|
CAMINANDO CON MARIA Pedro Sergio Antonio
Donoso Brant MARIOLOGIA - BIBLIOTECA DOCUMENTOS EXTERNOS |
PREGUNTAS SOBRE CUESTIONARIO BÁSICO SOBRE
LA VIRGEN MARÍA |
• Utilidad
del conocimiento de María • Principios
fundamentales • Fuentes
de la Mariología • María,
Madre de Dios A. Dios prepara la maternidad divina
de María • Predestinación
de la Virgen • Inmaculada
concepción de María • Efectos
de la concepción inmaculada • María,
llena de gracia B. Perfecciones del alma y del cuerpo
de María • Virtudes
de la Madre de Dios • Virginidad
perpetua de María • Matrimonio
de María con José • Perfección
del cuerpo de María C. Realización de • María,
Madre de Dios • Maternidad
Virginal • Maternidad
total • • Excelencias
de • En
sus relaciones con Dios • En
sus relaciones con la humanidad D. Consecuencias de • María,
madre de la Iglesia • • María,
compañera del Redentor • María,
medianera • Cómo
ejerce María su mediación • La
Asunción y Coronación de María • María
verdaderamente murió • • Especial
gloria de María, María reina EL DOGMA MARIANO MARIOLOGIA es el estudio de Su objeto es, pues, la persona de María Santísima, la
Madre de Jesús y nuestra, según nos la presentan las fuentes de la
Revelación, que son Es verdadera catequesis y verdadera teología. Catequesis,
porque nos lleva al conocimiento de verdades elementales de la fe cristiana,
y teología porque trata de una persona tan íntimamente vinculada a Dios, y
por los medios de la revelación escrita y oral. UTILIDAD
DEL CONOCIMIENTO DE MARÍA Para todo cristiano es indispensable un conocimiento
cierto y profundo de Ella, por la íntima vinculación de su persona con Dios,
por el papel preponderante que desempeñó en la vida, pasión y muerte de
Nuestro Señor Jesucristo, y por el que sigue desempeñando como Madre
espiritual de los Cristianos, abogada ante Dios y medianera de las gracias,
así como ejemplar de las virtudes cristianas y, en fin, por las excelencias
de su misma persona, que ejerce un atractivo verdaderamente fascinante sobre
las almas. Nuestro contacto con la vida y misterios de la Virgen nos
ayuda a compenetrarnos de una manera más íntima de los misterios
fundamentales de nuestra Redención, nos hace vivir de nuevo esos hechos de
los que dependió la obra de la restauración de todas las cosas en Cristo. Por
eso la Mariología necesariamente nos lleva a conocer mejor el cristianismo y
a ser mejores cristianos, y nos pone más cerca de Jesucristo y de su obra. a. María es la Madre de Nuestro Señor Jesucristo. b. María es la Madre celestial
de nosotros, es decir, de la Iglesia. En torno a estos dos principios giran todas las grandes
prerrogativas de María, y por consiguiente todas nuestras noticias sobre
Ella. De ahí que podamos reducir todo el dogma mariano a estos dos puntos: 1º.
María, Madre de Dios. 2º.
María, Madre Espiritual y abogada nuestra. La idea fundamental que predomina en ambos principios, es
la de maternidad. Por consiguiente, podemos establecer que toda la razón de
ser de María, es ser Madre. Obtenemos
noticias sobre De las fuentes de la Revelación: Palabra de Dios escrita
(Sagrada Escritura) y Palabra de Dios transmitida de viva voz a través de
todas las generaciones (Tradición). En el GENESIS aparece íntimamente llegada a la promesa del
Redentor inmediatamente después del pecado de nuestros progenitores, así como
Eva estaba íntimamente ligada con Adán en la comisión de ese pecado. Las
palabras de Yahvé: " Yo pongo enemistad entre ti y la mujer, entre tu
linaje y el suyo; él te aplastará la cabeza mientras tú te abalances a su
calcañal " (Gén 3, l5), Nos hacen ver a Cristo con María triunfando sobre el
demonio tentador. En las personas bíblicas de Rut, Judit, Ester, así como en
la Esposa de los Cantares y, sobre todo en la Hija de Sión, se ha visto
vislumbrada la figura de María, así como en múltiples textos de los libros
sapienciales, que la Iglesia recibe en su liturgia mariana. Así también aparece, según el mismo entender de los santos
padres, la figura del misterio de En el NUEVO TESTAMENTO aparece María aureolada de una
sobriedad maravillosa que hace más admirables y llenos de frescor natural los
relatos. En los Sinópticos (Evangelios de San Mateo, San Marcos y San Lucas),
especialmente en San Lucas, se nos manifiesta la presencia histórica de María
en los hechos de la Infancia del Señor. El Evangelio de San Juan nos
complementa, por decirlo así, la Mariología del Nuevo Testamento con el
relato detallado del papel espiritual de María en las Bodas de Caná y al pie de
la Cruz del Señor, en el Calvario. (Jn 2,l2, l9,25-27) LOS HECHOS DE LOS APOSTOLES nos completan la figura
neotestamentaria de María, describiéndonos su presencia en LA TRADICION, segunda gran fuente de la Palabra de Dios
revelada, nos presenta a María, bien sea a través de las decisiones de los
concilios y de los Sumos Pontífices acerca de sus diversos misterios, o bien
en los comentarios de los Santos Padres y escritores eclesiásticos, así como
también en las manifestaciones de la arqueología, del arte cristiano de todos
los tiempos, y de la liturgia. MARÍA, MADRE DE DIOS Trascendencia
del título. El misterio primordial de la Virgen es, sin duda alguna, Así
tenemos cómo: Su predestinación es precisamente y ante todo para ser
Madre de Dios; La Concepción inmaculada es la primera realización de esa
santidad que necesitaba poseer el Tabernáculo del Altísimo; La plenitud de gracia, la virginidad perpetua, etc., no
son otra cosa que preparación inmediata y últimos toques para la más perfecta
realización de ese inefable misterio de la Maternidad. Aun las perfecciones físicas de Nuestra Señora convergen
en esa misma finalidad. Los misterios relativos a la Vida, Pasión y Muerte del Señor,
en los que toma parte tan activa su Madre, María, son consecuencias del
oficio de Madre de Cristo, Dios y Hombre. Finalmente, la Asunción de la Virgen a los cielos en
cuerpo y alma, y la coronación como Reina del Cielo y Madre espiritual de los
hombres, serán su premio. Así, ilustrados y orientados con la luz fundamental de
esta idea central, es como tenemos que ver todos y cada uno de los misterios
y privilegios marianos. A.-DIOS
PREPARA Dios planeó desde toda la eternidad toda la obra admirable
de la Encarnación del Verbo como culminación de la creación del Universo; y
como quiera que en la mente sapientísima de Dios cabía simultáneamente la
previsión del mal del hombre y de su restauración por medio del mismo verbo
revestido de carne mortal, dentro de toda esta visión divina estaba también
con preponderante papel, la persona y la misión de María Madre del Verbo
hecho carne. Así, pues, la razón misma de ser de Nosotros pensamos y proyectamos, pero muchas veces
nuestros proyectos, por hermosos y hacederos que parezcan, permanecen en la
ineficacia; no ocurre así con Dios, cuyo poder no tiene límites. De ahí que,
al pensar Dios desde toda la eternidad en María, Madre de su Hijo Unigénito
hecho carne, confiera a esta elegida un carácter muy específico para su
existencia. Por eso podemos concluir que la elección de María no es el
escoger una persona determinada para una misión específica, sino la
predestinación desde antes de los siglos de una Madre para Jesucristo. La liturgia de la Iglesia dedica con insistencia a la
Madre del Señor en sus festividades los textos de los libros sapienciales en
los que aparece la Sabiduría, o la Esposa, en la mente de Dios desde antes de
los tiempos: "Desde el principio y antes de los siglos me creó, y
para la eternidad viviré " (Ecl 24, 9) "Yahvé me creó en el comienzo de sus designios, antes
de sus obras más antiguas. Desde la eternidad fui constituida, desde el
comienzo, antes del origen de la tierra." "Cuando el abismo no existía, fui yo engendrada,
cuando no había fuentes ricas en aguas. Antes que los montes fueran fundados,
antes de las colinas fui yo engendrada " ( Prov
8, 22-25 ) Estas
expresiones son aplicables a la Madre de Dios. En la Bula "Ineffabilis Deus" de Pío IX leemos cómo "El Dios inefable,
habiendo previsto desde toda la eternidad la lastimosísima
caída de todo el género humano por la transgresión
de Adán, decretó la primera obra de su bondad en el misterio oculto desde los
siglos, por medio de la encarnación del Verbo. "Es pues, la elección y predestinación de María algo
íntimamente unido al decreto de la Redención que había de realizarse por el
Verbo tan unido, que, concluye el Papa Pío IX, el destino de la Virgen fue
preestablecido en un mismo decreto con la Encarnación de Esta predestinación de Nuestra Señora, desde la eternidad,
para ser Madre de Dios, empieza a realizarse con el tiempo. He aquí cómo lo
expresa el Concilio Vaticano II: " El benignísimo y sapientísimo Dios, al querer
llevar a término la redención del mundo, cuando llegó la plenitud del tiempo,
envió a su Hijo hecho de mujer... para que recibiésemos la adopción de hijos
(Gál 4 4-5) El cual por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación
descendió de los cielos, y se encarnó por obra del Espíritu Santo de María
Virgen." (Credo de la Misa: Símbolo de Constantinopla) Este misterio divino de salvación se nos revela y continúa
en la Iglesia, a la que el Señor constituyó como su Cuerpo y en ella los
fieles, unidos a Cristo, su Cabeza, en comunión con todos sus santos, deben
también venerar la memoria "en primer lugar, de la gloriosa siempre
Virgen María, Madre de nuestro Dios y Señor Jesucristo" (Canon de Constitución Apostólica "Lumen Gentium",
capítulo VIII n.52) INMACULADA
CONCEPCION DE MARÍA Si en el orden de la intención divina, lo primero y
primordial es la destinación de María a ser Madre de Dios, en la ejecución
temporal de esos designios de la economía de Dios, el primer momento
corresponde a Consiste este singular privilegio de Nuestra Señora en
haber sido excluida por especial bondad de Dios, y en previsión de los
méritos de Nuestro Señor Jesucristo, de la común suerte de los hijos de Adán
que, después del pecado de este, que llamamos pecado original nacen todos
privados de la gracia de Dios. María fue, pues, redimida, pero de una manera especialísima: si nosotros somos salvados del pecado
después de haber incurrido en él, El ángel Gabriel dijo a la Virgen: " Llena de
Gracia" Mas para que esta salutación, pronunciada en nombre de
Dios, suma Verdad, fuera verdadera en todo momento y en toda su extensión,
era preciso que en todo momento estuviera María inmune de culpa original,
puesto que la plenitud de gracia exige carencia total y absoluta de todo lo
que es pecado. La Iglesia ha Visto también siempre en el misterio de " Yo pongo enemistad entre ti y la mujer, entre tu
linaje y el suyo; él te aplastará la cabeza mientras tú te abalances a su
calcañal" ( Gén 3, l5 ) La iconografía cristiana nos da un dato elocuente de la convicción
del pueblo creyente de este privilegio singular de la Virgen, al presentar
tan insistentemente la imagen de Nuestra Señora pisoteando una serpiente que
a su vez trata de retorcerse y morderle el talón. Este privilegio de la Virgen era ya tenido por cierto en
la Iglesia desde la más remota antigüedad, bien sea en la fe implícita de los
primeros siglos, de la que dan testimonio San Efrén, Siro, San Ambrosio, San
Agustín, etc., como en la fe explícitamente confesada antes del siglo XI con
innumerables testimonios de los Padres de la Iglesia y demás escritores
eclesiásticos que exaltan la pureza virginal de la Madre de Dios. Un reflejo de esta fe era la fiesta de la Concepción de EFECTOS
DE Al ser concebida María sin pecado original, también
debería quedar inmune de los efectos de ese pecado en la naturaleza humana,
como son: 1. La pérdida de la gracia, del derecho al cielo y de la
inmortalidad. 2. La concupiscencia o mala inclinación al pecado en la
carne, ignorancia en el entendimiento, fragilidad en la voluntad,
enfermedades y muerte corporal. Por consiguiente, sus facultades corporales sensitivas y
espirituales conservaron la más admirable armonía, sin manifestación alguna
de desorden ni concupiscencia; su entendimiento gozó de espléndida lucidez,
su voluntad siempre sujeta a la recta razón y a la voluntad de Dios, y, en
fin, su derecho a la inmortalidad y a la incorrupción corporal. Sin embargo, María sufrió y murió, en virtud de la
solidaridad con Cristo que también había de padecer y morir, no como efecto
del pecado, sino como medio de expiación del mismo. Al tener el privilegio de nacer inmune de pecado, o sea la
parte negativa de su santificación, la plenitud de gracia verifica la parte
positiva de esa admirable limpieza original del alma de María. Ya que el
pecado es absolutamente incompatible con la gracia, la misma plenitud de
gracia de la Virgen exige de por sí la ausencia, en todo momento, del pecado
original y actual. La gracia es una participación de la naturaleza de Dios en
la creatura racional, que, entonces, vive de la vida de Dios es un don
sobrenatural que infundido por Dios en el alma, nos hace justos, agradables a
Dios y amigos suyos, sus hijos adoptivos y herederos de la vida eterna. En
el Evangelio de San Lucas leemos: " Al sexto mes el ángel Gabriel fue
enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen
desposada con un varón llamado José... " Entrando junto a ella, le dijo: Salve, llena de
gracia, el Señor es contigo" (Lc l, 26-28) Palabras semejantes de boca del arcángel en nombre de Dios
no pueden menos de ser la expresión más palpable de la benevolencia divina,
la que a su vez no puede ser menos que la plenitud de la gracia santificante.
Esta sola prerrogativa de Nuestra Señora la haría de por sí acreedora al
título especial de culto con que la honra el pueblo cristiano. B.
PERFECCIONES DEL ALMA Y DEL CUERPO DE MARÍA VIRTUDES
DE Juntamente con la infusión de la gracia santificante, la
creatura racional, en el momento de recibirla, recibe igualmente las virtudes
sobrenaturales, es decir, esas fuerzas indispensables para poner en actividad
la vida nueva que le ha sido dada: la fe, la esperanza, la caridad y demás
virtudes morales infusas que, juntamente con los dones del Espíritu Santo,
constituyen la estructura del organismo sobrenatural, es decir, todas las
facultades y poderes de obrar bien y practicar actos virtuosos que le sirvan
para conseguir méritos para la vida eterna. María Santísima, al recibir desde el primer momento de su
concepción la plenitud de gracia, conjuntamente fue adornada de la más
profunda fe, de la más confiada esperanza y el más encendido amor de caridad
con Dios y los prójimos, además de la infinidad de virtudes morales. En el Evangelio y en la tradición cristiana aparece María
llevando a la ejecución en grado heroico todas las más hermosas virtudes de
que Dios adornó su alma, para que fuera digna Madre de Cristo, Dios y hombre
verdadero. "Bienaventurada la que ha creído que se cumplirán las
cosas que se le han dicho de parte del Señor " (Lc l, 45) No podría darse mejor testimonio de la fe profunda de
Nuestra Señora que esta expresión inspirada de su prima Isabel. La esperanza anima toda la existencia terrena de Nuestra
Señora: en virtud de ella resplandece el misterio de su soledad y sacrificio;
la vemos asimismo en la espera de la venida del Espíritu Santo, en el
Cenáculo, con los apóstoles: "Todos ellos perseveraban unánimes en la oración, con
las mujeres, y con María, la Madre de Jesús, y con sus hermanos." (Act l, l4) La inmensa caridad de María la llevó a aceptar todo el
peso del sacrificio que la vida, pasión y muerte de Nuestro Señor Jesucristo
le imponía para realizar los designios de Dios en beneficio de la humanidad. No faltan, dentro de la notoria sobriedad evangélica en
todo lo referente a la Madre del Señor, ciertos rasgos simpáticos de esa
inmensa caridad y misericordia de la Virgen, como en las Bodas de Caná: "Tres días después hubo una boda en Caná de Galilea,
en la que se hallaba la madre de Jesús... "Y como faltase vino, dijo a Jesús su madre: No
tienen vino... "La madre dijo a los sirvientes: Haced lo que El os
diga" (Jn También expresa el breve relato evangélico las demás
virtudes morales de Nuestra Señora: su humildad, que la hace considerarse
"sierva del Señor", al mismo tiempo que era designada su Madre: "Dijo entonces María: He aquí la esclava del Señor,
hágase en mí según tu palabra "(Lc l, 38) Esa humildad profunda que atrajo las bondades del cielo: "Mi alma glorifica al Señor, y mi espíritu se
regocija en Dios mi Salvador, porque ha mirado la humilde condición de su
sierva." "Porque desde ahora me llamarán bienaventurada todas
las generaciones." ( Lc l, 48) La obediencia ciega a los designios de Dios, por difíciles
e incomprensibles que parecieran: "Se apareció en sueños el ángel del Señor a José y le
dijo: " Levántate, toma al niño y a su madre,
huye a Egipto, y estate allí hasta que yo te avise... "Muerto Herodes, un ángel del Señor se apareció en
sueños a José en Egipto diciendo: Levántate, toma al niño y a su madre, y
vuelve a la tierra de Israel; porque han muerto los que atentaban contra la
vida del niño " (Mt 2, l3,l9) La prudencia resplandece en su posición discreta y
sencilla, a pesar de la altísima dignidad, pero conforme en todo a la
economía con que Jesús se manifestaba; la justicia en su exactitud en el
cumplimiento legal de la purificación: " Cuando se cumplieron los días de la
purificación, según la Ley de Moisés, lo subieron a Jerusalén para ofrecerlo
al Señor... "Simeón los bendijo y dijo a María, su madre: He aquí
que este niño está destinado para ser caída y resurgimiento de muchos en
Israel..." (Lc 2, 22,38) La fortaleza, que la distingue como "Reina de los
mártires", es la virtud que resplandece en ella durante la pasión y
muerte del Señor. "Y una espada atravesará tu alma, para que sean
descubiertos los pensamientos de muchos corazones " (Lc 2,35) La virtud de la templanza resalta de una manera peculiar
en la virginidad perpetua de la Virgen. a. - La virginidad corporal o integridad física que supone
la carencia total y perpetua de todo deleite carnal en la Virgen; b. - La virginidad esencial del alma, o sea la voluntad de
evitar todo cuanto se opone a la perfecta castidad, y c. - La virginidad integral del sentido, o sea la
inmunidad de los movimientos de concupiscencia de la carne y del placer
venéreo, de tal manera que no experimentara nada menos casto. Sin embargo, cuando nos referimos a la Virginidad perpetua
de la Madre de Dios, nos referimos a la primera, es decir, a la corporal,
puesto que la segunda y la tercera son consecuencias necesarias de su
Purísima Concepción y de su plenitud de gracia. La
virginidad corporal de María subsiste: l.- ANTES DEL PARTO, en la misma concepción, puesto que,
según leemos en el Evangelio de San Lucas, concibió a Jesús, no de varón, sino
fuera de todo concurso humano: " la virtud del altísimo te hará
sombra" (Lc l, 37) 2.-EN EL PARTO, porque dio a luz a su Hijo sin violar,
romper ni perforar o desgarrar el sello de la virginidad, sin dolor, por
especial y portentoso milagro del poder divino "Como el rayo del sol
pasa a través de un cristal sin romperlo ni mancharlo", según la hermosa
expresión del catecismo del P. Astete. De manera
que la mente humana se resistiría a admitir si no estuviera en el misterio de
la fe. 3.-DESPUES DEL PARTO, es decir, que después del nacimiento
de Cristo tampoco hubo consorcio alguno con varón, y por consiguiente no tuvo
otros hijos, y ni siquiera perdió la integridad de su cuerpo de manera
puramente accidental. La triple virginidad de María antes del parto, en el parto
y después del parto es un misterio de fe católica, proclamado en el Concilio
Lateranense bajo el Papa Martín I, en el año 649, y también en el Concilio
III de Constantinopla en el año 68O. Sin embargo, ya antes esta verdad estaba
en el patrimonio de la fe cristiana. Los primeros en proferir injurias contra este inefable
privilegio de la Madre del Señor, fueron los judíos, al decir que Cristo
nació verdadera y propiamente engendrado por José; más tarde completaron la
farsa blasfema atribuyendo el nacimiento de Jesucristo a la obra de un
soldado romano llamado Panther o Pantheres, conseja heredada por muchos protestantes y
racionalistas que ven con mucho agrado la confusión entre "Parhenos", sustantivos griego que significa
"Virgen", y "Panter" o "Panteros", nombre propio de un varón. La
definición del Concilio Lateranense dice: " Si alguno, en conformidad con los
santos Padres, no confiesa que El Evangelio nos ofrece el más claro testimonio de la
Virginidad perpetua de María por boca de ella misma en esa hermosa expresión
con la que respondió al saludo del Angel " María dijo al ángel: ¿ Cómo será
esto, pues no conozco varón? " (Lc l, 34) Expresión que indica un voto emitido, en un presente
admirable," a lo divino", y que significa: no conozco, ni he de
conocer, significado este que fue refrendado por la misma autoridad de Dios,
al explicarle inmediatamente el Angel del Señor: "El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del
Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el niño que nazca será santo y
llamado Hijo de Dios" (Lc l, 35) Igual explicación ofrece el Angel del Señor a su esposo
José: "Estando desposada María su madre, con José, antes de
que convivieran se encontró encinta por virtud del Espíritu Santo." " José, su marido, siendo justo y no
queriendo denunciarla, resolvió dejarla secretamente. " Estaba pensando en esto, cuando un ángel del Señor
se le apareció en sueño y le dijo: " José, hijo de David, no temas
recibir contigo a María, tu mujer, pues su concepción es del Espíritu
Santo." (Mt. l, l8,2O) La antigua tradición llamaba siempre a María con el título
de Aeiparthenos, palabra griega que significa: La perpetua virginidad de María no es obstáculo para que entre
ella y San José hubiera un verdadero matrimonio. Además del testimonio
evangélico de que " Estaba desposada con José " (Mt l, l8) y de que
después "la recibió como esposa" (Ibid.
24), tenemos la clara explicación de que, si bien el consentimiento matrimonial
tiene que tener, para su validez, como objeto el derecho mutuo al uso del
cuerpo del otro cónyuge, ese derecho muy bien podía estar condicionado a un
propósito, también mutuo, de no usarlo, propósito que, después del matrimonio
ratificado, podía muy bien convertirse en un mutuo voto sin invalidar el
mismo matrimonio. En este caso se junta un verdadero matrimonio con una
verdadera virginidad, y no hay lesión alguna de la virtud de la justicia que
regula los derechos matrimoniales. Santo Tomás de Aquino presenta como razones que pueden
demostrar la conveniencia de que Cristo fuera concebido y naciera de Madre
Virgen: a.- La dignidad del Padre, ya que, siendo Cristo verdadero
y natural hijo de Dios, no convenía que tuviese otro Padre que compitiese con
Dios tal dignidad; b.- Su mismo nombre y calidad de Hijo o Verbo de Dios que
excluye toda corrupción del espíritu; c.- La dignidad del Hombre-Jesús, que no debía tener en su
origen nada que fuera pecado, puesto que había venido a borrar el pecado del mundo;
d.- Por el fin de la encarnación del Verbo, que era para
que los hombres renacieran hijos de Dios. Sin embargo, esa misteriosa conjunción de maternidad y
virginidad es siempre un misterio impenetrable, objeto exclusivo de la fe, la
cual simplemente se apoya en la autoridad de Dios y en su poder infinito,
que, como el ángel Gabriel explicara a la Virgen, "porque nada hay
imposible para Dios" (Lc l, 37) PERFECCIÓN
DEL CUERPO DE MARÍA Recordemos que, siendo María inmune del pecado original y,
por consiguiente, de todas las taras que trajo este consigo, también tenía
que quedar inmune de las imperfecciones de cuerpo y espíritu que son efecto
de ese pecado, y libre asimismo de los desórdenes consiguientes. De ahí que debamos suponer una hermosura corporal sin
igual, una proporción de todas sus partes cual describe Salomón en su esposa (Cantar
de los Cantares, c,4,), y más todavía, una nobleza
de cualidades sensibles y espirituales cual se debía a quien había de ser la
Madre de Cristo, pedagoga y reina del mejor hogar que han conocido los
siglos, el de Nazaret. Cuando nos referimos a la belleza corporal de Nuestra
Señora, debemos de tener presente que no hay una belleza ideal para aplicar a
Nuestra Señora; la iconografía universal se ha encargado de demostrarlo. Así
es como, por ejemplo, la belleza ideal que en España o en Italia se atribuye
al cuerpo de Nuestra Señora, es muy distinta de la que se tiene en Japón o en
Africa Central o en Indoamérica.
El tiempo también ha contribuido a fomentar este concepto, de manera que hoy
a muchos dice mucho más una imagen estilizada y deshumanizada de la
actualidad, que un cuadro del Renacimiento, o una talla antigua. C
- REALIZACIÓN DE Se dice que María es Madre de Dios, en sentido estricto
del término, puesto que ella engendró y dio a luz a Jesús, que es Dios: en Jesús hay una sola persona,
que es Los
que no admiten que María es Madre de Dios, pueden catalogarse en dos clases: a - Los que no creen en la divinidad de Jesucristo, como
los judíos, algunas sectas protestantes para quienes el libre examen los ha
llevado hasta el extremo de no creer en lo que los caracterizaría como
cristianos, y, en fin, todos los no-cristianos, y b - Los que, creyendo en la
divinidad de Jesucristo creen que María es madre de Jesús-hombre nada más,
sin tener que ver nada con la persona del Verbo. Entre estos últimos, la
herejía más típicamente antimariana es la
nestoriana, cuyos adherentes afirmaban que la Virgen era madre del hombre,
Madre de Cristo o a lo sumo portadora de Dios, pero de ninguna manera Madre
de Dios. Además del Concilio de Efeso, María fue confesada Madre de
Dios en el Concilio de Calcedonia, en el II de Constantinopla, en el de Letrán, en el III de Constantinopla, etc., así como
también fue unánimemente pregonada por las Padres de la Iglesia, los
escritores eclesiásticos y los Doctores, sin excepción alguna. El Evangelio de San Lucas nos trae el testimonio divino: "El niño que nazca (de ti) será santo y llamado Hijo
de Dios" (Lc l, 35) "Concebirás y darás a luz un hijo, al que pondrás por
nombre Jesús. Será grande y llamado Hijo del Altísimo; el Señor le dará el
trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob por los siglos, y su
reino no tendrá fin" (Ibid. 3l-33) En la Visitación, el evangelista nos presenta la primera
profesión de fe en María, Madre de Dios; He aquí lo que exclama la prima de
la Virgen, Isabel: "Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de
tu vientre " "Y, cómo es que la madre de mi Señor viene a mí?" (Lc l, 42-43) Si el Hijo de María es el Señor de Isabel, obvio es que
María, la madre de ese Señor, Jesús, es la Madre de Dios. Aunque La Maternidad divina es una maternidad muy singular, no
solamente por la persona que es término de este peculiar engendró y parto,
que es " Su concepción es del Espíritu Santo " (Mt l,
2O) Así lo dice el Evangelio, y así lo confesamos los
cristianos en el Credo. Toda verdadera y propia noción de maternidad supone en la
madre que concibe, gesta por nueve meses y da a luz, diversas funciones de
orden físico, moral y espiritual con respecto al hijo. Y estas funciones no
podían faltar en el gran acontecimiento de la Maternidad de María. Ella, físicamente, concibió en sus purísimas entrañas,
llevó durante nueve meses, dio a luz, alimentó con su leche materna Jesús. Ella, moralmente, fuera de su prodigiosa preparación a la
Maternidad, siguió velando por su Hijo durante toda la infancia y vida
privada. Todo este cúmulo de funciones morales maternales de María aparece en
el Evangelio de San Lucas con la admirable advertencia de que María era
consciente de todos estos misterios: " Su Madre guardaba todas estas cosas en su corazón
" (Lc. 2, 5l) Ella, en fin, espiritualmente, cooperó dentro de ese
misterioso parentesco y afinidad con Dios, a la manifestación de los grandes
dones que encerraba el Niño Dios, de quien también dice el Evangelio de su
infancia: " Jesús crecía en sabiduría, en edad y en gracia
delante de Dios y de los hombres " (Lc 2, 52) María, juntamente con José, era testigo y vigilante de ese
misterioso crecimiento. " La unión de la Madre con el Hijo en la obra de la
salvación se manifiesta desde el momento de la concepción virginal de Cristo
hasta su muerte; En primer término, cuando María se dirige a toda prisa a
visitar a Isabel, es saludada por ella a causa de su fe en la salvación
prometida y el precursor saltó de gozo (Lc l, 4l-45) en el seno de su Madre; Y en la Natividad cuando la Madre de Dios, llena de
alegría muestra a los pastores y a los Magos a su Hijo primogénito, que lejos
de disminuir consagró su integridad virginal. Y cuando, ofrecido el rescate de los pobres, lo presentó
al Señor, oyó al mismo tiempo a Simeón que anunciaba que el Hijo sería signo
de contradicción y que una espada atravesaría el alma de la Madre, para que
se manifestasen los pensamientos de muchos corazones (Lc 2, 34) Al niño Jesús perdido y buscado con dolor, sus padres lo
hallaron en el templo, ocupado en las cosas que pertenecían a su Padre, y no
entendieron su respuesta. Más su Madre conservaba en su corazón meditándolas,
todas estas cosas." Resumamos
con San Mateo el gran misterio: "El nacimiento de Jesucristo fue así: Estando
desposada María su madre, con José, antes de que convivieran se encontró
encinta por virtud del Espíritu Santo, José, su marido, siendo justo y no
queriendo denunciarla, resolvió dejarla ocultamente. Estaba pensando en esto, cuando un ángel del Señor se le
apareció en sueño y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir contigo a
María, tu mujer, pues su concepción es del Espíritu Santo. Dará a luz un
hijo, y tú le pondrás el nombre de Jesús; porque El salvará a su pueblo de
sus pecados." "Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que el
Señor había dicho por medio del profeta: " He aquí que la Virgen concebirá y
dará a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel, que significa Dios con
nosotros. " José, habiendo despertado del sueño, hizo lo que le
había mandado el ángel del Señor y recibió a su mujer, y, sin que la
conociera, ella dio a luz un hijo, al que puso por nombre Jesús " ( Mt
l, l8-25 ) EXCELENCIAS
DE Una persona es tanto más excelente cuanto más cercana está
a Dios, principio y fuente de toda grandeza, y cuanto más participa de El.
Ahora bien, María Santísima por su dignidad de Madre de Dios y la intimidad
que ello supone con el Verbo encarnado, participa de Dios es una medida
excelentísima por consiguiente, su excelencia debe ser algo inconmensurable. "Bendita tú entre las mujeres " (Lc. l, 42) fue
el saludo más apropiado que encontró su prima Isabel para felicitarla. Y en
la Bula "Ineffabilis" dice el Pontífice
Pío IX que " María es superior a todos, menos a Dios
". Asimismo León XIII con no menos encarecimiento: "En
verdad, tan alta es la dignidad de la Madre de Dios, que no puede darse nada
más grande". Y en Los Santos Padres emulan enexaltar
las excelencias de la Virgen en su dignidad de Madre de Dios, y precisamente
por dicha dignidad. Baste por todos el hermoso testimonio de San Cirilo de
Alejandría: "Podrá haber un hombre capaz de celebrar dignamente a Santo Tomás de Aquino la coloca por encima de los ángeles.
Y la razón de esta dignidad, que él califica como "Quodamodo
infinita" (en cierto modo infinita) se funda en que no solamente
engendró a uno igual a Ella, sino a uno infinitamente mejor que Ella. La Maternidad de Nuestra Señora es una gracia en toda la
extensión santificadora de su significado. La sencilla expresión del Papa Pío IX quien recuerda como
María, "a quien Dios Padre se dignó dar a su Hijo, engendrado por El e
igual a El, para que fuera engendrado por El e igual a El, para que fuera un
mismo Hijo común del Padre y de la Virgen "..., nos da a entender la más
íntima relación que hay entre María y la Trinidad: Tener el mismo Hijo que el
Padre. Lo cual supone en ella una vinculación misteriosa y un parentesco sin
par con las tres divinas Personas: " Solo ella puede decir con el Padre
al Hijo: Tu eres mi Hijo." Suele expresarse en la tradición católica esta
familiaridad de Los teólogos afirman que " María, por su divina
maternidad, pertenece al orden hipostático " porque en sus purísimas
entrañas se verificó la unión de la naturaleza humana con la naturaleza
divina en la única persona del Verbo, y por lo tanto tiene una participación
tan íntima, tan familiar con la Divinidad, que con razón se le puede decir
que pertenece a la Familia de Dios. EN
SUS RELACIONES CON LA HUMANIDAD D.-
CONSECUENCIAS DE Del oficio de Madre de Dios y de su consiguiente dignidad,
derivan para la Virgen, otros que son estricta consecuencia de su maternidad
total, como son la maternidad sobre el Cuerpo Místico de Cristo, o maternidad
espiritual, la corredención, la eficiencia en el
merecimiento y distribución de las gracias (mediación y dispensación), y,
otras prerrogativas como la Asunción en cuerpo y alma a los cielos, que viene
a ser el feliz coronamiento de su obra como Madre del Señor que triunfó sobre
la muerte. La obra redentora y santificadora de Jesucristo se
perpetúa y realiza, según su expresa voluntad, en cuanto a su aplicación a
cada alma en particular, no de una manera independiente y aislada, sino
dentro de la corporación o sociedad instituida por El, anunciada en su predicación
del Reino de Dios, establecida con la elección de los apóstoles a quienes
confirió el poder de administrar su gracia, rubricada con su sublime
sacrificio de la Cruz, alimentada con los Sacramentos y fortalecida con la
infusión del Espíritu Santo. Esto es, en la Iglesia, su Cuerpo Místico. Todos los fieles formamos con Cristo un solo Cuerpo, que
es su Iglesia, de " Nada hay tan antiguamente probado
en la doctrina católica como el que La Maternidad espiritual de todos los hombres redimidos
por la sangre de Nuestro Señor Jesucristo, es algo que encontramos
expresamente dicho en Dos momentos principales se consideran en la Palabra de
Dios escrita: en primer lugar, el referido por San Lucas l,38, sobre el
consentimiento de la Virgen en la Encarnación: "Dijo entonces María: He aquí la esclava del Señor;
hágase en mí según tu palabra." Este pasaje viene a señalar como el punto de partida de la
acción maternal de María directamente sobre el Cristo físico, e
indirectamente sobre la obra de Cristo, el Cuerpo Místico. Porque toda la
obra de la redención, cuya perpetuación realiza la Iglesia, dependía en su
realización de la aceptación que la Virgen diera de la gran propuesta que le
hacía Dios. En segundo lugar, tenemos el pasaje de San Juan l9, 25-27,
referente a la compasión de María con Cristo en la Cruz y la referencia
expresa de Jesús a ella y al apóstol Juan; detengámonos brevemente en este
trascendental pasaje. " Estaban en pie junto a la cruz de
Jesús su madre, María de Cleofás, hermana de su madre, y María Magdalena.
" Jesús, viendo a su madre y junto a ella al discípulo que Él amaba,
dijo a su madre: Mujer, he ahí tu hijo." " Luego dijo al discípulo: He ahí a tu
madre. " Y desde aquel momento el discípulo la recibió
consigo " En este relato San Juan representa al género humano
entero, de verdad. León XIII, dice: " El marco del episodio indica un acto oficial y de alcance
pública de Cristo, en esa hora solemne hacia la cual estaba orientado todo su
ministerio aquí en Inmediatamente después de haber contado el episodio, San
Juan escribe: "Después de esto, sabiendo Jesús que todo se había
acabado, para que se cumpliera la Escritura, dijo: Tengo sed " El apelativo "mujer" muestra también que Cristo
se colocó por encima de sus relaciones familiares con su Madre, en un plano
más elevado, el de la obra pública. Si hubiera querido en ese momento
testimoniarle su afecto con un acto de piedad filial, se hubiera dirigido
espontáneamente a ella con el nombre de " Madre "... La tradición nos enseña esta creencia de la Iglesia por
medio de un paralelismo muy elocuente entre Eva, San Agustín dice que María es "Madre de los miembros
del Cuerpo Místico." Esta maternidad espiritual de la Virgen sobre todos los
cristianos, que tuvo su momento "incoactivo"
en el consentimiento para la encarnación, su solemne proclamación en la cruz,
se ejecuta y lleva a efecto en cuanto María, junto con Jesús e
inseparablemente de él, merece por nosotros y colabora íntimamente en la
redención, y por fin en la aplicación de sus méritos y gracias mediante su
intercesión continua por sus hijos espirituales. En el primer momento, María
es "Compañera del Redentor", expresión más justa que la de
"Corredentora", que suele usarse mucho, y en el segundo, es
"Medianera" universal. María engendró voluntariamente al Redentor, y por eso es
causa de nuestra redención y salvación. En cierto modo todo dependió de su
"Hágase en mí según tu palabra", pronunciado libremente ante el
amoroso requerimiento de Dios. Que En el Credo decimos que creemos en un solo Señor,
Jesucristo, Hijo único de Dios,... quien por nosotros los hombres y por
nuestra salvación bajó del cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de
María la Virgen. Por consiguiente, si "Cristo Redentor vino para
satisfacer por nuestros pecados y para adquirirnos los auxilios de la
salvación", es claro que La Encarnación no es más que el principio de la gran obra.
María ofreció a su Hijo para nuestro rescate expresamente: en el templo, para
que fuera, como leemos en San Lucas, "ruina y resurrección de
muchos" (Lc 2, 34) Y para que ella fuera traspasada por la espada del dolor.
Expresiones ambas que dicen demasiado del sacrificio por el cual fuimos redimidos.
Mas sobre todo cuando estuvo junto a la cruz con
Cristo y con toda su voluntad, renunció a los derechos maternales sobre
Jesús. " Concibiendo a Cristo, engendrándolo, alimentándolo,
presentándolo en el templo al Padre, padeciendo con su Hijo mientras El moría
en la Cruz, cooperó en forma del todo singular, por la obediencia, la fe, la
esperanza y la encendida caridad, en la restauración de la vida sobrenatural
de las almas. Por tal motivo es nuestra Madre en el orden de la gracia."
La presencia de María y su íntima participación en el supremo
acto sacerdotal de Jesucristo, su Hijo y esto de manera pública, refrendada
por el testimonio del Evangelio, nos sitúa ante una hermosa prerrogativa más
de la Virgen, derivada de su Divina Maternidad: la mediación universal de
Nuestra Señora. Mediador es el que enlaza dos extremos. Participando de la
manera de ser del uno y del otro, establece contacto entre ellos. Cristo es el "único mediador entre Dios y los
hombres", que se entregó así mismo como precio de rescate por
todos" (l Tim 2,5-6). eso
porque El solo fue ungido sacerdote eterno en el momento de la encarnación. Jesucristo media entre Dios, ofendido, y los hombres,
ofensores, mediante su acción sacerdotal, por la cual se ofreció en
sacrificio por la redención de a - Por su libre consentimiento dado desde el momento de
la Anunciación. b - Por el mérito obtenido por Ella en su propio
sacrificio y en la cooperación en el Sacrificio de su Hijo. c - Por su cooperación voluntaria en la misma obra de la
Redención. d - Por su obra de intercesión voluntaria en el cielo, en
la que por voluntad de Cristo nos alcanza y distribuye los bienes de la
redención. La doctrina sobre la Mediación de Nuestra Señora, está
entre las verdades del magisterio ordinario de la Iglesia y en el sentido de
los fieles. Tanto los sumos pontífices como la liturgia y el piadoso sentir
de todos los católicos ven en León XIII dice: " Te suplicamos, conciliadora de
nuestra salvación, tan poderosa como clemente". En verdad, que el nombre
de perfecto conciliador así como su oficio, a nadie convienen como a Cristo,
puesto que El es el único Hombre y Dios que restituyó la amistad entre Dios y
los hombres. Pero si, como bien lo dice Santo Tomás de Aquino, no obsta que
otros puedan llamarse también mediadores en cierto modo entre Dios y los
hombres, por cuanto cooperan a la unión entre el hombre y Dios positiva y
ministerialmente, como son los ángeles y los santos... ciertamente que esta
dignidad conviene de la manera más excelente a la Virgen gloriosa, pues no se
puede pensar en nadie que haya hecho más que Ella por la reconciliación
(después de Cristo), ni que haya de hacerlo... Ella es, de la que nació
Jesús, es decir, su verdadera madre, y por este motivo es digna y aceptísima Mediadora. CÓMO
EJERCE MARÍA SU MEDIACIÓN Todo mediador entre dos extremos dirige su acción en ambas
direcciones. Por eso se dice que la mediación puede ser
"ascendente" y " descendente ".
Aplicado a la mediación de tanto ordinarias y casi
imperceptibles, como extraordinarias, públicas y espectaculares, de Nuestra
Señora, dentro y fuera de los santuarios de todo el mundo, no son otra cosa
que la ejecución amorosa de su Mediación entre Dios y nosotros. Nuestra Señora fue enriquecida con toda clase dones en su
alma y en su cuerpo, para ser digna Madre del Verbo Encarnado. Hemos visto cómo toda la razón de ser de la existencia de
María es su misión de Madre del Señor. Mas no
debemos olvidar que ella es siempre una creatura racional como todas las
demás, y por lo tanto su destino no debía ser tan solo social, sino que, como
toda persona humana, su vida mortal debía proceder hacia el fin último que
corresponde a todos los demás mortales. Por eso es importante que el cristiano devoto de María
conozca con certeza los pormenores del destino último de la Madre de Dios y
nuestra. Esta establecido por los decretos de Dios que todo hombre
ha de morir una vez, y que después de la muerte recibirá la recompensa
conforme a sus méritos o deméritos (Heb 9, 27). Y aplicando estos datos de la
fe a la Virgen, hallamos, por una parte, el hecho de que ella, habiendo sido
concebida sin pecado original, no tenía por qué morir, es decir, no tenía que
pagar el estipendio de un pecado que nada tenía que ver con ella porque no lo
había cometido. Por otra parte, la socia del Redentor y Madre de la Iglesia,
convenía que muriera así como murió Cristo, que no tuvo pecado. Y, en fin, la
Llena de Gracia, dechado de virtudes y méritos, debía, por justicia y bondad de
Dios, recibir un premio conforme a su altísima dignidad y a los inconmensurables méritos de su alma santísima.
De ahí la pregunta para el cristiano: ¿Cómo fue el tránsito de María de esta
vida mortal a la recompensa eterna? Muerte es la separación del cuerpo y el alma. La muerte es
el término del estado de viadores, y puerta de la eternidad. Durante muchos siglos se afirmó que San Epifanio es uno de los que la pusieron en duda. En los
siglos modernos, antes de la definición de la Inmaculada, también hubo
teólogos, como Álvaro de Cienfuegos, que sostuvieron la inmortalidad de
María. Y aun en nuestros días no faltan eminentes escritores marianos que
quisieran atribuirle a Nuestra Señora este privilegio. Sin embargo, la doctrina común de la Iglesia ha sido de que Su Santidad Pío XI, dijo: "Debemos hacer por nuestra
invocación de cada día, que María sea nuestra Medianera, nuestra abogada, de
suerte que podamos esperar de Ella, llevada a la gloria del cielo, en la hora
de nuestra muerte, -QUE TAMBIEN FUE Especialmente se nota la conveniencia de la muerte de
Nuestra Señora si se considera que ella es compañera inseparable del
Redentor, el cual, no mereciendo la muerte, sin embargo quiso someterse a
ella por los pecados del género humano. Luego, más que la conveniencia de no
morir, por no tener el pecado original, se ve en la Virgen la conveniencia de
morir por ser la Socia del Redentor. El Pontífice Pío XII, en la Bula definitoria del dogma de
la Asunción no definió nada sobre la muerte de María sin embargo en ella
habla de la convicción de todos los cristianos, "guiados por la
institución y dirección de sus pastores... de que la Madre de Dios, así como
su Unigénito, murió". Y en la fórmula de la Definición dice simplemente:
"terminado el tiempo de su vida terrena..." Sobre el tiempo y circunstancias de la muerte de Nuestra
Señora, nada dicen ni la fe ni la historia. " Ser llevada" se dice en latín
"assumi", de donde procede el término
"Asunción", de significado pasivo, para distinguirla de
"Ascensión" que tiene significado activo, y es el misterio de
Jesucristo, quien "subió" a los cielos por su propia virtud,
mientras que María "fue llevada". La Asunción de María tiene dos significados: El uno es,
NEGATIVO, en cuanto supone que su cuerpo santísimo no sufrió la corrupción
del sepulcro, y otro POSITIVO, que significa la glorificación del mismo
cuerpo, la cual a su vez supone la resurrección anticipada. El privilegio de la Asunción de María en cuerpo y alma al
cielo es un verdad de fe católica, definida por el
Papa Pío XII el l de noviembre de l95O por la bula
"Munificentissimus Deus",
con estas palabras. "Pronunciamos, declaramos y definimos que es dogma
revelado de fe católica: que Antes de la definición dogmática de Pío XII, y ya desde remontísimos siglos, era una verdad constantemente
confesada por "Yo pongo enemistad entre ti y la mujer, entre tu
linaje y el suyo; él te aplastará la cabeza mientras tú te abalances a su
calcañal" (Gén 3, l5) Aquí se anuncia una plena victoria del Redentor y su Madre
contra la serpiente infernal. Pero esta victoria no sería total si la Madre
del Redentor estuviera sujeta a la corrupción, ya que la muerte es estipendio
del pecado. Por consiguiente, María tenía que triunfar total y absolutamente
sobre el demonio y la muerte mediante su inmortalidad gloriosa, que se
verifica en el misterio de la Asunción. La tradición se manifiesta, tanto en el expresarse de los
Santos Padres, como en el sentir universal y en el culto tributado a María en
su Asunción a los cielos, la dedicación de innumerables templos antiguos de
todo el mundo a este privilegio de la Virgen, lo mismo que la antiquísima
celebración de la fiesta de la Asunción. La asunción de María en cuerpo y alma a los cielos va
acorde con la dignidad de Madre de Dios, porque si la carne de Cristo, sin
corrupción de ninguna clase, consiguió la resurrección y ascensión gloriosa después
de la muerte, es conveniente que se diga lo mismo de la carne de que fue
tomada la Carne de Cristo, y que es una con esta". ESPECIAL
GLORIA DE MARÍA, MARÍA REINA Dios concedió a "Una gran señal apareció en el cielo: una mujer
revestida de sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas
sobre su cabeza." (Ap l2,l) La aureola, según Santo Tomás, "es un privilegio
particular correspondiente a una victoria excelente". De ahí que la
aureola como triple victoria contra el mundo, el demonio y la carne,
corresponda cuanto más a Nuestra Señora. Las excelencias de María las celebra
el Pontífice Pío XII en su Encíclica "Ad caeli
Reginam" del ll de
octubre de l954, con ocasión de instituir la fiesta de "María
Reina" para el 3l de mayo. |
CAMINANDO CON MARIA Pedro Sergio Antonio
Donoso Brant p.s.donoso@vtr.net |