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CAMINANDO CON MARIA Pedro Sergio Antonio
Donoso Brant MARIOLOGIA - BIBLIOTECA DOCUMENTOS EXTERNOS |
MARIA, SIERVA DE |
María no es un mito, sino una mujer real, con una historia
personal, aunque si del Nuevo testamento podemos recoger sólo algunos
aspectos de su personalidad y no propiamente una biografía. Vive en Nazaret, una ciudad de la Galilea sin ninguna
importancia. Pertenece a un ambiente popular; esposa a José el carpintero,
entrando en un clan de ascendencia daví dica. Participa activamente en los hechos de la vida: va
a visitar a una pariente anciana, hace la peregrinación a Jerusalén,
interviene en una fiesta de bodas. Sabe escuchar y reflexionar; pero también
hablar y tomar decisiones valientes. Contempla, llena de estupor, las
maravillas de Dios y espera de El la justicia para los oprimidos, según la espiritualidad
de los pobres de JHWH. Procura comprender sus proyectos, dispuesta a ponerse a su
disposición como humilde "sierva del Señor" (Lc 1,38): es este el
único titulo que se atribuye. Tiene dificultad para comprender a su hijo
Jesús; lo sigue con materna premura y con fe heró ica; condivide con El la
pobreza de Belén, el exilio en Egipto, la quietud escondida de Nazaret, el
fracaso del Calvario. En fin, en Jerusalén, está presente en el núcleo
inicial de la comunidad cristiana en oración para invocar la venida del
Espíritu de Pentecostés: "Eran asiduos y concordes en la oración, junto
a algunas mujeres y a María, la madre de Jesús y con los hermanos de El"
(At 1,14). Con esta información, terminan las noticias que tenemos de
ella. Todo ello, aparentemente, no es mucho. Observemos, sin embargo, que
María está presente en los momentos decisivos: Nacimiento, Pascua y
Pentecostés. Son los momentos que señalan, respectivamente, el inicio, el
cumplimiento y la comunicación de María está al centro de la Iglesia como en una perenne
Pentecostés: "No se puede hablar de la Iglesia si no está presente
María, la Madre del Señor, con los hermanos de El" (S. Cromacio de Aquileia,
Discursos, 30,1). En ella se concentran los dones de Dios: la presencia del
Espíritu, la belleza interior de la santidad, la fe virginal, la alianza
esponsal, la gloria celestial, la cooperación a la misión salvífica de Cristo.
En Ella el misterio de la Iglesia resplandece con una luz purísima. María
personifica la Iglesia: no es un mito, es, por el contrario, un modelo
concreto. María está dentro de la Iglesia, pero incomparablemente
más cerca de Cristo que los demás creyentes. Recorriendo el camino de su
existencia, a la luz de esta posición característica, se comprenden mejor sus
singulares prerrogativas, que, en definitiva, se fundan en el misterio de su
divina maternidad. Cristo es el único maestro y el único redentor; de El
recibimos la gracia de ser discípulos y cooperadores, partícipes de su vida y
de su misión, santos y santificadores. María es la más perfecta discípula de Cristo y la primera
colaboradora en la obra de En la anunciación, María escucha con fe la palabra de Dios
y se empeña como dócil instrumento en sus manos; acoge al Mesías y se pone a
disposición de su misión. Su consentimiento abre al Señor la vía para su
venida personal en el mundo e inaugura la plenitud de los tiempos. Después de este evento decisivo, María no se repliega en
sí misma, sino que va a visitar a Isabel, su pariente. La primera
evangelizada se convierte en la primera evangelizadora: proclama las
maravillas del Señor, con su presencia gozosa y santificante, con el canto de
alabanza y el servicio. Jesús nace en Belén en condiciones de indigencia y de
marginación y María lo presenta a los pastores como Mesías de los pobres,
pobre él mismo. Después de cuarenta días lo ofrece a Dios en el Templo y, con
El, ofrece la propia obediencia, mientras la voz de Simeón le indica que su
maternidad será oscura y dolorosa. Vienen los Magos, primicia de los pueblos
paganos, para adorar el Mesías; pero Herodes desencadena la primera
persecución y se hace necesario huir a Egipto. A los doce años, Jesús participa en la peregrinación a
Jerusalén para la fiesta de la Pascua y cumple un misterioso gesto profético.
Al momento de volver, sin que ninguno de los suyos se dé cuenta, permanece en
el templo. Lo encuentran después de tres día de
angustiosa búsqueda. María le recuerda, de modo discreto, el derecho de los
padres: "Hijo, porqué nos ha hecho esto?. Tu
padre y yo, angustiados, te buscábamos" (Lc 2,48). La respuesta es
enigmática: Jesús pertenece a otro Padre y debe vivir con él. Sin embargo
vuelve a Nazaret, obediente y sumiso. Al cumplirse de sus días aquí en la
tierra, otra Pascua revelará el sentido de este habitar con el Padre. María y
José, por el momento, no comprenden, pero meditan en silencio. Entre tanto
transcurren los largos años de vida escondida: trabajo diario, íntimo
contacto con el Misterio, la fatiga del creer. INICIA En Caná de Galilea, María presenta al Hijo la indigencia
humana: "No tienen vino"; después invita a los siervos a cumplir su
voluntad: "Haced lo que os dirá" (Gv
2,3.5). De este modo, María coopera en el inicio de los signos y contribuye a
suscitar la fe de los primeros seguidores "Jesús manifestó su gloria y
sus discípulos creyeron en él" (Gv 2,11).
Viene designada como "la mujer", figura del pueblo de Dios en la
hora en la cual se celebra la nueva alianza nupcial con el Señor, que
recibirá el sello definitivo en la Pascua de muerte y resurrección. Jesús procede en su misterio y revela gradualmente las
exigencias del reino de Dios. María es llamada a superar su humanísima
solicitud materna por el Hijo. Cuando se acerca a El, junto con sus
parientes, que quieren moderar el celo e invitarlo a una mayor precaución,
debe escuchar la respuesta decidida: "el que cumple la voluntad de Dios,
ése es mi hermano, mi hermana y mi madre" (Mc 3,35). Fiel discípula,
comprende siempre mejor qué significa ser la sierva del Señor siguiendo al Mesias-Siervo, encaminándose hacia la cruz. Sobre el Calvario, María está junto a Jesús crucificado ve en María la "mujer", figura
de la Iglesia, nueva Jerusalén y nueva Eva; la constituye madre espiritual de
todos los hombres, particularmente de los creyentes, personificados por el
discípulo amado: "Viendo la madre y a su lado el discípulo que El amaba,
dijo a la madre: "Mujer, he ahí a tu hijo!".
Después dijo al discípulo: "He ahí a tu madre!"
(Gv 19,26-27). La maternidad divina de Cristo se dilata en la maternidad
universal. En virtud del Espíritu Santo, María se convierte para nosotros en
madre en el orden de la gracia, para cooperar a la regeneración y a la
formación de los hijos de Dios". En la mañana de Pentecostés ella ha presidido con su
oración el inicio de la evangelización bajo la acción del Espíritu Santo: sea
ella la Estrella de la evangelización, siempre renovada, que la Iglesia,
dócil al mandato de su Señor, debe promover y cumplir, sobre todo en estos
tiempos difíciles pero llenos de esperanza! EVANGELLI NUNTIANDI Que la Virgen de Pentecostés nos obtenga todo esto con su
intercesión!. Por una vocación singular, Ella vió a
su Hijo Jesús "crecer en sabiduría, edad y gracia". En su regazo y
después escuchándola, durante su vida escondida de Nazaret, este Hijo, que
era el Unigénito del Padre lleno de gracia y de verdad, fué
formado por ella en el conocimiento humano de las Escrituras y de la historia
del plan de Dios sobre su pueblo, en la adoración del Padre. Ella ha sido,
por otra parte, la primera de sus discípulos: la primera en el tiempo,
porque, encontrándolo en el templo, ella recibe del Hijo adolescente
enseñanzas, que conservará en su corazón; la primera, sobre todo, porque
ninguno fue nunca "enseñado de Dios" en una grado igual de
profundidad. Madre y discípula al mismo tiempo, de ella decía san Agustín
audazmente que ser discípula fué para Ella más
importante que ser madre. No sin motivo fué dicho
de María que es "un catecismo viviente"!. Catechesi Tradendae
FUENTES: www.clerus.org (CONGREGACION PARA EL CLERO DE Mariología; www.caminando-con-jesus.org www.caminando-con-maria.org |
CAMINANDO CON MARIA Pedro Sergio Antonio
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