engendrado el Logos de Dios y así el alma se hace madre de Cristo»
(Orígenes). «Cada alma lleva en sí como en un seno materno a Cristo.
Si ella no se transforma por una santa vida no puede llamarse Madre de
Cristo» (San Gregorio Nacianceno). «Lo que en otro tiempo sucedió corporalmente en «Cuando esta alma comienza a convertirse a Cristo es
llamada María, o sea, recibe el nombre de la mujer que en otro tiempo llevó a
Cristo en el seno: se ha transformado en un alma que engendra a Cristo de una
manera espiritual. No todos llegan a dar a luz, no todos son ya perfectos, no
todos son Marías, los que ciertamente han recibido del Espíritu Santo a
Cristo, pero no le han engendrado. Hay hombres que arrojan de nuevo al Verbo
de Dios, como un aborto. Haz pues la voluntad del Padre para que puedas ser Madre
de Cristo» (San Ambrosio). «Por esto sois también Madre de Cristo, porque cumplís la
voluntad del Padre. Concebid también vosotros a Cristo por la fe, dadle a luz
por vuestras buenas obras. Cumpla vuestro corazón en la ley de Cristo lo que
en otro tiempo cumplió el seno de María en la carne de Cristo» (San Agustín). «Madre de Cristo se hace ante todo el que anuncia la
verdad; porque al Señor engendra el que lo introduce en el corazón de los
oyentes. Madre de Cristo se hace el que con su palabra engendra en el
espíritu el amor al Señor» San Gregorio Magno). Estos textos de los Padres indican que en todas partes en
los primeros siglos -escriben en sitios muy lejanos unos de otros -era
familiar que los cristianos debían ser María, Madre de Cristo, que debían
engendrar a Cristo en el fondo del alma. Pero la Maternidad de María no acaba su ciclo hasta que
nos traspasa al seno del Padre, al término de nuestra vida o de nuestra
purgación. Es entonces cuando nos da a luz, el verdadero dies
natalis. 13. María Medianera, es decir, intermediaria entre Cristo y
los hombres. «Tú, María, eres la Medianera entre Dios y el hombre, Tú eres la
que distribuyes las gracias» San Buenaventura). De todas las gracias. Aquí tenemos todo un mundo
inconmensurable que abarca todos los dones de la Redención y que, pagado
sobreabundantemente por la Sangre de Cristo, Dios nos da gratuitamente. Decir
María Medianera es decir que todo ese mundo de gracia pasa por María. Todas
las gracias son servidas por unas manos maternales, las de María. La imagen
de María ofreciendo a su Hijo, niño, al mundo, sería la traducción más
adecuada de Benedicto XV el que aprobó el 12 de enero de 19211a Misa y
Oficio de María Medianera, y señaló su fiesta para el 31 de mayo: «En todos
los prodigios se ha de ver la mediación de María, por la cual, según la
voluntad divina, nos llega toda gracia y todo beneficio». De todas las Gracias. Sigamos analizando y nos encontramos
con gracias habituales y actuales. Dicho de otra manera: gracias estables y
pasajeras. Las estables, que van al fondo del alma son susceptibles de
crecimiento continuo, son vida y dan En los Sacramentos recibimos los dones permanentes: Por el
Bautismo, servido por María, en el momento que mayor influjo ejerce en
nuestra alma, se engendra a Cristo, y trae consigo al Padre y al Espíritu,
para hacer con nosotros su morada. y como regalos
nos dan la gracia habitual, las virtudes infusas teologales y las morales,
más los dones del Espíritu Santo. Los otros Sacramentos aumentan o restituyen La Madre está presente en el momento de alimentar a sus
hijos con el Cuerpo de su Hijo. Pues es oficio de la Madre dar la comida a
sus hijos. Es la Madre quien lava a los hijos, sobre todo si son
pequeños, y el Sacramento de la Penitencia es un baño que llega hasta el
fondo del ser. La Confirmación es nuestro Pentecostés personal. Y en
Pentecostés actuó María eficacísimamente, y Ella asistió también al nuestro. El Orden, que configura al hombre de una manera única con
María, dándole poder sobre el cuerpo físico de Jesús y participándole su
maternal cuidado en el engendrar y acrecentar a ese Jesús Místico, también
nos llega por María. Entre las manos de los esposos que se unen se enlazan las
dos manos purísimas de María. Y en la Unción de los enfermos las manos de María
acarician y fortalecen al hijo que va a pasar ya al seno del Padre. La gracia o la caridad se acrecientan por los sacramentos
y también por la práctica de las buenas obras. Cuando se resiste al mal, o
cuando se practica algún acto de virtud. Por tanto la presencia de María es
también en estos momentos necesaria, porque también aquí obra la gracia. y donde está la gracia está María. y
está presente María si el mal se reprime en el interior o en actos externos
contra la voluntad de Dios que se sofocan. Igualmente está presente para
obrar el bien por dentro o por fuera. Si pudiésemos captar en su conjunto cuánto actúa María en
nosotros constataríamos que toda nuestra vida divina está influida continua e
incesantemente por Ella, es decir, veríamos que la visión de san Juan con
todo el Cuerpo Místico de María en su seno recibiendo de Ella un influjo
vital constante y necesario es una realidad, pues no podemos vivir la Vida de
Cristo sino por Ella. Por eso exclama san Germán de Constantinopla: «¡Oh Madre de Dios! ¡Nadie se
salva sino por Ti, nadie es redimido sino por Ti». Y León XIII que hace suyas
las del mismo santo: «Nadie queda lleno del conocimiento de Dios sino por Ti,
nadie obtiene un favor de la misericordia divina sino por Ti» (Encíclica «Adiutricem»). Hemos hablado de gracias, de obras buenas, pero ¿queda
fuera de la órbita de la intervención de María el orden natural? Porque ¿es o
no es verdad lo que dijo san Efrén: «Medianera de todo el mundo»? Por un lado
el orden natural está estrechamente unido al sobrenatural y existen muchos
dones que no son sobrenaturales que Dios nos concede con miras al orden
sobrenatural para preparar el camino de 14. MARÍA MEDIADORA DE LOS APÓSTOLES Es su Maestra, su Reina, su Modelo. Dice el Vaticano II:
«Por eso la Iglesia en su labor apostólica se fija con razón en aquella que
engendró a Cristo concebido del Espíritu Santo para que también nazca y
crezca por medio de la Iglesia en las almas de los fieles. La Virgen fue en
su vida ejemplo de aquel amor maternal con que es necesario estén animados
todos aque. llos que en
la misión apostólica de la Iglesia cooperan a la regeneración de los hombres»
(L. G. VIII, 65) Ya los seglares en el Decreto de apostolado de los ricos
exhorta: «Encomienden su vida y su apostolado su solicitud de Madre» (Ibid.4.) ¿y cómo no tenerla por Madre de los Apóstoles,
si está como pecado y de la muerte ¿Si María está
con su alma inmaculada y su cuerpo virginal a la derecha del Hijo de Dios
como nuestra Mediadora por excelencia?» (Pío XII, «Munificentissimus
Deus»1950) y exclama la poesía: Toda tú como rayo de sol clara vidriera donde reverbera la luz de Jesús. Toda tú nieve límpida, intocado tu ser celestial, ¡cuánta luz refluye del hontanar de tu pecho, Madre Santa, Mujer endiosada, Madre y fuente de la luz divinal! Subes y subes arriba rosa, fuego, llama, vida, embriagada de vida rebosante de vida, derrochando la vida, contagiando la vida, que en tu vientre nació. Madre!!! Los pecadores te gritan, envuélvenos en la ola de tu vida, mar de vida, Mar de amor, ¡Fanal de Cristo! ¡Medianera! ¡Has triunfado! Victoria definitiva, éxito
colosal. ¡María ha resucitado! ¡La Madre ha subido al cielo! Si la Madre en el cielo, ¿qué hacemos en la tierra los
polluelos ? Si la Madre en la gloria, poderosa en su Hijo, ¿qué tememos los polluelos al
gavilán? No triunfará Bellamente escribió san Efrén: «El Señor os ha hecho
Señora. El Espíritu Santo Consoladora -El Mediador, Mediadora de todo el
mundo». 15. BELLA ORACIÓN DE PABLO VI «Virgen María, Madre de la Iglesia, te recomendamos toda las necesidades, en los peligros.
Templo de luz sin sombra y sin mancha, intercede ante tu Hijo Unigénito,
Mediador de nuestra reconciliación con el Padre para que sea misericordioso
con nuestras faltas y aleje de nosotros la desidia, dando a nuestros ánimos
la alegría de amar. Encomendamos a tu Corazón Inmaculado a todo el género
humano: condúcelo al conocimiento del único y verdadero Salvador, Cristo,
aleja de él el flagelo del pecado, concede a todo el mundo paz en la verdad,
en la justicia, en la libertad y en el amor» (Pablo VI, Discurso en la sesión
de-clausura de la tercera etapa conciliar, 21 noviembre 1964.). 16. SÍNTESIS Y COMENTARIO DE Se lamentaba el Papa Pío IX hablando con el Cardenal Lambruschini de los adversos tiempos que tenía que vivir
la Iglesia: maquinaciones de la masonería y de las sectas, hDeralismo y modernismo, etc. El Cardenal le insinuó como
remedio a tantos males la declaración del Dogma de El objetivo del documento es señalar el puesto que ocupa
la Virgen en el culto de la Iglesia para disipar dudas y, sobre todo, para
favorecer el desarrollo de aquella devoción a la Virgen que en la Iglesia
ahonda sus motivaciones en la Palabra de Dios y se practica en el Espíritu de
Cristo. El origen de este objetivo es el enorme valor de eficacia
pastoral que el culto a la Virgen tiene para reformar las costumbres. En
efecto, la reforma de costumbres incluye: vencer el pecado; el crecimiento en
la gracia; el progreso en la virtud; y conformarse a la imagen del Hijo.
Todos estos efectos están subordinados a la práctica de un generoso culto a
la Virgen. Descenso en la devoción y culto a María. Desde la
publicación del documento Mariano conciliar (21 nov. 1964) ha podido
constatarse un hecho extraño: mientras se tenía ya en la Iglesia un documento
mariano extraordinario se iba notando un descenso en la devoción y culto a
María. A esta situación anómala ha querido poner fin la exhortación
apostólica sobre el culto mariano. Por eso, si el Vaticano II había exhortado
a promover generosamente el culto mariano, el Papa desea que esta exhortación
conciliar sea acogida sin reservas en todas partes y puesta en práctica
celosamente. Esquema del documento Introducción: Ocasión, finalidad y división del documento.
Parte I. El culto a la Virgen en la Liturgia. Sección I.. La Virgen en Sección 2. ª La Virgen modelo de la Iglesia en el
ejercicio del culto. Parte II. Por una renovación de la piedad mariana. Sección
I. Nota trinitaria, cristológica y eclesial en el culto de la Virgen. Sección 2.ª Cuatro orientaciones
para el culto a la Virgen: Bíblica, Litúrgica, Ecuménica, Antropológica. Conclusión: Valor teológico y pastoral del culto a la
Virgen. Ocasión y finalidad del documento El culto sagrado constituye un deber primario del Pueblo
de Dios. Pero como el culto mariano encaja como parte nobilísima en el
contexto del culto sagrado donde confluyen el culmen
de la sabiduría y el vértice de la religión, dice el Papa que ha puesto
constante cuidado en incrementar el culto mariano desde que fue elegido a la
Cátedra de Pedro (aparte su deseo de interpretar el sentir de la Iglesia y su
propio impulso personal). La gran obra de la reforma litúrgica. Pensando
precisamente en este deber primario Nos hemos favorecido y alentado la gran
obra de la reforma litúrgica promovida por el Vaticano II; que aprobó como
primer documento Vigilante actitud del Papa en restaurar el culto. «Nuestra
vigilante actitud se dirige sin cesar a todo aquello que puede dar ordenado
cumplimiento a la restauración del culto con que la Iglesia, en espíritu de
verdad, adora al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, venera con especial amor
a María Santísima Madre de Dios..." Un mejor conocimiento de la misión de María se ha
transformado en gozosa veneración hacia Ella y en adorante respeto hacia el
sabio designio de Dios que ha colocado en su Familia -la Iglesia -, como en
todo hogar doméstico, la figura de una mujer que, calladamente y en espíritu
de servicio, vela por ella y protege benignamente u camino hacia la Patria,
hasta que llegue el día glorioso del Señor». Parte I El culto a la Virgen en la Liturgia Puesto que ocupa la Virgen en la Liturgia. «La reforma de Adviento. 8 diciembre: se celebran conjuntamente la
Inmaculada, la preparación radical a la venida del Salvador y el exordio de
la Iglesia sin mancha ni arruga. Del 17 al 24 de diciembre y domingo anterior a Navidad
resuenan antiguas voces proféticas sobre la Virgen ladre y el Mesías. De este
modo los fieles que viven con la Liturgia el espíritu de Adviento, al considerar el
inefable amor con que la Virgen esperó al Hijo, se sentirán animados a
tomarla como modelo ya prepararse vigilantes en la oración y jubilosos en la
alabanza para salir al encuentro del Salvador que viene. Resulta así que este
período debe ser considerado como un tiempo particularmente apto para el
culto a la Madre del Señor». Navidad. Constituye una prolongada memoria de la
maternidad divina. En la Natividad la Iglesia al adorar I Salvador venera a
María. Epifanía. María ofrece a la adoración al Redentor. Sagrada Familia. La
Iglesia escudriña venerante la vida santa que llevan en Nazaret Jesús, José y
María. Maternidad de María ocasión para adorar al recién nacido Príncipe de
la Paz, para implorar de Dios por mediación de la Reina de la Paz, el don
supremo e la paz. 25 de marzo. Anunciación del Señor, fiesta conjunta de
Cristo y de la Virgen. 15 de agosto; fiesta de su destino de plenitud y
bienaventuranza; de su perfecta configuración con Cristo resucitado; una
fiesta que propone a la Iglesia ya la humanidad la imagen y la consoladora
prenda del cumplimiento de la esperanza final. Realeza de María, sentada junto al Rey de los siglos,
resplandece como Reina. Celebraciones que conmemoran hechos salvíticos en los que la Virgen estuvo estrechamente
vinculada al Hijo: Natividad de María (8 sep.) Visitación (31 mayo) Virgen
Dolorosa (15 sep.) Presentación del Señor (2 febrero). Fiestas vinculadas a motivos de tipo local pero que han
adquirido un interés más amplio: Virgen de Lourdes, Basílica de Santa María
la Mayor. De determinadas familias religiosas, que, por la difusión
alcanzada son eclesiales: La Virgen del Carmen y la Virgen del Rosario. Venerables tradiciones 21 noviembre. Presentación de
María. Piedad contemporánea: Corazón de María. Santa María en
sábado. Facilidad de su uso. Preces eucarísticas. «Así lo hace el antiguo
Canon Romano: " En comunión con toda la Iglesia, veneramos la memoria,
ante todo de la gloriosa siempre Virgen María, Madre de Jesucristo, Nuestro
Dios y Señor". y el reciente Canon III:
"Que Él nos transforme en ofrenda permanente, para que gocemos de tu
heredad junto con tus elegidos: con María, la Virgen "». En el leccionario existe un número mayor de lecturas vetero y neotestamentarias relativas a Liturgia de las Horas. Los Himnos, las Antífonas que
cierran el oficio cada día y las Intercesiones en Laudes
y Vísperas, nombran a la Virgen. La Iglesia invoca a la Virgen: Como Madre de la Gracia:
antes de la inmersión de los candidatos en las aguas del Bautismo. Implora su intercesión sobre las madres que, agradecidas
por el don de la maternidad, se presentan en el templo. La ofrece como ejemplo a sus miembros que abrazan la vida
religiosa; o reciben la consagración virginal y pide para ellos su maternal
ayuda. En la Unción de los enfermos: dirige súplicas insistentes
a favor de los hijos que han llegado a la hora del tránsito. En las misas de los difuntos; pide su intercesión por los
que se han presentado delante de Cristo e invoca el consuelo para los que
lloran con fe la separación de loS seres queridos. La Virgen es Modelo de la Iglesia en el ejercicio del
culto. Siguiendo algunas orientaciones de la doctrina conciliar sobre María y
la Iglesia quiere la Exhortación profundizar un aspecto particular de las
relaciones entre Maria y la Iglesia, es decir, María como ejemplo de la
actitud espiritual con que la Iglesia celebra y vive los divinos misterios.
La ejemplaridad de la Virgen en este campo dimana del hecho de que María es
reconocida como modelo extraordinario de la Iglesia en el orden de la fe, de
la caridad y de la perfecta unión con Cristo, o sea de aquella disposición
interior con que la Iglesia, Esposa amadísima, estrechamente asociada a su
Señor, lo invoca y por su medio rinde culto al Padre. María es la Virgen oyente... que acoge con fe la Palabra
de Dios. Esto mismo hace la Iglesia, la cual, sobre todo en la Liturgia,
escucha con fe, acoge, proclama, venera la Palabra de Dios, la distribuye a
los fieles como pan de vida y escudriña a su luz los signos de los tiempos,
interpreta y vive los acontecimientos de la historia. María es la Virgen orante: En el Magníficat, en las Bodas
de Caná, en el último trazo biográfico del Cenáculo se nos la describe en
oración: presencia orante de María en la Iglesia naciente y en la de todo
tiempo, porque, asunta al cielo, no ha abandonado su misión de intercesión y
salvación. Virgen orante es también la Iglesia que cada día presenta
al Padre las necesidades de sus hijos, alaba incesantemente al Señor e
intercede por la salvación del mundo. María es María es la Virgen oferente: en el Templo y en el
Calvario. Y para perpetuar en los siglos el sacrificio de la Cruz el
Salvador instituyó el Sacrificio Eucarístico, Memorial de su Muerte y
Resurrección y lo confió a la Iglesia, su Esposa, que lo ofrece como María. María es Maestra espiritual para cada uno de los
cristianos: san Ambrosio llega a decir: «Que el alma de María esté en cada
uno de para alabar al Señor; que su espíritu esté en cada uno para que se
alegre en Dios». Pero María es modelo de aquel culto que consiste en hacer de
la propia vida una ofrenda a Dios. El Sí de María es para todos los
cristianos una lección y un ejemplo para convertir la obediencia a la
voluntad del Padre en camino y en medio de santificación propia. Es importante observar cómo traduce la Iglesia las múltiples
relaciones que la unen a María en distintas y eficaces actitudes cultuales: Siente veneración profunda cuando reflexiona
sobre la singular dignidad de la Virgen; amor ardiente cuando considera la
Maternidad espiritual de María para con todos los miembros del Cuerpo
Místico; confiada invocación cuando experimenta la intercesión de su Abogada
y auxiliadora; servicio de amor cuando descubre en la humilde sierva del
Señor a la Reina de misericordia ya la Madre de la gracia; conmovido estupor
cuando contempla, en Ella como en una imagen purísima, todo lo que ella desea
y espera ser; atento estudio cuando reconoce en la cooperadora del Redentor,
ya plenamente partícipe de los frutos del Misterio Pascual, el cumplimiento
profético de su mismo futuro hasta el día en que, purificada de toda arruga y
de toda mancha, se convierta en una esposa ataviada para su Esposo
Jesucristo. Parte II Cuatro orientaciones para el culto a la Virgen:
Bíblica, Litúrgica, Ecuménica, Antropológica. Orientación Bíblica. La necesidad de una impronta bíblica
en toda forma de culto es sentida hoy día como un postulado general de la
piedad cristiana. El progreso de los estudios bíblicos, la creciente difusión
de Orientación Litúrgica. «A este respecto queremos aludir a
dos actitudes que podrían hacer vana la norma del Concilio: en primer lugar
la actitud de algunos que tienen cura de almas y que, despreciando a priori
los ejercicios piadosos, que en las formas debidas son recomendados ir el
Magisterio, los abandonan y crean un vacío que o devén colmar; olvidan que el
Concilio ha dicho que hay que armonizar los ejercicios piadosos con la
Liturgia; no suprimirlos. En segundo lugar la actitud de otros que len al
mismo tiempo ejercicios litúrgicos y actos piadosos en celebraciones
híbridas». Orientación Ecuménica. En nuestros días destaca el helo
por el restablecimiento de la unidad de los cristianos. La piedad hacia la
Madre del Señor se hace sensible a las inquietudes ya las finalidades del
movimiento ecuménico: los católicos se unen a los ortodoxos con una vocación
impregnada de lirismo a la Theotocos; a los
anglicanos cuyos teólogos clásicos pusieron ya de relieve sólida base escriturística del culto a la Madre de Nuestro Señor, y
cuyos teólogos contemporáneos subrayan la importancia del puesto que ocupa
María en la vida crisma, a los Reformados dentro de cuyas Iglesias florece
vigorosamente el amor por las Sagradas Escrituras gloriando a Dios con las
mismas palabras que la Virgen. La piedad hacia la Madre de Cristo y de los cristianos
para los cat6licos ocasión para pedirle por la unión de todos los bautizados
en un solo Pueblo de Dios. Somos conscientes de que existen no leves
discordias. Sin embargo, como el mismo Poder del Altísimo que cubrió con su
sombra a la Virgen de Nazaret actúa en el actual movimiento ecuménico y lo
fecunda, deseamos expresar nuestra confianza en que la veneración a la
Virgen, la que el Omnipotente obró maravillas, será, aunque lentamente, no
obstáculo, sino medio y punto de encuentro para la unión de todos los
creyentes en Cristo. Así como en Caná, puede hacer llegar la hora en que los
discípulos vuelvan a encontrar la unidad en Orientación Antropológica. Se pueden oponer dificultades
al culto de la Virgen a causa de la diversidad entre algunas cosas del
contenido de su culto y las actuales concepciones antropológicas y la
realidad sicosociológica en que viven y actúan los
hombres de nuestro tiempo. La Virgen ha sido propuesta a la imitación de los
fieles, no por el tipo de vida que llevó y menos por el ambiente
sociocultural en que se desarrolló, hoy día superado en casi todas partes,
sino porque, en sus condiciones concretas de vida, ella se adhirió total y
responsablemente a la Voluntad de Dios; porque acogió la Palabra y la puso en
práctica; porque su acción estuvo animada por la caridad y por el espíritu de
servicio; porque es la primera y la más perfecta discípula de Cristo: lo cual
tiene valor universal y permanente. Además es la Mujer nueva y perfecta cristiana que resume
en sí misma las situaciones más características de la vida femenina porque es
virgen, esposa, madre. Por eso ha sido considerada como modelo eximio de la
condición femenina. De este modo la mujer contemporánea, deseosa de participar
con poder de decisión en las elecciones de la comunidad, contemplará con
íntima alegría a María, que, puesta a diálogo con Dios, da su consentimiento
activo y responsable, no a la solución de un problema contingente, sino a la
obra de los siglos, la Encarnación del Verbo; se dará cuenta de que en la
opción del estado virginal por parte de María, que en designio de Dios la
disponía al Misterio de la Encarnación, no fue un acto de cerrarse a algunos
de los valores del estado matrimonial, sino que constituyó una opción
valiente, llevada a cabo para consagrarse totalmente al amor de Dios;
comprobará cómo María fue algo del todo distinto de una mujer pasivamente remisa
o de religiosidad alienante, pues no dudó en proclamar que Dios es vindicador
de los oprimidos y derriba de sus tronos a los poderosos del mundo;
reconocerá en María, que sobresale entre los humildes y los pobres del Señor:
una mujer fuerte que conoció la pobreza y el sufrimiento, la huida y el
exilio; y no verá a una madre celosamente reflejada sobre su propio Hijo,
sino como mujer que con su acción favoreció la fe de la comunidad apostólica
en Cristo y cuya función maternal se dilató asumiendo en el Calvario
dimensiones universa- es. Son ejemplos. Sin embargo, aparece claro en ellos
cómo la figura de la Virgen no defrauda esperanza alguna profunda de los
hombres de nuestro tiempo y les ofrece modelo perfecto del discípulo del
Señor: Artífice de la ciudad terrena y temporal, pero peregrino diligente
hacia a celeste y eterna; promotor de la justicia que libera al oprimido y de
la caridad que socorre al necesitado, pero obre todo, testigo activo del amor
que edifica a Cristo en los corazones. El Concilio ha denunciado algunas devociones cultuales: la vana credulidad que sustituye el empeño
serio con la fácil aplicación a prácticas externas solamente; el estéril y
pasajero movimiento del sentimiento tan ajeno al estilo del Evangelio que
exige obras perseverantes y activas. La defensa perseverante contra estos
errores y desviaciones hará más vigoroso y genuino el culto a la Virgen:
sólido en su fundamento, por lo cual el estudio de las fuentes reveladas y la
atención a los documentos del Magisterio prevalecerán sobre la desmedida
búsqueda de novedades o de hechos extraordinarios; por lo cual deberá ir
eliminado todo aquello que es manifiestamente legendario o falso. Se tendrá
cuidadosamente lejos del santuario todo mezquino interés. La finalidad última del culto a la Virgen es g[orificar Dios y empeñar a [os cristianos en una vida
absoluta. ente conforme a su voluntad. «Dichosos más bien los le escuchan la
palabra de Dios y la cumplen». Esto oyen los hijos de la Iglesia cuando, con
la mujer anónima del Evangelio, glorifican a la Madre de Jesús. Y suena para
nosotros como una admonición a vivir según los mandamientos de Dios y es como
un eco de otras llamadas del vino Maestro: «No todo el que dice Señor, Señor,
entrará en el Reino de los Cielos; sino el que hace la voluntad de mi Padre
que está en los Cielos». «Vosotros sois s amigos si hacéis cuanto os mando». Parte III El Ángelus. «Nuestra palabra quiere ser solamente i simple
pero viva exhortación a mantener su rezo acostumbrado. No tiene necesidad de
restauración: su estructura es sencilla, su carácter es bíblico, su ritmo
casi litúrgico que santifica momentos diversos de la jornada se abre hacia el
Misterio Pascua1». El Rosario. Los predecesores de Pablo VI le han dedicado
atención: «Nos -dice el Papa-, desde la primer: audiencia general de nuestro
Pontificado, 13 julio 1962 hemos manifestado nuestro interés por el Rosario;
en I; Encíclica "Christi Matri
", 15 sep. 1966- en En los convenios e investigaciones se ha puesto en má clara luz la índole evangélica del Rosario en cuanto
saca del Evangelio el enunciado de los misterios y las fórmulas las
principales. Se ha observado que la triple división de los Misterios:
no sólo se adapta al orden cronológico de los hechos, sino que refleja el
primitivo anuncio de la fe y proponen e misterio de Cristo como fue visto por
san Pablo en la carta a los Filipenses: humillación, muerte, exaltación. El Rosario es oración de orientación cristológica. E
Avemaría se convierte en alabanza constante a Cristo, término último de la
Anunciación del Ángel y del saludo di la madre del Bautista: «Bendito el
fruto de tu vientre.» Exige un ritmo tranquilo y reflexivo remanso. El Rosario es el Salterio de Rosario en familia, santuario doméstico de la Iglesia,
Iglesia doméstica. Después de la Liturgia de las Horas, el Rosario. No pocas
circunstancias hacen difícil convertir el tiempo de familia en tiempo de
orar. Difícil, pero hay que superar la dificultad en consideración a los
bienes que produce. En China continental parece que la gran parte de las
familias católicas continúan perseverando en la fe gracias al Rosario. Eficacia pastoral de la piedad a María, modelo de virtudes, llenará de virtudes a sus
hijos. La santidad ejemplar de la Virgen mueve a los fieles a levantar los
ojos a María, la cual brilla como modelo de virtud ante toda la comunidad de
los elegidos. Sus virtudes son sólidas, evangélicas: la fe y la dócil
aceptación de la Palabra de Dios, la obediencia generosa, la humildad
sencilla, la caridad solícita, la sabiduría reflexivas, la piedad hacia Dios,
pronta al cumplimiento de los deberes religiosos, agradecida con los bienes
recibidos, que ofrece en el templo, que ora en la comunidad apostó1ica, la
fortaleza en el destierro, en el dolor, la pobreza llevada con docilidad y
confianza en el Señor, el vigilante cuidado de su Hijo desde la humildad de
la cuna hasta la ignominia de la Cruz; la delicadeza provisora, la pureza
virginal, el fuerte y casto amor esponsal. De estas virtudes de la Madre se
adornarán los hijos que con tenaz propósito contemplan sus ejemplos para
reproducirlos en su propia vida. y tal progreso en
la virtud aparecerá como consecuencia y fruto maduro de aquella fuerza
pastoral que brota del culto tributado a la Virgen. Crecimiento en Conquista de la plenitud del hombre. La Iglesia reconoce
en la devoción a la Virgen una poderosa ayuda para el hombre hacia la
conquista de su plenitud. Ella, la Mujer nueva, está junto a Cristo, el
Hombre nuevo, en cuyo misterio solamente encuentra verdadera luz el misterio
del hombre, como prenda y garantía de que en una simple criatura, en Ella, se
ha realizado ya el proyecto de Dios en Cristo para la salvación de todo
hombre. Solución para todas las dificultades del hombre cono
temporáneo. A éste, frecuentemente atormentado entre la angustia y la
esperanza, postrado por la sensación de su limitación, y asaltado por
aspiraciones sin confín, turbado en el ánimo y dividido en el corazón, la
mente suspendida por el enigma de la muerte, oprimido por la soledad mientras
tiende a la comunión, presa de sentimientos de náusea y hastío, la Virgen,
contemplada en su vicisitud evangélica y en la realidad ya conseguida en la
ciudad de Dios, ofrece una visión serena y una palabra tranquilizadora: la
victoria de la esperanza sobre la angustia, de la comunión sobre la soledad,
de la paz sobre la turbación, de la alegría y de la belleza sobre el tedio y
la náusea, de las perspectivas eternas sobre las temporales, de la vida sobre
la muerte. Pablo VI quiere que el sello de su Exhortación y una
ulterior prueba del valor pastoral de la devoción a la Virgen para conducir
los hombres a Cristo sean las mismas palabras que Ella dirigió a los siervos
de las Bodas de Caná: «Haced lo que Él os diga»; palabras que en apariencia
se limitan al deseo de poner remedio a la incómoda situación de un banquete,
pero que, en las perspectiva del cuarto Evangelio, son una voz que parece como
la resonancia de la fórmula usada por el Pueblo de Israel para ratificar la
Alianza del Sinaí y son una voz le concuerda con Resta ahora poner manos a la obra y escuchar la voz del
Papa y ponerla en práctica. Pronto llegará la primavera, si así lo hacemos,
con presagio de futuras cosechas para la Iglesia. Editado por Caminando con Maria, Texto del capitulo XIV
del Libro Caminos de Luz del Padre Jesus Marti Ballester |
CAMINANDO CON MARIA Pedro Sergio Antonio
Donoso Brant p.s.donoso@vtr.net |