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CAMINANDO CON MARIA Pedro Sergio Antonio
Donoso Brant MARIOLOGIA - BIBLIOTECA DOCUMENTOS EXTERNOS |
¿MURIO |
Es sabido que la muerte no es condición esencial para Juan Pablo II, en una de sus Catequesis sobre el tema, nos
recuerda que Pío XII y el Concilio Vaticano II no se pronuncian sobre la
cuestión de la muerte de María. Pero aclara que "Pío XII no pretendió
negar el hecho de la muerte; solamente no juzgó oportuno afirmar
solemnemente, como verdad que todos los creyentes debían admitir, la muerte
de la Madre de Dios". (JP II, 25-junio-97) Sin embargo, algunos teólogos han sostenido la teoría de
la inmortalidad de María, pero Juan Pablo II nos dice al
respecto,"existe una tradición común que ve en la muerte de María su
introducción en la gloria celeste". (JP II, 25-junio-97) Se refiere posiblemente a que, como afirma Antonio Royo
Marín o.p., la Asunción gloriosa de María, después
de su muerte y resurrección, reúne un apoyo inmensamente mayoritario entre
los Mariólogos. (cfr. Los argumentos en favor de la muerte de María los
dividiremos: según 1. SEGÚN Royo Marín afirma que el testimonio de la Tradición -dice
que sobretodo a partir del Siglo II- es abrumador a favor de la muerte de
María. Es su afirmación, aunque no da citas al respecto. (cfr. Inclusive El Padre Joaquín Cardoso, s.j. edita en México en el Año de la declaración del
Dogma un librito "La Asunción de María Santísima". Y nos refiere lo
siguiete sobre la muerte de María en la Tradición: "Hasta el Siglo IV no hay documento alguno escrito
que hable de la creencia de la Iglesia, explícitamente, acerca de la Asunción
de María. Sin embargo, cuando se comienza a escribir sobre ella, todos los
autores siempre se refieren a una antigua tradición de los fieles sobre el
asunto. Se hablaba ya en el Siglo II de la muerte de María, pero no se
designaba con ese nombre de muerte, sino con el de tránsito, sueño o dormición, lo cual indica que la muerte de María no había
sido como la de todos los demás hombres, sino que había tenido algo de
particular. Porque aunque de todos los difuntos se decía que habían pasado a
una vida mejor, no obstante para indicar ese paso se empleaba siempre la
palabra murió, o por lo menos `se durmió en el Señor', pero nunca se le
llamaba como a la de la Virgen así, especialmente, y como por antonomasia, el
Tránsito, el Sueño". Son muchísimos los Sumos Pontífices que han enseñado expresamene sobre la muerte de María. Entre éstos,
nuestro Papa Juan Pablo II, quien en su Catequesis del 25 de junio de 1997,
titulada por el Osservatore Romano "La Dormición de la Madre de Dios", nos da más datos
sobre la muerte de María en la Tradición: Santiago de Sarug (+521):
"El coro de los doce Apóstoles" cuando a María le llegó "el
tiempo de caminar por la senda de todas las generaciones", es decir, la
senda de la muerte, se reunió para enterrar "el cuerpo virginal de la
Bienaventurada". San Modesto de Jerusalén (+634), despues
de hablar largamente de la "santísima dormición
de San Juan Damasceno (+704), por su parte, se pregunta:
"¿Cómo es posible que aquélla que en el parto superó todos los límites
de la naturaleza, se pliegue ahora a sus leyes y su cuerpo inmaculado se
someta a la muerte?". Y responde: "Ciertamente, era necesario que
se despojara de la parte mortal para revestirse de inmortalidad, puesto que
el Señor de la naturaleza tampoco evitó la experiencia de No es posible, además, ignorar el Arte Cristiano, en el
que encontramos gran número de mosaicos y pinturas que han representado la
Asunción de María, tratando de hacernos ver gráficamente el paso inmediato de
la "dormición" al gozo pleno de la gloria
celestial, e inclusive algunos, del paso del sepulcro a la gloria, siendo
asunta al Cielo. 2. SEGÚN LA LITURGIA: De acuerdo a Royo Marín, el argumento litúrgico tiene gran
valor en teología, según el conocido aforismo orandi
statuat legem credendi, puesto que en la aprobación oficial de los
libros litúrgicos está empeñada la autoridad de la Iglesia, la cual iluminada
por el Espíritu Santo, no puede proponer a la oración de los fieles fórmulas
falsas o erróneas. Y desde la más remota antigüedad, la liturgia oficial de
la Iglesia recogió la doctrina de la muerte de María. Royo Marín refiere dos
oraciones "Veneranda nobis..." y "Subveniat, Domine ..." ,
las cuales estuvieron en vigor hasta la declaración del Dogma (1950) y
recogen expresamente la muerte de María al celebrar al fiesta de su gloriosa
Asunción a los Cielos. Las oraciones posteriores a la declaración del Dogma,
por razones obvias, no aluden a la muerte. Así decía la oración "Veneranda nobis":
"Ayúdenos con su intercesión saludable, ¡oh, Señor!, la venerable
festividad de este día, en el cual, aunque El Padre Joaquín Cardoso, s.j. tiene esto que decirnos sobre la muerte de María en
la Liturgia: "La Iglesia, pues, tanto la Griega, como la Latina,
creyeron siempre, no solamente como posible, sino como regla, en la muerte de
María, y en las más antiguas Liturgias de ambas Iglesias se encuentra siempre
la celebración y el recuerdo de la muerte de María, con el nombre de la Dormición, Sueño o Tránsito de Nuestra Señora. Porque eso
sí: si creían que realmente la Virgen había muerto, indicaban con esa
denominación, no usada comúnmente para todas las muertes, que la de la Virgen
había tenido algún carácter especial y extraordinario, que es precisamente el
de su resurrección inmediata y Asunción a los Cielos". "Y como dicen los críticos, aun protestantes ... ya
en el Siglo VI era absolutamente general la creencia en la Asunción de María,
tal cual lo demuestran las antiquísimas liturgias de todas las Iglesias que
tienen, al menos desde el siglo IV, establecida la Fiesta de la Dormición de María". 3. SEGÚN Iniciamos este aparte con Juan Pablo II: "¿Es posible
que María de Nazaret haya experimentado en su carne el drama de la muerte?
Reflexionando en el destino de Maria y en su relación con su Hijo Divino,
parece legítimo responder afirmativamente: dado que Cristo murió, sería
difícil sostener lo contrario por lo que se refiere a su Madre" (JP II,
25-junio-97). Cristo, el Hijo de Dios e Hijo de María, murió. Y ¿puede
ser la Madre superior al Hijo de Dios en cuanto a la muerte física? Es cierto
que Y Royo Marín remata este argumento de la siguiente manera:
"Sin duda alguna, María hubiera renunciado de hecho a ese privilegio
para parecerse en todo -hasta en la muerte y resurrección- a su Divino Hijo
Jesús." El Padre Joaquín Cardoso, s.j. dice al respecto:
"María Santísima nunca tuvo pecado, por el privilegio de Dios de su
Inmaculada Concepción; por consiguiente, no estaba sujeta a la muerte, como
no lo estaba Jesucristo; pero también Ella tomó sobre sí nuestro castigo,
nuestra muerte". Y Juan Pablo II: "María, implicada en la obra
redentora y asociada a la ofrenda salvadora de Cristo, pudo compartir el
sufrimiento y la muerte con vistas a la redención de la humanidad". (JP
II, 25-junio-97) 4. POR Dice Royo Marín que la muerte de María nos sirve de
ejemplo y consuelo. María debió morir para enseñarnos a bien morir y
dulcificar con su ejemplo los supuestos terrores de Y Juan Pablo II también habla al respecto: "La
experiencia de la muerte enriqueció a la Virgen: habiendo pasado por el
destino común a todos los hombres, es capaz de ejercer con más eficacia su
maternidad espiritual con respecto a quienes llegan a la hora suprema de la
vida". (JP II, 25-junio-97) |
CAMINANDO CON MARIA Pedro Sergio Antonio
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