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CAMINANDO CON MARIA Pedro Sergio Antonio
Donoso Brant MARIOLOGIA - BIBLIOTECA DOCUMENTOS EXTERNOS |
MARÍA Y LA
EVANGELIZACIÓN |
María y la Evangelización Principios Teológicos Cándido Pozo, S.J. El último encargo de Jesús a los Apóstoles aparece, en el
final deuteronómico de Marcos (1), expresado con
estas palabras: "Id por todo el mundo y
predicad el Evangelio a toda creatura. El que creyere y fuere bautizado, se
salvará, mas el que no creyere, se condenará" (Mc. 16, 15 s.). Un
análisis de esta formulación del encargo misional permite descubrir en él los
siguientes elementos: a) Se trata de la predicación de "Virgineo foetu Genitrix Ecclesia natos quos spirante Deo concipit, amne parit" (5). En todo nacimiento se da vida. La nueva vida que recibimos
en este nuevo nacimiento implica un nuevo comportamiento: la nueva vida hace
que la aceptación de Juan Pablo II, en su Exhortación apostólica Catechesi tradendae dentro del
campo de la tarea evangelizadora, distingue entre "kerygma"
o "primer anuncio del Evangelio", y catequesis (6) El Papa define a
esta última por "el doble objetivo de hacer madurar la fe inicia: y de
educar al verdadero discípulo por media de un conocimiento más profundo y
sistemático de la persona y del mensaje de Nuestro Señor Jesucristo (7). E1
carácter sistemático de la catequesis debe siempre tenerse ante los ojos.
Ello nos hará conscientes de que en la catequesis debe ser mantenido un
método cíclico frente al método gradual que a veces se ha propugnado. Por
ello, resulta tau sugestivo que el Papa remita a
los Credos--ellos mismos una síntesis relativamente completa--y en particular
al Credo de Pablo VI, donde el es fuerzo es especialmente visible, como
"referencia segura para el con tenido de la catequesis". (8) Mirando a este nivel sistemático de Evangelización, que
caracteriza a la catequesis, nos interesa describir el papel de I. MARÍA Y LOS CONTENIDOS DE LA EVANGELIZACIÓN En una Evangelización catequética, el mensaje tiene que
ser comunicado en una forma en la que no falte ninguno de sus rasgos
fundamentales. El mensaje se centra en la obra salvadora de Jesús. Pero María no es una mera figura marginal de la biografía
de Jesús de Nazaret. Por cierto, dicho sea de peso, ciertos nombres de esa
biografía no omiten en catequesis, ni siquiera en los Credos (Poncio Pilato),
aunque no tengan significación alguna positiva en la obra salvadora, porque
son los puentes entre la doctrina y la realidad de María es mucho más. Es Pero el relato de la Anunciación (Lc. 1, 26-38) nos
muestra además el primer paso de colaboración de María a la obra de A partir de los datos primeros sobre María --de éstos
sobre todo-- la Iglesia, a lo largo de XX siglos, en su meditación de lo que
en el mensaje se refiere a Por otra parte, no se olvide que en el caso del dogma
mariano de Efeso, el título "Théotokos"
permitió centrar toda la problemática sobre la estructura ontológica de
Cristo (22), E1 título de "Nueva Eva" expresa la misión salvífica
de María (23). Los otros dicen orden a esa misión o están en conexión con
ella. Ya hemos dicho que la concepción virginal de Cristo, realizada en
María, es signo de la filiación divina de Jesús; la plena virginidad de María
posibilita la plena concentración de su amor en el Hijo (24), gracias a la
cual es, a la vez, "Madre y esposa del Verbo" (25). Ahora bien, el mensaje revelado no es una serie de
verdades yuxtapuestas de modo inconexo. Existe en él lo que Orígenes llama
"akolouthía tõn dõgmaton", es decir, la "coherencia de los
dogmas" (30). Se trata de un armonioso edificio en el que no es posible
silenciar elementos sin que se empañe el cuadro de conjunto. Si del silencio
se pasara a dejarlos caer, terminaría hundiéndose el edificio. Por poner solo
dos ejemplos, En este sentido, me resulta aleccionador el caso de Lutero a propósito de la piedad mariana y comprobar cómo
sus posiciones en ella terminaron repercutiendo en la misma piedad hacia
Cristo. Es conocida su evolución en el campo del culto y la devoción a María.
Todavía en 1520 recomendaba que se dijera un "Padre nuestro" o un
"Ave María" antes del sermón para impetrar la gracia divina (33)
admitía así, por tanto, el recurso a la intercesión de la Virgen, al que
todavía apela el año siguiente, 1521, por dos veces en su Comentario al
"Magnificat" (34). Pero muy pronto, en
1522, el "Betbüchlein" o librito de
oración refleja las primeras reticencias; no quiere que el "Ave
María" sea plegaria, sino alabanza (35). El año siguiente, Lutero invitaba a los fieles a considerar que es el Ave
María; no una oración, sino una alabanza. En ella no se hace otra cosa sino
alabar. Sus palabras son palabras de encomio. Si hacemos uso de ellas en este
sentido preciso, las usamos rectamente. Pero temo que no se use así, sino que
permanezca todavía la costumbre de orar a María por sí misma y de rezar un
rosario para obtener este o aquel favor. (36) Cinco años más tarde, 1528, se
llegaba al consejo formal de conservar la primera mitad del "Ave
María" --la parte evangélica--, dejando caer la parte suplicatoria (37).
La evolución era lógica. Su semilla más clara había sido ya plantada en el
Comentario al "Magnificat", en un texto
en el que al querer excluir toda idea de mérito de María sobre la
Encarnación, explica que María fue en ella instrumento meramente físico y que
llevó en su seno a Cristo de manera paralela a como también la cruz fue apta
y ordenada para llevar a Cristo, aunque era un leño (38). A partir de este
principio, inexorablemente se suprimiría todo lo que significa actividad de
María, también intercesora, en el plano de la salvación de los hombres. Pero
las consecuencias fueron funestas. La supresión de la plegaria a María
pretendía, sin duda, potenciar, por concentración en ella sola, la plegaria a
Cristo. Lutero tenía que reconocer en 1532 que con
la supresión de la oración a María no se había conseguido que se orara más a
Cristo, sino todo lo contrario (39). En efecto, la supresión de un elemento
repercute en el conjunto. Incluso la Iglesia no es ella misma, si excluimos
de la Iglesia, a María que es personificación de la dimensión maternal de la
Iglesia (40). Evocando Hech. 1, 14, decía San Cromacio
de Aquileya: "Se reunió la Iglesia en la parte
alto [del cenáculo] con María que era la Madre de Jesús y con los hermanos de
éste. Por tanto, no se puede hablar de Iglesia si no está presente María, la
Madre del Señor, con los hermanos de éste" (41). II. MARÍA Y Hch. 16, 13 ss., relata una
escena encantadora. Pablo en Filipos habla a un
grupo de mujeres. Todas le escuchan. Entre ellas se encuentra Lidia,
vendedora de púrpura, temerosa de Dios. También ella escucha con las demás.
Pero de ella, por encima de las otras, escribe Lucas: .E1 Señor abrió su
corazón para que hiciese caso de las cosas que Pablo decía" (v. 14).
Para que la Evangelización sea eficaz, no basta la predicación externa; tiene
que actuar la gracia en el corazón del oyente. Y esa gracia hay que
implorarla e impetrarla. Es conocido como nació el titulo de María "Nueva
Eva" (42) San Pablo en 1 Cor. 15, 45, había hablado de Cristo como del
"último Adán". Es muy posible que este título cristológico
haya sido el punto de partida de una reflexión que descubrió, de hecho, junta
al Señor, una figura colaboradora en su obra salvadora, de modo análogo a
como el primer Adán tuvo a su lado a Eva que colaboró en la obra del pecado. Si éste ha sido el origen del tema, se comprende que
mientras que la referencia del Nuevo Adán a Cristo estuvo fija desde el
principio --era un dato neotestamentario--, hayan
existido vacilaciones para individuar quién era A pesar de estos paralelismos y de la importancia de la
idea de una cooperación de Pero era inevitable que la aplicación de un mismo tema a
dos figuras distintas terminara por llevar a una reflexión comparativa que
pusiera ambas figuras en relación. Según G. Philips,
sería San Ambrosio el primero en haber hecho esta comparación de modo
explícito (49). las consecuencias fueron muy
notables. Hasta entonces el tema de María Nueva Eva evocaba una colaboración
de María en la adquisición de las gracias, mientras que el mismo tema
aplicado a la Iglesia sugería una cooperación de ésta en la distribución de
ellas. Ahora, al comparar entre sí a ambas figuras, se comprendió que María
tiene también una función, con su intercesión celeste, a lo largo de los
siglos, en la distribución de las gracias. Pero aunque la figura de María resulto
enriquecida con la reflexión comparativa, no sucedió lo mismo a la figura de Desde este momento en que se comprende que María
interviene con su intercesión en la distribución de las gracias--incluso
desde un poco antes de este momento, pares la vida precede siempre a las
formulaciones--, surge en la Iglesia imparable un movimiento de plegaria a
María. La oración popularísima "Sub tuum praesidium" es ciertamente preefesina
(51). Pero a partir de Efeso, la piedad mariana se acentúo
extraordinariamente (52). " Siento un enorme respeto ante los
fieles que acuden a María implorando su auxilio en sus problemas temporales,
porque también Jesús miró con misericordia a los que acudían a El con
necesidades corporales y ejercitó sobre ellos los milagros de su Poder. Pero
sería interesante subrayar que María aparece dos veces en el Nuevo Testamento
intercediendo, y que en ambas el fin último de su actividad intercesora son
bienes espirituales. La perícopa de las bodas de Caná
(Jn. 2, 1-11) culmina en un último versículo que nos hace comprender que el
milagro --por el que María --ha intercedido--no se hizo primariamente para
resolver el pequeño problema material de aquellos jóvenes esposos que iban a
sentir vergüenza porque el vino no alcanzaba hasta el final de la fiesta,
sino que con él Jesús "manifestó su gloria y sus discípulos creyeron en
El" (v. 11), es decir, el milagro--y no olvidemos que no es solo el
primero, sino el comienzo ("archê") de
los milagros de Jesús-- confirma a los discípulos en su fe. Por María ha
venido el fortalecimiento de la fe inicial de los discípulos (55). Más tarde,
Hech. 1, 14, volverá a presentarnos a María en oración de súplica para que el
Espíritu Santo descienda sobre la Iglesia naciente. Por la intercesión de
María se infundio el Espíritu en Pentecostés a la
Iglesia (56). A Ella habrá que acudir primariamente para que nos obtenga
fortalecimiento en la fe y abundante efusión del Espíritu. III. MARÍA Y El evangelizador ha de ser cabal discípulo de Cristo. Sólo
así podrá no limitarse a un mere predicar, sino que será testigo ("martys") de Cristo (cf. Lc. 24, 48; Hch. 1, 8).
Mientras que la predicación se hace con los labios, el testimonio ("martyrion") se da con Es lo que Pablo VI dijo en su homilía en el santuario de
Nuestra Señora del Bonaria, el 24 de abril de l970,
con motivo de su viaje a Cerdeña: "si queremos ser cristianos, debemos
ser marianos" (60). La frase puede parecer expresión de un mero
pensamiento piadoso. En realidad, con ella Pablo VI se limitó estrictamente a
traducir, con otras palabras, el auténtico sentido de Jn. 19, 27: desde
entonces, todo discípulo de Jesús, para serlo, ha de tener una profunda
dimensión mariana. Y no olvidemos que sólo un buen discípulo de Cristo puede
ser un buen evangelizador. IV. MARÍA, MODELO EN LA EVANGELIZACIÓN En el último número de su Exhortación apostólica Catechesi tradende, Juan Pablo
II propone a María como modelo de acción evangelizadora. El Papa nos recuerda
que en el Sínodo de octubre de 1977 se oyeron en el aula expresiones que
proclamaban a María "catecismo viviente" o "Madre y modelo de
los catequistas" (61). Y así es con toda justeza. A nivel de ciencia
humana adquirida, Jesús aprendió de Ella su propia religiosidad de judío
piadoso. "En su regazo y luego escuchándola, a lo largo de su vida
oculta en Nazaret, este Hijo, que era el Unigénito del Padre, lleno de gracia
y de verdad, ha sido formado por Ella en el conocimiento humano de las
Escrituras y de la historia del designio de Dios sobre su Pueblo, en la
adoración al Padre" (62). Pero María, como dijo San Agustín profundamente, es
"Madre" y, a la vez, "discípula" (63). De Jesús
adolescente recibe María "unas lecciones que conserve en el
corazón" (cf. Lc. 2, 51) (64). En toda acción evangelizadora habrá que aprender de María,
amorosa donación enseñante como Notas 1. Para la problemática de esta perícopa
baste remitir a la más moderna y completa monografía sobre ella, J. Hug, La finale de l'Evangile de Marc (Mc. 16,
9-20) (París 1978). [Regresar] 2. Ideológicamente el centro del discurso de San Pedro el
día de Pentecostés lo constituye la fórmula de fe contenida en el v. 36:
"Reconozca con seguridad la Casa de Israel que a este mismo Jesús, que
vosotros habéis crucificado, Dios lo ha hecho Señor y Cristo". Para la
evolución posterior de la fórmula dentro del Nuevo Testamento, cf. J. A. de Aldama, 'Origen de las fórmulas dogmáticas', EstEcl 43 (1968) 7. [Regresar] 3. Cf. C. Pozo, Valor religioso del acto de fe (Granada
1961) p. 39s. [Regresar] 4. En Hech. 2, 41 s., puede verse que la vida sacramental
iniciada con el bautismo se prolonga en la Eucaristía ya para los primeros
convertidos del día de Pentecostés. [Regresar] 5. E Dichl, Inscriptiones
latinae christianae veteres, t. 1 (Berolini 1925)
n. 1513 p. 289. Sobre la posibilidad, muy verosímil, de que el autor de ella
sea San León Magno antes de su pontificado cf. F. Dölger,
'Die Inschrift im Baptisterium in Fonte an der
Lateranensischen Basilika
aus der Zeit Xyxtus' III (432-440) und die Symbolik
des Taufbrannens bei Leo dem Grossen', AntChrist 2 (1930) 252-57. [Regresar] 6. N. 18: AAS 71(1979) 1292. [Regresar] 7. N. 19: AAS 71(1979) 1292 s. [Regresar] 8. N. 28: AAS 71 (1979) 1299 s. La relación entre Credo y
catequesis puede verse en Las palabras en las que el Papa afirma que en el
Credo "Novus Iesu discipulus plena cum mentis claritate animique fortitudine suscipit earam rerum doctrinam, quas dein serio scrutabitur animo". Ibid.:
AAS 71 (1979) 1299. [Regresar] 9. Como bibliografía sobre el tema cf. J. A. de Aldama, María en la Patrística de los siglos I y 11
(Madrid 1970) pp. 264-99; L. Cignelli, Maria nuova Eva nella Patristica greca (Assisi 1900);
H. Coathalem, Le parallélisme
entre 10. "Incarnatus est de Spiritu Sancto ex María Virgine".
Forma litúrgica del Símbolo Niceno-Constantinopolitano: DS 150. "Conceptus est de Spiritu Sancto, natus ex María Virgine".
Forma "recepta" del Símbolo Apostalico:
DS 30. Como es sabido, esta fórmula del Símbolo Apostólico se entendió viendo
en ella dos afirmaciones distintas: concepción virginal por obra del Espíritu
Santo y parto virginal de María ello se hizo ya en el Símbolo de Milán de
393, aunque en él se tenía presente la fórmula romana "antiquior" del Símbolo Apostólico: DS 10 ("Natus est de Spiritu Sancto ex María Virgine"). San León Magno mantuvo la misma
interpretación del Símbolo Apostólico, la cual se hizo general a partir de
él. Como es obvio la distinción de las dos afirmaciones resultó más fácil con
la formula "recepta" del Símbolo Apostólico. Sobre la cuestión cf.
J. A. de Aldama, Virgo Mater,
Estudios de Teología patrística (Granada 1983) pp. 69-99. [Regresar] 11. 'La Mère de Jésus et la conception virginale du Fils de Dieu', Mar 40 (1978)
85s. [Regresar] 12. Para el tema en la Teología cristiana primitiva cf. Aldama, María en la Patrística de los siglos I y 11, pp.
167-88. [Regresar] 13. Véase, por ejemplo, la conexión de esas posiciones
diversas en X. Pikaza; sobre él cf. Pozo, 'La
concepción virginal del Señor', Scripta de Maria 1
(1978) 130, nota 23 y 135, nota 20 respectivamente. [Regresar] 14. Cf. I. Loncke, 'De indole ac valore theoriae physico-mysticae redemptionis',
CollBrug 48 (1950) 123-129. [Regresar] 15. "Porque Eva, siendo virgen e incorrupta, habiendo
concebido por la palabra salida de la serpiente, dio a luz desobediencia y
muerte; y María, la virgen, habiendo concebido fe y alegría al darle el ángel
Gabriel la buena nueva de que el Espíritu del Señor vendría sobre ella y el
poder del Altísimo la cubriría con su sombra, por lo que también lo
engendrado de ella, santo, sería Hijo de Dios, respondió: Hágase para mí
según tu palabra. Y de ella nació aquel de quien hemos demostrado hablaron
tantas escrituras, por quien Dios destruye la serpiente con los ángeles y
hombres que se le asemejan, mientras que libra de la muerte a quienes se
arrepienten de sus males acciones y creen en El". Dialogus
cum Tryphone Iudaeo, 100, 5 s.: ed. C. Archambault, t. 2 (París 1909) p. 124 (PG 6, 712). Sobre
la primariedad de este testimonio de Justino sobre
el tema, que sigue siendo el más antiguo que conocemos, cf. Aldama, María en la Patrística de los siglos I y 11, pp.
264-268. [Regresar] 16. Adversus haereses,
5, 19, 1: SC 153, 248 (PG 7, 1175). "Para que una Virgen, haciéndose la
abogada de una virgen, destruyese y aboliese la desobediencia de una
virgen". Demonstratio apostolicae
praedicationis 33: SC 62, 85. Sobre la expresión
cf. Aldama, María en la Patrística de los siglos I
y 11, pp. 286-92. [Regresar] 17. Constitución dogmática Dei Verbum, n. 8: AAS 58 (1988) 821. [Regresar] 18. N. 30: AAS 71(1979) 1302 s. [Regresar] 19. Ibid.: AAS 71(1979) 1308.
[Regresar] 20. Cf. Pozo María en la obra de la salvación (Madrid
1974) p. 249. [Regresar] 21. Cf. Pozo 'La asociación de María a la obra de 22. Cf. E. L.
Mascall, 'The Plase of
Mariology in Christian Theology: An Anglican Approach', en De cultu mariano saeculis Vl-XI. Acta Congressus
Mariologici-Mariani Internationalis in Croatia anno 1971 celebrati, t. 2 (Romae 1972) p. 133, quien propugna que el término debería
ser, también hay, piedra de toque para juzgar la rectitud dogmática de
ciertas "reinterpretaciones" actuales de la constitución interna
del Señor. [Regresar] 23. Cf. Aldama, María en la
Patrística de los siglos I y 11, p. 298 s., donde se demuestra que este
sentido fue el que el tema tuvo desde los comienzos. [Regresar] 24. El mismo Lutero afirmaba de
María: "Postquam sensit
se esse matrem filii Dei, non optavit fieri mater filii hominis,
sed mansit in eo
done". Anton Lauterbachs
Tagebuch aus Jahre 1539: WA 48, 579. El texto es interesante. Si se
prescinde de que en él aparece el convencimiento de Lutero de que el propósito de virginidad es en María
posterior a la experiencia mística de la Anunciación sus palabras muestran
que la virginidad perpetua de María la hace permanecer centrada afectivamente
en el Don que es Jesús. [Regresar] 25. Este es el título con que se ha publicado la
Mariología de M. J. Scheeben, tomándola de su
Dogmática; en trad. esp. (Bilbao 1955). [Regresar] 26. Cf. Aldama, 'Teología de 27. Evidentemente hay otros muchos títulos por los que la
intercesión de María esta en un plano específicamente superior al de la
intercesión de los santos. Prescindiendo de la Maternidad divina, basta
evocar aquí el titulo singular que supone interceder por gracias en cuya
obtención colaboré activamente María durante su vida en la tierra
(colaboración en la redención objetiva, si es licito
hablar así con una terminología cuyos inconvenientes son conocidos).
[Regresar] 28. En este sentido, Tertuliano considera la mera
pervivencia del alma "dimidiam . resurrectionem".
De resucrectione mortuorum
2, 2: CCL 2, 922 (PL 2, 796). Por ello comenta: "At
quam indignum Deo, dimídium hominem redigere in salutem".De resurrectione mortuorum 34, 3: CCL 2, 964 (PL 2, 842). [Regresar] 29. Es significativo que la Iglesia dé culto sólo a dos
corazones (como corazones vivos, y no como reliquias, como puede ser el caso
del corazón incorrupto de Santa Teresa): al Corazón de Cristo y al Corazón de
María. [Regresar] 30. Contra Celsum 6, 48: GCS 3, 119 (PG 11, 1373). [Regresar] 31. Cf. E. D.
O'Connor, 'Modern Theories on original Sin, and the Immaculate Conception': MarStud 20 (1969) 112-36. [Regresar] 32. Cf. Pozo, 'El dogma de la Asunción en la nueva
escatología', EstMar 42 (1978) 173-188.
Posteriormente 33. Brief n.
300, an Georg Kunzelt, Pfarrer in Eilenburg (15. Juni 1520): WA Briefe 2, 124. [Regresar] 34. Das Magnificat verdeutschet und ausgelet: WA
7, 545 y 601. [Regresar] 35. Betbüchlein. 3. Auslegung des
Ave Maria: WA 10/2,407. [Regresar] 36. Predigt über das Ave Maria (11. März): WA
11, 60s. [Regresar] 37. Predigt am 1 Juli
1528: WA 27, 232. [Regresar] 38. Das Magnificat verdeutschet und ausgelegt: WA
7, 573. [Regresar] 39. "Sub
papatu tanto encomio matrem laudaverunt et adhuc hodie quanto nemo nostrum afficit filium. .
Sed iam filio salvatori ne minimum oramus. Olim Mariae tot coronas et rosaria
oravimus, nunc oracione ad Christum ita sternimus, ut in tote anno ne semel oremus.
Hanc socordiam erga salvatorem dears punibit. Ist das nicht
schendlich olim matrem extulisse et filium nunc omnino
obliterari". Predigt
am Tage Annunciationis Mariä (25. März 1532): WA 36,
152 s. [Regresar] 40. Cf. H U.
von Balthasar, Der antirömische Affekt ( 41. Sermo 30, 1: SC 164, 134.
[Regresar] 42. Cf. Aldama, María en la
Patrística de los siglos I y 11, pp. 293-99. [Regresar] 43. Véase más arriba el texto transcrito
en la nota 15. [Regresar] 44. Porque dice la Escritura: Hizo Dios al hombre, varón y
mujer. El varón es Cristo; la mujer, la Iglesia". Il
Epistola ad Corinthios
14, 2: Funk 1, 200 202. Sobre el origen y la
posible datación de la carta (o más bien homilía), que no es de Clemente, cf.
B. Altaner-A. Stuiber, Patrologie, 8a ed. (Freiburg i.B. 1978) p. 88. Para
un amplio estudio del pasaje--estudio que supera con macho la problemática
que --aquí nos ocupa--, cf. A. Müller, Ecclesia-Maria. Die Einheit Marias und der Kirche (Freiburg
in der Schweiz 1951) pp.
32-39. [Regresar] 45. "Sciebat illi sexum Mariae, et deinceps Ecclesiae profuturum". Adversus Marcionern 2, 4, 5: CCL 1, 479 (PL 2, 289). Pienso que
estas palabras deben traducirse así: "Sabia (Dios) que el sexo de María,
y después de la Iglesia, iba a aprovecharle (a Adán)", "Ecclesiae", tanto por motivos de construcción como
también de contexto, debe ser genitivo y no dativo; sobre esta segunda
posibilidad, cf. G. Jouassard, ' 46. Cf. H. Coathalem Le parallélisme entre 47. Este es el sentido de la frase lapidaria de San
Jerónimo, Epistola ,22, 21: ed. J. Labourt, t. 1 (Paris 1949) p. 132 (PL 22,
408): "Mors per Evam,
vita per Mariam". [Regresar] 48. Así San Cipriano, De Ecclesiae
catholicae unitate 5 s.:
CCL 3, 253 (PL 4, 502 s.): "Illius Ecclesiae foetu nascimur, illius lacte nutrimur, spiritu eius animamur. .. Habere la mnon potest Deum patrem qui ecclesiam
non habet matrem".
[Regresar] 49. San Ambrosio es el primero que plantea el principio de
la comparación entre la madre de Cristo y 50. Cf. Pozo, 'La asociación de María a la obra de 51. Cf. Pozo, Maria en la obra de la salvación p. 39 s.
nota 89. [Regresar] 52. Cf. H. Barré, Prières anciennes de l'Occidént à la Mère du Sauveur (Paris 1963). Para
Oriente baste remitir a un protestante. W. Delius, Geschichte der Marienverebrung (München-Basel 1933) pp. 112-26. [Regresar] 53. Concilio Vaticano II, Constitución dogmática Lumen gentium, n. 62: AAS 57 (1965) 63. [Regresar] 54. También en 55. María perhibetur Virgo orans etiam in 56. Cf. Pablo VI, Exhortación apostólica Marialis cultus, n. 26: AAS 66
(1974) 138; n. 18: AAS 66 (1974) 130. [Regresar] 57. Cf. Exhortación apostólica Evangelii
nuntiandi, n. 21, 41, 76: AAS 68 (1976) 19s., 31s.,
67s. [Regresar] 58. Cf. I. de la Potterie, 'La parole de Jésus "Voici ta Mère"
et l'accueil du Disciple (Jn. 19, 27b)' Mar 36 (1974) 25-32. [Regresar] 59. Cf. ibid., pp. 32-35.
[Regresar] 60. AAS 62 (1970) 300 s. [Regresar] 61. Exhortación apostólica Catechesi
tradendae, n. 73: AAS 71 (1979) 1340 [Regresar] 62. Ibid.: AAS 71 (1979) 1339 s.
[Regresar] 63. Cf. Sermo 25, 7: PL 48, 937.
Véase Juan Pablo II, Exhortación apostólica Catechesi
tradendae, n. 73 AAS 71 (1979) 1340. [Regresar] 64. Exhortación apostólica Catechesi
tradendae, n. 73: AAS 71 (1979) 1340. [Regresar] 65. El alumna enriquece al maestro, como el que recibe
misericordia enriquece al que la da; cf. Juan Pablo II, Encíclica Dives in misericordia, n. 14: L'Osservatore
Romano, 3 diciembre 1980, p. 4. [Regresar] FUENTES: www.clerus.org (CONGREGACION PARA EL CLERO DE Mariología; www.caminando-con-jesus.org www.caminando-con-maria.org |
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