EL
PENSAMIENTO DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II Edición Nº 24 Pedro Sergio
Antonio Donoso Brant |
Catequesis de Su Santidad Juan Pablo II Sobre MARÍA EN EL NACIMIENTO DE
JESÚS 1. En la narración del nacimiento de Jesús, el evangelista Lucas
refiere algunos datos que ayudan a comprender mejor el significado de ese
acontecimiento. Ante todo, recuerda el censo ordenado por César Augusto, que
obliga a José, «de la casa y familia de David», y a María, su esposa, a
dirigirse «a la ciudad de David, que se llama Belén» (Lc 2, 4). Al informarnos acerca de las circunstancias en que se realizan el
viaje y el parto, el evangelista nos presenta una situación de austeridad y
de pobreza, que permite vislumbrar algunas características fundamentales del
reino mesiánico: un reino sin honores ni poderes terrenos, que pertenece a
Aquel que, en su vida pública, dirá de sí mismo: «El Hijo del hombre no tiene
donde reclinar la cabeza» (Lc 9, 58). 2. El relato de san Lucas presenta algunas anotaciones, aparentemente
poco importantes, con el fin de estimular al lector a una mayor comprensión
del misterio de María vive la experiencia del parto en una situación de suma pobreza:
no puede dar al Hijo de Dios ni siquiera lo que suelen ofrecer las madres a
un recién nacido; por el contrario, debe acostarlo «en un pesebre», una cuna
improvisada que contrasta con la dignidad del «Hijo del Altísimo». 3. El evangelio explica que «no había sitio pare ellos en el
alojamiento» (Lc 2, 7). Se trata de una afirmación que, recordando el texto
del prólogo de san Juan: «Los suyos no lo recibieron» (Jn 1, 11), casi
anticipa los numerosos rechazos que Jesús sufrirá en su vida terrena. La
expresión «para ellos» indica un rechazo tanto para el Hijo como para su
Madre y muestra que María ya estaba asociada al destino de sufrimiento de su
Hijo y era partícipe de su misión redentora. Jesús, rechazado por los «suyos», es acogido por los pastores, hombres
rudos y no muy bien considerados, pero elegidos por Dios para ser los
primeros destinatarios de la buena nueva del nacimiento del Salvador. El
mensaje que el ángel les dirige es una invitación a la alegría: «Os anuncio
una gran alegría que lo será para todo el pueblo» (Lc 2 10), acompañada por
una exhortación a vencer todo miedo: «No temáis». En efecto, la noticia del nacimiento de Jesús representa para ellos,
como para María en el momento de Su búsqueda tiene éxito: «Encontraron a María y a José, y al niño» (Lc
2, 16). Como nos recuerda el Concilio, « Frente a estos acontecimientos extraordinarios, san Lucas nos dice que
María «guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón» (Lc 2, 19).
Mientras los pastores pasan del miedo a la admiración y a la alabanza, Audiencia general del miércoles 20 de noviembre de 1996 Fuente vatican.va |
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