Caminando con
Maria Pedro Sergio
Antonio Donoso Brant |
SANTA TERESA DE
JESÚS Y |
Toda la experiencia mariana de Santa Teresa que se
encuentra diseminada en sus escritos, se puede componer en un mosaico que
ofrece una hermosa imagen de María; nos servimos de tres líneas importantes
de esta doctrina teresiana. a.
DEVOCIÓN
MARIANA Y EXPERIENCIA MÍSTICA MARIANA
Otros textos de la autobiografía nos revelan la
permanencia de esta devoción mariana: cuando acude a la Virgen en sus penas
(Vida 19,S), cuando recuerda sus fiestas de la
Asunción y de Muy pronto la devoción a la Virgen pasa a ser, como en
otros aspectos de la vida de la Santa, una experiencia de sus misterios
cuando Dios hace entrar a Teresa en contacto con el misterio de Cristo y de
todo lo que a él le pertenece. En la experiencia mística teresiana del misterio de la Virgen
hay como una progresiva contemplación y experiencia de los momentos más
importantes de la vida de la Virgen, según la narración evangélica. Así por
ejemplo, tenemos una intuición del misterio de la obumbración
de la Virgen y de su actitud humilde y sabia en la Anunciación (Conceptos de
Amor de Dios 5,2; 6,7). Por dos veces Contempla con estupor el misterio de la Encarnación y
de la presencia del Señor dentro de nosotros a imagen de la Virgen que lleva
dentro de sí al Salvador: "Quiso (el Señor) caber en el vientre de su
Sacratísima Madre. Como es Señor, consigo trae la libertad, y como nos ama hácese a nuestra medida" (Camino Escorial 48,11). Contempla la Presentación de Jesús en el templo y se
le revela el sentido de las palabras de Simeón a la Virgen (Relación 35,1):
"No pienses cuando ves a mi Madre que me tiene en los brazos, que gozaba
de aquellos contentos sin graves tormentos. Desde que le dijo Simeón aquellas
palabras, la dio mi Padre clara luz para que viese lo que yo había de
padecer" ( Cfr. también sobre el nacimiento de
Jesús la Poesía 14 y sobre Tiene presente la huída a Egipto y la vida oculta de En los Conceptos de Amor de Dios (3,11) describe la
actitud de la Virgen: "Estaba de
pie y no dormida, sino padeciendo su santísima anima y muriendo dura
muerte". Ha entrado místicamente en el dolor de la Virgen cuando se
le pone el Señor en sus brazos "a manera de como se pinta la quinta
angustia" (Relación 58); ha experimentado en la Pascua de 1571 en
Salamanca la desolación y el traspasamiento del alma (que es como una noche
oscura del espíritu); todo ello le hace hacen recordar la soledad de la
Virgen al pie de la Cruz (Relación 15, 1.6). En esta misma ocasión le dice el
Señor que: "En resucitando había
visto a nuestra Señora, porque estaba ya con gran necesidad
... y que había estado mucho con ella- porque había sido menester
hasta consolarla" (Ib.). En varias ocasiones ha podido contemplar el misterio
de la glorificación de la Virgen en la fiesta de su Asunción gloriosa (Vida
33,15 y 39,26). Tiene conciencia de que la Virgen acompaña con su intercesión
constante la comunidad en oración, como le acaece en San José de Avila (Vida
36,24) y en la Encarnación (Relación 25,13).
Cuando en una altísima experiencia mística de le da a
conocer el misterio de la Trinidad percibe la cercanía de la Virgen en este
misterio y el hecho de que la Virgen, con Cristo y el Espíritu Santo son un
don inefable del Padre: "Yo te di
a mi Hijo y al Espíritu Santo y a esa Virgen. ¿Qué me puedes dar tu a mi? (Ib.) Se puede
afirmar que la Santa ha tenido una profunda experiencia mística mariana, ha
gozado de la presencia de María y ella misma, la Madre, le ha hecho revivir
sus misterios. Por eso es una profunda convicción de la doctrina teresiana
que los misterios de la Humanidad de Cristo y los misterios de b.
MARÍA, MODELO Y
MADRE DE Santa Teresa ha expresado en algunas líneas
doctrinales su experiencia y su contemplación del misterioso de Entre las virtudes que son también las de la vida
religiosa carmelitana podemos citar: la pobreza que hace María pobre con
Cristo (cfr. Camino 31,2); la humildad que trajo a Dios del cielo "en
las entrañas de la Virgen" (Camino 16,2) y por eso es una de las
virtudes principales que hay que imitar: "Parezcámonos
en algo a la gran humildad de Su presencia acompaña todo nuestro camino de vida
espiritual, como si cada gracia y cada momento crucial de madurez en la vida
cristiana y religiosa tuvieran que ver con la presencia activa de la Madre en
el camino de sus hijas. Así la Virgen aparece activamente presente en toda la
descripción que la Santa hace del itinerario de la vida espiritual en el
Castillo Interior. Es la Virgen que intercede por los pecadores cuando a ella
se encomiendan (Moradas I, 2,12). Es ejemplo y modelo de todas las virtudes,
para que con sus méritos y con sus virtudes pueda servir de aliento su
memoria en la hora de la conversión definitiva (Moradas III 1,3). Es la
Esposa de los Cantares (Conceptos de Amor de Dios, 6,7), modelo de las almas
perfectas. Y es la Madre en la que todas las gracias se resumen en su
comunión con Cristo en el "mucho padecer": "Siempre hemos visto que los que mas cercanos anduvieron a
Cristo nuestro Señor fueron los de mayores trabajos: miremos los que pasó su
gloriosa Madre y sus gloriosos apóstoles" (Moradas VII 4,5). Por eso
la memoria de Cristo y de la Virgen, en la celebración litúrgica de sus
misterios, nos acompaña y fortalece (Cfr. Moradas VI,7,11.13). c.
Teresa de Jesús con su vocación de Carmelita ha
entrado profundamente en toda la antigua tradición espiritual del Carmelo. En
el monasterio de la Encarnación de Avila ha podido impregnarse de toda la
rica espiritualidad mariana de la Orden, tal como en el siglo XVI la
expresaban la tradición histórica, las leyendas espirituales, la liturgia
carmelitana, la devoción popular, la iconografía carmelitana. En sus escritos
el nombre de la Orden esta siempre unido al de la Virgen que es Señora,
Patrona, Madre de la Orden y de cada uno de sus miembros. Todo es mariano en
la Orden, según Santa Teresa: el hábito, la Regla, las casas. Cuando es nombrada Priora de la Encarnación, en 1571,
coloca en el lugar primero del coro a la Virgen, porque comprende que en
María hay una convergencia de devoción, de amor y respeto por parte de todas
las religiosas. El gesto tiene un hermoso epílogo mariano, con la aparición
de la Virgen (Relación 25). En una Carta a María de Mendoza (7 de marzo de
1572) dice afectuosamente: "Mi 'Priora' ( Tiene plena conciencia de los privilegios del Santo
Escapulario, como parece aludir en esta frase a propósito de la muerte de un
carmelita: "Entendí que por haber sido fraile que había guardado bien su
profesión le habían aprovechado las Bulas de la Orden para no entrar en el
Purgatorio (Vida 38,31). Con idéntico espíritu mariano, como un servicio de
renovación de la Orden de nuestra Señora y por impulsos de la Virgen,
emprende la tarea de la fundación de San José. Ya en las primeras gracias que
Cristo le hace, encontramos la alusión de la presencia de la Virgen en el
Carmelo (Vida 32,11). Después es En la narración de los progresos de la Reforma, Teresa
tiene siempre el cuidado de subrayar la continuidad con la Orden, el servicio
hecho a nuestra Señora, la especial protección que Ella le dispensa en todas las
ocasiones. Así, por ejemplo, el encuentro con el Padre Rubeo
y el permiso obtenido para extender los monasterios teresianos: "Escribí
a nuestro Padre General una carta... poniéndole delante el servicio que haría
a nuestra Señora, de quien era muy devoto. Ella debía ser la que lo
negoció" (Fundaciones, 2,5). Todo el libro de las Fundaciones parece
estar escrito en clave mariana, pues son continuas las alusiones de Teresa a
la Virgen y a su servicio, como cuando escribe: "Comenzando a poblarse
estos palomarcitos de la Virgen nuestra Señora ..."
(Ib. 4,5); o cuando subraya: "Son estos
principios para renovar la Regla de la Virgen su Madre y Señora y Patrona
Nuestra" (Ib. 14,5), como dice a propósito de
la fundación de Duruelo. Cuando vuelve la vista atrás, al final del libro de
las Fundaciones, contempla todo como un servicio de la Virgen y una obra en
la que ha colaborado La misma separación de calzados y descalzos hecha en
el Capítulo de Alcalá, en 1581, es contemplada por Teresa con una referencia
pacificadora a la Madre de la Orden: "Acabó
nuestro Señor cosa tan importante... a la honra y gloria de su gloriosa
Madre, pues es de su Orden, como Señora y Patrona que es nuestra
..." (Ib. 29,31). El recuerdo de la Virgen sugiere a Teresa en diversas
ocasiones el sentido de la vocación carmelitana inspirada en María. Así por
ejemplo con una alusión implícita a la Virgen escribe: "Todas las que traemos este hábito sagrado del Carmen somos
llamadas a la oración y contemplación (porque este fue nuestro principio, de
esta casta venimos, de aquellos santos Padres nuestros del Monte Carmelo, que
en tan gran soledad y con tanto desprecio del mundo buscaban este tesoro,
esta preciosa margarita de que hablamos" (Moradas V 1,2). En el contexto anterior y posterior la Santa habla de
la vocación la oración, tesoro escondido y perla preciosa - dos alusiones
evangélicas - que están dentro de nosotros, pero que exigen el don total de
nuestra vida para comprar el campo donde esta el tesoro y adquirir la perla
preciosa. María aparece como la Madre de esta "casta de
contemplativos", por su interioridad en la meditación y la entrega total
del Señor. En otra ocasión Teresa llama la atención sobre la necesidad de la
imitación de la Virgen para poder llamarnos de veras hijas suyos: "Plega a
nuestro Señor, hermanas, que nosotras hagamos la vida como verdaderas hijas
de la Virgen y guardemos nuestra profesión, para que nuestro Señor nos haga
la merced que nos ha prometido" (Fundaciones 16,7). En el amor a la Virgen y en la adhesión a la misma
familia se encuentra para la fraternidad teresiana el fundamento del amor
recíproco y de la comunión de bienes, como sugieren estos dos textos: "Así que, mis hijas, todas lo son de
la Virgen y hermanas, procuren amarse mucho unas a otras" (Carta a
las monjas de Sevilla, 13 de enero de 1580, 6). "Por eso traemos todas un hábito, porque nos ayudemos unos
(monasterios) a otros, pues lo que es de uno es de todos" (Carta a Estas páginas muestran como Bibliografía y Fuentes: Las Fuente de los
escritos de Vida, Las Moradas, Cartas y otros. Publicación de |
Pedro Sergio Antonio Donoso
Brant |