Caminando con Maria

Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

www.caminando-con-maria.org

 

REFLEXIONES PARA EL MES DE MARIA

MES DE MAYO/NOVIEMBRE (En Chile)

Para reflexionar junto al Santo Rosario

 

El primer misterio glorioso a las mujeres piadosas que habían ido al sepulcro y a María Magdalena les confió la tarea de transmitir su mensaje a los Apóstoles, así las mujeres fueron las primeras mensajeras de la resurrección de Cristo para los propios Apóstoles.

 

 

 

DOMINGO

MISTERIOS GLORIOSOS

1º Misterio

La Resurrección del Señor

Mt 28, 1-7

 

Pasado el sábado, ya para alborear el día primero de la semana, vino María Magdalena, con la otra María, a ver el sepulcro. Y sobrevino un gran terremoto, pues un ángel del Señor bajó del cielo y, acercándose, removió la piedra del sepulcro y se sentó sobre ella. Era su aspecto como el relámpago, y su vestidura blanca como la nieve. De miedo de él temblaron los guardias y se quedaron como muertos. El ángel, dirigiéndose a las mujeres, dijo: No temáis vosotras, pues sé que buscáis a Jesús el crucificado. No está aquí, ha resucitado, según lo había dicho. Venid y ved el sitio donde fue puesto. Id luego y decid a sus discípulos que ha resucitado de entre los muertos y que os precede a Galilea; allí lo veréis. Es lo que tenía que deciros.

COMENTARIO BIBLICO

Jesús murió en la cruz un viernes y resucito al tercer día, sin embargo San Mateo dice, “Pasado el sábado, al amanecer del primer día de la semana”, por lo que pensamos a la aurora del domingo.

¿Cuál es la finalidad de la visita de estas mujeres al sepulcro? Según Mateo, vinieron “visitar el sepulcro.” Pero esta imprecisión de Mateo es aclarada por Marcos (16:1) y Lucas (24:1): venían “trayendo aromas que habían preparado” (Lucas) para “ungirlo” (Marcos). La rapidez con que se había sepultado el viernes el cuerpo del Señor debió de ser un poco precipitada y provisional. Precisamente aquella misma tarde, las mujeres “habían preparado aromas y mirra” (Lucas 23:56) para volver, pasado el reposo sabático pascual, a terminar aquella obra de amor a su Maestro.

Acaso Mateo pensó en la inutilidad, de volver al sepulcro para un re-embalsamamiento, y lo redactó de otra manera: vienen a “ver” el sepulcro por afecto o para orar y llorar ante él.

¿Quiénes son las mujeres que vienen al sepulcro? Mateo cita a “María Magdalena y la otra María,” la misma fórmula con que las describió y dejó “sentadas frente al sepulcro” (27:61), precisamente preparando introducirlas nuevamente en escena aquí. Pero esta “otra María” es, sin duda, la que él describe poco antes, en compañía de Magdalena, llamándola “María, la madre de Santiago y José” (Mateo 27:56).

Marcos deja junto al sepulcro de Jesús a “María Magdalena y María la de José,” mirando dónde se ponía el cuerpo del Señor, para venir luego a ungirlo. Y así, pasado el sábado, pone en escena a “María Magdalena, y María la de Santiago, y Salomé,” que es la madre de los hijos del Zebedeo.

Juan sólo considera en esta venida, explícitamente, a “María Magdalena” (Juan 20:1). Pero, implícitamente, reconoce que con ella misma venían más. Ya que, después que ve la piedra descorrida, vuelve corriendo a Pedro y le dice: “Han tomado al Señor del monumento y no sabemos dónde le han puesto” (Juan 20:2). Este pronombre personal “nosotras no sabemos,” no tiene manifiestamente aquí el carácter de un plural, pero es la confirmación implícita de que con la Magdalena habían ido a visitar el sepulcro otras mujeres.

Es Lucas el que completa la relación. Las nombra al hablar de la vuelta de la visita al sepulcro: “Eran María la Magdalena, Juana y María la de Santiago, y las demás que estaban con ellas” (Lucas 24:10). Versículo que hay que poner en función de otro del mismo Lucas, cuando, describiendo los conocidos que asistían al Calvario, cita a “todos sus conocidos y a las mujeres que lo habían seguido de Galilea” (Lucas 23:49).

Aún en otro pasaje Lucas da nuevos datos sobre este grupo. Juana, aquí citada, es “Juana mujer de Juza, administrador de Herodes (Antipas)” (Lucas 8:3; cf. Lucas 8:l.3). Era un grupo de piadosas mujeres que “habían sido curadas” y que lo “servían con sus bienes” (Lucas 8:l.3).

¿A qué hora hacen su venida? La forma de expresarlo los evangelistas aparece como una cita usual, aproximativa.

Mateo dice que era al “alborear el día.” Marcos-Lucas, que “muy de mañana”; pero Marcos añade que ya “salido el sol”. Juan, en cambio, parece precisarlo más. Magdalena viene a visitar el sepulcro “de mañana,” pero “cuando había tinieblas.”

“Al comienzo de abril el sol se levanta (en Jerusalén) antes de las seis de la mañana”. Es el momento aproximadamente indicado. Marcos añadirá que era “muy de mañana.”

Las mujeres ignoran la guardia puesta en el sepulcro, pues, de lo contrario, no tendrían la pretensión de ir con aromas para el cadáver. De ahí su preocupación en “rodar” la gran piedra circular — golel — con que había sido cerrado el sepulcro. Se necesitaban hierros, o un grupo de hombres para removerla.

Pero al ver así removida la piedra, Magdalena, que está entre ellas, no investiga más. Supone que hubo un robo. ¿Ignoraban el anuncio de la resurrección, al menos para el tercer día? ¿Qué forma tuvo el anuncio profético de Jesús? Pero de esta incredulidad participan todavía los apóstoles (Lucas 21:10.11; Juan 20,8.9). Y Magdalena, más ardorosa, se da a correr para ver a “Pedro y al otro discípulo a quien Jesús amaba” y decirles que “han tomado al Señor del monumento y no sabemos dónde lo han puesto” (Juan 20:2).

La tradición del cuarto evangelio no recoge la aparición del ángel a las mujeres. Magdalena, al ver desde cierta distancia la piedra removida, se dio a correr para comunicarlo a los apóstoles. Pero las otras mujeres se acercaron. Mateo deja esta escena de una manera imprecisa; quita matices. Pero son Lucas y Marcos los que van a precisar este detalle.

Las mujeres, en una primera fase, “entraron” (Lucas-Marcos). Y, al no hallar el cuerpo del Señor, “quedaron perplejas” (Lucas). Y “es tanto ellas perplejas solo esto, se presentaron dos hombres vestidos con vestiduras resplandecientes” (Lucas). Si Lucas pone dos ángeles en lugar de uno, es que así está en la fuente de su tradición.

Mateo presenta un solo ángel, pero con dos características muy bíblicas: Es “un ángel del Señor”  y el aspecto del ángel era “como de relámpago,” y su “ropaje, blanco como la nieve.” Al describir Mateo a este ángel como un “ángel del Señor,” está conectando y evocando la misión del “ángel de Yahvé” en el A. Τ.

Mateo pone, para dejar preparada la escena, que, cuando las mujeres vienen al sepulcro, un ángel bajó del cielo y removió la piedra del sepulcro, dejando éste abierto. No se trata en el texto de un terremoto ordinario, que puede abrir sepulcros, pues lo presenta como un hecho sobrenatural. El ángel, luego, se “sentó” sobre la piedra volcada, en señal de triunfo y en espera de las mujeres. La apertura del sepulcro no es para que salga el cuerpo glorioso de Jesús resucitado, sino para que entren las mujeres, y se pueda ver y comprobar que el cuerpo del Señor no está allí. Con la vista de este ángel aterrador y con el sepulcro abierto, el piquete de guardia huye y va a justificarse. Ante este cuadro quedaron “aterrados.” ¿Quién, sino una acción sobrenatural, habría abierto un sepulcro, y aquel sepulcro?

¿Cuándo fue la resurrección del Señor? Su hora no se sabe. No se puede estrechar la vinculación de la acción del ángel con la ida de las mujeres al sepulcro. En todo caso, debió de ser antes de la aurora, a juzgar por las descripciones horarias evangélicas de la ida de las mujeres al sepulcro, y ésta ya había sido antes de su llegada.

Enterrado Jesús el viernes, permaneció en el sepulcro todo el sábado y resucitó el domingo. Los tres días de su anuncio se cumplieron. No había que tomarlos por días de veinticuatro horas. Tres días y tres noches era una expresión ya hecha para designar tres días, sin que requiriese esto el que fuesen días completos.

El ángel les anuncia abiertamente la resurrección y les hace ver que es el cumplimiento de lo que les había dicho en varias ocasiones. El ángel entona el gran Kerygma de la resurrección del Crucificado.

Luego las invita a la confirmación de ello, con la fórmula en uso, “Venid y ved” el sepulcro vacío. Pero había un mensaje para los discípulos: ellas deben transmitirlo. Jesús les “precede” ο “conduce.” Allí lo verán. Marcos añade, en un tono de deferencia y perdón, “a los discípulos y a Pedro,” o a éste como a jefe del grupo. Esta predicción de “precederles a Galilea” la hizo en el Cenáculo cuando les anunció que aquella noche se escandalizarían todos de El, pero “después de resucitado os precederé a Galilea” (Mateo 26:32; Marcos 14:28).

La ida a Galilea tenía por fin separarlos de aquel ambiente hostil y prepararlos más sobre el reino de Dios (Act 1:3).

REFLEXION

Cristo Jesus, siempre tuvo una actitud muy deferente para las mujeres, manifestando estima, respeto sensibilidad y benevolencia. Son muchos los relatos que así lo demuestran, sus encuentros con Marta y María, con la Samaritana, con la viuda de Naín, con la mujer adultera, con la mujer que sufría hemorragias, con la pecadora en la casa de Simón el Fariseo,

Cristo Jesus, invita a las mujeres a cooperar en su obra salvífica. Después de la Resurrección, a las mujeres piadosas que habían ido al sepulcro y a María Magdalena les confió la tarea de transmitir su mensaje a los Apóstoles, así las mujeres fueron las primeras mensajeras de la resurrección de Cristo para los propios Apóstoles. Son señales bastante elocuentes de su deseo de hacer participar también a las mujeres en el servicio del Reino.

Unidos en la Oración

Pedro Sergio

 

 

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