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“Mujer, he ahí a tu hijo,” Juan 19:25-27. Estaban junto a la cruz de Jesús su
madre y la hermana de su madre, María de Cleofás y María Magdalena. Jesús,
viendo a su madre y al discípulo a quien amaba, que estaban allí, dijo a la
madre: Mujer, he ahí a tu hijo. Luego dijo al discípulo: He ahí a tu madre. Y
desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa. |
LAS MUJERES ESTÁN JUNTO A En
este relato de san Juan, nos narra que están presentes y de pie junto a la cruz
de Cristo su madre acompañado de la hermana de su madre, María de Cleofás y
María Magdalena. No
esta claro que la hermana de su madre sea hermana de padre y madre, el
evangelista dice “la hermana de su madre”, considerando la expresión de uso
semita, podría suceder que fuera algún familiar cercano o pariente, sería la
madre de los hijos del Zebedeo, que en los evangelios de san Mateo 27:56-56
relata: Había allí, mirándolo desde lejos, muchas mujeres que habían seguido
a Jesús desde Galilea para servirle; entre ellas María Magdalena y María la
madre de Santiago y José y la madre de los hijos del Zebedeo. En el Evangelio
de san Marcos 15:40-41 dice Había también unas mujeres que de lejos le
miraban, entre las cuales estaba María Magdalena, y María la madre de
Santiago el Menor y de José, y Salomé, las cuales, cuando El estaba en
Galilea, le seguían y le servían, y otras muchas que habían subido con El a
Jerusalén. Comprendemos
que esta triste escena tiene lugar en las proximidades de la muerte de
Cristo, ellas no podían hacer nada, pues el Señor crucificado estaba
custodiado por los soldados, los que tenían miedo que lo desclavaran. Según san Mateo 27:36;
sentados, hacían la guardia allí. Ellas
estuvieron todo el tiempo allí, como dice san Marcos, primero mirando desde
lejos, luego como nos relata san Juan, de pie junto a la cruz, Cristo
agonizaba. “MUJER, HE AHÍ A TU HIJO” Jesús,
viendo a su madre y al discípulo a quien amaba, que estaban allí, dijo a la
madre: Mujer, he ahí a tu hijo. ¿Que
valor tiene esta expresión? Para nuestras enseñaza, Cristo desde lo alto de
su cruz, ratifica por un don con mucho simbolismo y a su vez eficaz, la
maternidad espiritual de María con relación a los hombres, como también en la
persona del discípulo predilecto, en el que confiaba también a En
esta narración ni a María ni a Juan los llama por su nombre propio, sino por
los de “Mujer,” “Madre” y “Discípulo.” Siempre ha extrañado el que Cristo
llame a su Madre aquí “Mujer.” Hay diversas hipótesis sobre esto en los
estudios mariológicos, entendido por el modo más sencillo el vocablo mujer,
aplicado por Cristo a su madre, no expresaría, de suyo, más que una forma más
deferente y solemne de tratarla. Es sinónimo de madre, pero dicho con más
solemnidad, quizás la fórmula lógica sería: “Madre [Mujer], ahí tienes a tu
hijo; hijo, ahí tienes a tu Madre.” María,
a la hora en que Cristo pronunció estas palabras, comprendió el sentido de lo
que en ellas se proclamaba y María será madre desde ese instante madre
espiritual de Juan y todos los seres humanos. Eva
es nuestra madre natural ya que es el origen de nuestra vida natural; por
tanto, María es nuestra madre espiritual ya que es el origen de nuestra vida
espiritual. Una vez más, la maternidad espiritual de María se basa en el
hecho de que Jesús es nuestro hermano, ya que es "el primogénito entre
muchos hermanos" (Romanos 8:29). Ella se convirtió en nuestra madre
desde el momento en que accedió a QUE OPINABAN LOS PADRES DE Orígenes (1) es el único que considera la maternidad de
María sobre todos los creyentes en este sentido. Según él, Cristo vive en
todos los que le siguen con perfección, y así como María es San Ambrosio (2), dice: María, Madre del Señor, estaba ante la
cruz de su Hijo. Nadie me enseñó esto, sino San Juan Evangelista. Otros
describieron el trastorno del mundo en la pasión del Señor; el cielo cubierto
de tinieblas, ocultándose el sol y el buen ladrón recibido en el Paraíso,
después de su confesión piadosa. San Juan escribió lo que los otros se
callaron, de cómo puesto en la cruz llamó Jesús a su Madre, y cómo
considerado vencedor de la muerte, tributaba a su Madre los oficios de amor
filial y daba el reino de los cielos. Pues si es piadoso perdonar al ladrón,
mucho más lo es el homenaje de piedad con que con tanto afecto es honrada Pero
María se mostró a la altura de la dignidad que correspondía a Crisóstomo, (3) in Ioannem, hom. 82. Y
admira cómo el sexo débil de las mujeres, aparece aquí más varonil, firme
junto a la cruz, cuando los discípulos huían. Crisóstomo, ut supra. Habiendo
estado presentes otras mujeres, no recuerda el Evangelista
a otra sino a Crisóstomo, ut supra. ¡Con
cuán alto honor honró al discípulo! Pero él se oculta con la moderación de su
sabiduría; porque si hubiera querido vanagloriarse, hubiese expresado la
causa por qué era amado, y es preciso convenir que el motivo era grande y
admirable. Así es que Jesús nada más dijo a Juan, ni le consuela en su
tristeza, porque no era el momento oportuno de hablar de consuelo. Pero no
era poco distinguirle con tal honor, y como era conveniente procurar para su
Madre, oprimida de dolor, alguno que le reemplazara (porque Jesús se iba), dejó
este encargo al discípulo que amaba. Sigue: "Después dijo al discípulo:
He ahí a tu madre". San
Agustín (4) in Ioannem,
tract., 119. Esta
es, sin duda, aquella hora en la que, habiendo de convertir el agua en vino,
había respondido Jesús a su Madre: "Mujer, ¿qué hay común entre ti y mí?
aun no ha llegado mi hora" (Jn 2,4). En aquella ocasión en que debía
empezar a obrar milagros, no la reconoció como Madre de su divinidad, no
siéndolo mas que de su débil humanidad, pero ahora que ya padece en su humanidad,
honra con sentimiento humano a aquella, de la que había sido hecho hombre.
Esta es una instrucción y ejemplo que nos da el buen Maestro, para enseñarnos
los oficios de piedad que los hijos deben a sus padres, y así convirtió en
cátedra de maestro la cruz en que estaba clavado. San Agustín, ut supra. Como
proveía a su Madre, en cierto modo, de otro hijo por el que la dejaba,
manifestó el motivo en las siguientes palabras: "Y desde aquella hora el
discípulo la recibió como suya". ¿Pero en qué recibió Juan como suya a Notas 1.
"El papel de María con relación a 2.
El concilio de Efeso (431) enseña que "no nació primeramente un hombre vulgar
de la santa Virgen, y luego descendió sobre El el
Verbo; sino que unido desde el seno materno, se dice que se sometió a
nacimiento carnal, como quien hace suyo el nacimiento de la propia carne...
De esa manera (los padres) no tuvieron inconveniente en llamar madre de Dios
a la santa Virgen". (1)
Orígenes: (2)
San Ambrosio: Tréveris, c. 340 - Milán, 397) fue un destacado obispo de
Milán, y un importante teólogo y orador. Es uno de los padres del
cristianismo y uno de los 33 doctores de (3)
Juan Crisóstomo nació en Antioquía (Siria), en el año 347. Juan fue bautizado
en (4)
San Agustín, Obispo de Hipona. Nació el 13 de noviembre de 354 en Tagaste,
pequeña ciudad de Numidia en el África romana. Su padre, llamado, Patricio,
era aún pagano cuando nació su hijo. Su madre, Santa Mónica es puesta por Fuentes Bibliográficas: Mariología,
www.caminando-con-jesus.org Los
Padres de la Iglesia: www.caminando-con-jesus.org Catenea
Aurea Enciclopedia
Catolica: www.enciclopediacatolica.com |
Pedro
Sergio Antonio Donoso Brant |