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EL
PENSAMIENTO DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II Edición Nº 18 Pedro Sergio
Antonio Donoso Brant |
Catequesis de Su Santidad Juan Pablo II Sobre MARÍA INMACULADA REDIMIDA
POR PRESERVACIÓN 1.La
doctrina de la santidad perfecta de María desde el primer instante de su
concepción encontró cierta resistencia en Occidente, y eso se debió a la
consideración de las afirmaciones de san Pablo sobre el pecado original y
sobre la universalidad del pecado, recogidas y expuestas con especial vigor
por san Agustín. El gran doctor de San
Agustín reafirmó la santidad perfecta de María y la ausencia en ella de todo
pecado personal a causa de la excelsa dignidad de Madre del Señor. Con todo,
no logró entender cómo la afirmación de una ausencia total de pecado en el
momento de la concepción podía conciliarse con la doctrina de la
universalidad del pecado original y de la necesidad de la redención para
todos los descendientes de Adán. A esa consecuencia llegó, luego, la
inteligencia cada vez más penetrante de la fe de 2.
En el siglo IX se introdujo también en Occidente la fiesta de A
pesar de Eadmero, los grandes teólogos del siglo
XIII hicieron suyas las dificultades de san Agustín, argumentando así: la
redención obrada por Cristo no sería universal si la condición de pecado no
fuese común a todos los seres humanos. Y si María no hubiera contraído la
culpa original, no hubiera podido ser rescatada. En efecto, la redención
consiste en librar a quien se encuentra en estado de pecado. 3. Duns Escoto, siguiendo a algunos teólogos del siglo XII,
brindó la clave para superar estas objeciones contra la doctrina de De
ese modo, introdujo en la teología el concepto de redención preservadora,
según la cual María fue redimida de modo aún mas
admirable: no por liberación del pecado, sino por preservación del pecado. La
intuición del beato Duns Escoto llamado a
continuación el «doctor de 4.
La afirmación del excepcional privilegio concedido a María pone claramente de
manifiesto que la acción redentora de Cristo no sólo libera, sino también
preserva del pecado. Esa dimensión de preservación, que es total en María, se
halla presente en la intervención redentora a través de la cual Cristo,
liberando del pecado, da al hombre también la gracia y la fuerza para vencer
su influjo en su existencia. De ese modo, el dogma de A
María, primera redimida por Cristo, que tuvo el privilegio de no quedar
sometida ni siquiera por un instante al poder del mal y del pecado, miran los
cristianos como al modelo perfecto y a la imagen de la santidad (cf. Lumen gentium, 65) que están llamados a alcanzar, con la ayuda
de la gracia del Señor, en su vida. Audiencia
general del miércoles 5 de junio de 1996 Fuente vatican.va |
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