Caminando con
Maria Pedro Sergio
Antonio Donoso Brant |
SANTA TERESA DE
JESÚS HABLA DE |
SANTA
TERESA DE JESÚS HABLA DE 1. Con el cuidado que mi madre tenía de hacernos rezar y
hacernos devotos de nuestra Señora y de algunos santos, comenzaron a
despertarme a la virtud cuando tenía seis o siete años de edad, a mi parecer
(V 1, 1). 2. Me acuerdo que cuando murió mi madre, tenía yo doce años de
edad, poco menos. Cuando yo comencé a entender lo que había perdido,
afligida, me fuí a una imagen de nuestra Señora y
le supliqué, con muchas lágrimas, que fuese mi madre. Me parece que, aunque se
hizo con simpleza, me ha valido; porque he hallado a esta Virgen soberana muy
claramente en cuanto la he encomendado y al fin, me ha reconquistado (V 1,
7). 3. Nuestra Señora le debía de ayudar mucho (al cura de Becedas), que era muy devoto de su Concepción y en aquel
día hacía gran fiesta. Al fin dejó de verla del todo y no se hartaba de dar
gracias a Dios por haberle dado luz (V 5, 6). 4. No se cómo se puede pensar en 5. Aquí se hace devota de 6. Me parece que si hubieran tenido la fe como la tuvieron
después de la venida del Espíritu Santo, de que era Dios y hombre, no les
impidiera; pues no se dijo esto a 7. Estando en estos mismos días, el de nuestra Señora de Cuando me acabaron de vestir el manto,
estaba yo con grandísimo deleite y gloria, y nuestra Señora me asió las manos
y me dijo que le agradaba mucho que glorificara a san José; que creyera que
el monasterio que intentaba construir se haría, y que en él se serviría mucho
al Señor y a ellos dos; que no temiera
que se fallara en esto jamás que, aunque la obediencia no se prometía a mi
gusto, su Hijo estaría con nosotras, como nos había prometido y que, como
señal de que esto sería verdad, me daba aquella joya... Era grandísima la hermosura de nuestra
Señora, aunque no me pareció ninguna imagen determinada, sino con toda la
belleza acumulada en el rostro, vestida de blanco con mucho resplandor, no
deslumbrante, sino suave... Nuestra Señora me pareció muy joven. Estuvieron
conmigo un poco y yo, con grandísima gloria y felicidad, como nunca había
gozado tanta. Y nunca quisiera perder tanto gozo. Me pareció que los veía
subir al cielo con gran multitud de ángeles (V 33, 14-15). 8. Estando haciendo oración en la iglesia, antes de pasar
dentro del monasterio, casi arrobada, vi a Cristo,
que con gran amor me recibía y me ceñía una corona y me agradecía lo que
había hecho por su Madre (V 36, 24). 9. Otro día, estando todas en el coro en oración después de
completas, vi a nuestra Señora con grandísima
gloria, con manto blanco, amparándonos a todas debajo de él, entendí cuán
alto grado de gloria daría el Señor a las de esta casa (36, 24). 10. Guardamos 11. Quiera el Señor que todo sea para alabanza y gloria suya y
de 12. Un día de 13. Ni aborrecisteis, Señor de mi alma, cuando andabais por el
mundo a las mujeres, antes las favorecisteis siempre con mucha piedad y
hallasteis en ellas tanto amor... y más fe que en los +hombres, pues estaba 14. Parezcámonos, hijas mías, en algo a la gran humildad de 15. Y ¡qué es lo que debió de pasar 16. Aquí viene bien recordar cómo lo hizo con ¡Oh, Señora mía, con cuánta exactitud se
puede entender de Vos lo que pasa con la esposa del Cantar de los Cantares! Y
así podéis ver, hijas, en el oficio de nuestra Señora, que rezamos cada
semana, lo mucho que hay en él en las antífonas y lecturas (Mdt C 6,
7-8). 17. Las que se vieren en ese estado necesitan acudir a menudo
como pudieren, a Su Majestad, y tomar a su bendita Madre por intercesora (I M
2, 12). 18. Mas
bien sabe Su Majestad que sólo puedo presumir de su misericordia; y ya que no
puedo dejar de ser la que he sido, no tengo otro remedio sino llegarme a ella
y confiar en los méritos de su Hijo y de Alabadle, hijas, que lo sois
verdaderamente de esta Señora, y así no tendréis por qué afrentaros de que yo
sea ruín. Pues tenéis tan buena madre, imitadla y
considerad qué tal debe de ser la grandeza de esta Señora y el bien de
tenerla por patrona, pues no han bastado mis pecados y ser la que soy, para
deslustrar en nada esta sagrada Orden (III M 1, 3). 19. Pues menos podrán pensar en 20. Siempre hemos visto que los que más cercanos anduvieron a
Cristo nuestro Señor, fueron los de mayores trabajos. Miremos lo que pasó su
gloriosa Madre (VII M 4, 5). 21. No pienses, cuando ves a mi Madre que me tiene en los
brazos, que gozaba de aquellos contentos sin grave tormento. Desde que le
dijo Simeón aquellas palabras, le dio mi Padre clara luz para que viese lo
que yo había de padecer (Cc 26ª, 1). 22. El día de 23. Entendí que tenía mucha obligación de servir a nuestra
Señora y a san José; porque muchas veces, estando perdida del todo, por sus
ruegos me volvía a dar salud (Cc 63ª). 24. Comienzo en nombre del Señor, tomando por ayuda a su
gloriosa Madre, cuyo hábito tengo, aunque indigna de él, y a mi glorioso
padre y señor san José, en cuya casa estoy, que éste es el título de este
monasterio de descalzas (F prl, 5). 25. Pasados algunos días, considerando cuán necesario era si se
hacían monasterios de monjas, que hubiesen frailes de la misma regla, escribí
a nuestro Padre General una carta suplicándoselo lo mejor que yo supe, dando
las causas por donde sería gran servicio de Dios, y que los inconvenientes
que podía haber no bastaban para dejar tan buena obra, y poniéndole delante
el servicio que haría a nuestra Señora, de quien era muy devoto. Ella debió
de ser la que lo tramitó (F 2, 5). 26. Pues se comenzaron a poblar estos palomarcicos
de 27. Me dijo el Señor que había estado su salvación en mucho
peligro y que había tenido misericordia de él por aquel servicio que había
hecho a su Madre en aquella casa que había dado para hacer monasterio de su
Orden (F 10, 2). 28. Gran cosa es lo que agrada al Señor cualquier servicio que
se haga a su Madre (F 10, 5). 29. Si decimos que estos principios son para renovar 30. Quiera nuestro Señor, hermanas, que nosotras vivamos como
verdaderas hijas de 31. Mas 32. Y nosotras nos alegramos de poder servir en algo a nuestra
Madre y Señora y Patrona (F 29, 23). 33. La imagen de nuestra Señora estaba puesta muy
indecentemente, y el obispo don Alvaro de Mendoza le ha hecho una capilla a
su costa, y poco a poco se van haciendo cosas en honor y gloria de esta
gloriosa Virgen y de su Hijo (F 29, 28). 34. Lo he dicho, porque estando en esta fundación de Palencia,
acabó nuestro Señor asunto tan importante en honor y gloria de su gloriosa
Madre -pues es de su Orden-, como Señora y Patrona que es nuestra. (Se trata
del Breve pontificio de la separación de los Descalzos) (F 29, 31). 35. Y tenga vuestra señoría ánimo para andar por tierras extrañas;
acuérdese de cómo andaba nuestra Señora cuando fue a Egipto, y nuestro padre
san José (Cta 9, 18). 36. Mi "Priora" hace maravillas. Para que se entienda
que esto es así, ha ordenado nuestro Señor que yo esté de suerte que no
parece sino que vine a aborrecer la penitencia y a no preocuparme sino de mi
regalo (Cta 37, 9). 37. Eso no lo osara yo prometer, porque se que los Apóstoles
tuvieron pecados veniales. Sólo nuestra Señora no los tuvo Cta 167, 12). 38. Así pienso que nos ha de acaecer en esta tempestad de
tantos días, que si no estuviera cierta de que los descalzos y descalzas
viven procurando observar su regla con rectitud y verdad, algunas veces
habría temido que han de salir los calzados con lo que pretenden (que es
destruir este principio que 39. Mire vuestra excelencia que este asunto toca a Que
Maria viva en tu corazón Pedro Sergio Antonio Donoso Brant |
Pedro Sergio Antonio Donoso
Brant |