Caminando con Maria Pedro Sergio Antonio Donoso Brant REFLEXIONES
PARA EL MES DE MARIA MES DE MAYO/NOVIEMBRE
(En Chile) Para reflexionar junto al Santo Rosario |
Queriendo dar
satisfacción a la plebe, les soltó a Barrabás; y a
Jesús, después de haberle azotado, le entregó para que le crucificasen. Pero la
mayor culpabilidad, esta en todos los que cerraron los ojos a la luz y
presionaron ante Pilato para llevar a Cristo a la muerte. |
MARTES MISTERIOS DOLOROSO 2º Misterio Jesus es azotado (Mc 15, 1-15) En cuanto amaneció celebraron
consejo los príncipes de los sacerdotes con los ancianos y escribas, es
decir, todo el Sanedrín; después, atando a Jesús, le llevaron y entregaron a
Pilato. Le preguntó Pilato: ¿Eres tú el Rey de los judíos? Y Jesús le
respondió, diciendo: Tú lo has dicho. E insistentemente le acusaban los
príncipes de los sacerdotes. Pilato de
nuevo le interrogó, diciendo: ¿No respondes nada? Mira de cuántas cosas te
acusan. Pero Jesús ya no respondió nada, de manera que Pilato quedó
maravillado. Por la fiesta solía soltárseles un preso, el que pedían. Había
uno llamado Barrabás, encarcelado por sedicioso, que en sedición había
cometido un homicidio; y subiendo la muchedumbre, comenzó a pedir lo que
solía otorgárseles. Pilato les preguntó diciendo: ¿Queréis que os suelte al
Rey de los judíos? Pues conocía que por envidia se lo habían entregado los
príncipes de los sacerdotes. Pero los príncipes de los sacerdotes excitaban a
la muchedumbre para que les soltase a Barrabás. Pilato de nuevo preguntó, y
dijo: ¿Qué queréis, pues, que haga de este que llamáis Rey de los judíos?
Ellos otra vez gritaron: ¡Crucifícale! Pero Pilato les dijo: ¿Pues qué mal ha
hecho? Y ellos gritaron más fuerte: ¡Crucifícale! Pilato, queriendo dar
satisfacción a la plebe, les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de haberle
azotado, le entregó para que le crucificasen. COMENTARIO Marcos, destaca que
el Sanedrín tuvo también un consejo “matutino” para condenar a Cristo. Este
debió de ser el acto oficioso de la condena. El proceso es
presentado a Pilato sólo bajo el aspecto político de un competidor del Cesar,
al hacerse el Rey Mesías. Los cuatro
evangelistas recogen la primera acusación que se hace contra Cristo ante
Pilato, y tenemos que referirnos a todos ellos para comprender mejor este
evangelio. No es la divinidad,
que es por lo que le condena el Sanedrín, sino la realeza: el proclamarse
Mesías. Confesión que Cristo había hecho en su vida, pues era su misión. Pero
deformado, por deformación involuntaria o maldad, que prohibía pagar tributo
al Cesar, cuando era todo lo contrario. Pilato, del exámen de Cristo, no ve
nada punible. Pilato confiesa tres veces la inocencia de Cristo (Lc
23:4.14-21; lo mismo que en Jn 18:38; 19:4.6). La narración de Jn da bien el
sentido. Y aquí se supone un interrogatorio de fondo similar al de Jn
(18:15-38). La respuesta tajante de Cristo (Lc) resulta equívoca si no se
supone un interrogatorio que la precise lo mismo que en Marcos. Pilato vio en
El un idealista oriental. Pero le acusan de “subversión” con su enseñanza. La
frase “no encuentro culpa” relatada en Lucas era expresión de la
jurisprudencia romana, que daba por terminada una sentencia por falta de
pruebas. Es notable la
conversación entre Jesús y el gobernador romano. En ella, Cristo afirma que
es Rey, pero que su Reino no es de este mundo, y luego declara que ha venido
al mundo para dar testimonio de la verdad. “Todo el que es de la verdad,
escucha mi voz” (Jn 19). Le viene a Pilatos
una nueva preocupación, había oído decir que Cristo que se hacía Hijo de
Dios, por eso, (Jn 19) le pregunta “¿De dónde eres tú?”, recordemos que el
era pagano y sabía que había leyendas de hijos de dioses. Más aún, se decía
que éstos aparecían incluso súbitamente. La actitud de Cristo, el dominio
ante el embravecimiento de las acusaciones, le hicieron ver que aquel caso
era distinto de los otros reos llevados a su tribunal. Como pagano era
supersticioso. Por eso, esta pregunta: “¿De dónde eres tú?” no se refiere al
país originario de Cristo o familia, pues él ya sabía que era galileo (Lc
23:6), aparte de lo que tenía que saber de Él por los informes secretos de su
“servicio de inteligencia.” La pregunta, como suena, es capciosa. Pretende
deducir de la respuesta si está en presencia de uno de esos seres míticos o
semidioses. De ahí el “temor” que se le acentuó ante esto. De ser verdad, ¿no
podría él experimentar las iras de un ser sobrehumano al que había
brutalmente injuriado? Y Cristo no le
respondió nada. ¿Para qué responder a un hombre que no había querido oír lo
que era la “verdad”? Como tampoco respondió a las acusaciones de los judíos
en el Sanedrín. Éste silencio
exasperó a Pilato, y le advirtió que estaba en sus manos su vida o muerte. La
respuesta de Pilato responde a la fórmula del derecho romano: “Todo el que
puede condenar puede absolver.” Y finalmente
queriendo dar satisfacción a la plebe, les soltó a Barrabás; y a Jesús,
después de haberle azotado, le entregó para que le crucificasen. REFLEXION En el evangelio de
san Juan, la respuesta de Cristo ofrece un especial interés: “No tendrías
ningún poder sobre mí si no te hubiera sido dado de lo alto.” (Jn 19) Es decir, Pilato no
tenía poder moral de Dios para crucificar al Hijo de Dios. Las palabras de
Cristo quieren corregir este despotismo de Pilatos. Cristo quiere valorarle el caso presente.
Si Él, Cristo, está ahora como un reo ante Pilato, esto se debe a que “le fue
dado de lo alto,” es decir, por Dios. Es que la providencia de Dios había
dispuesto este plan (Jn 3:27; 10:18). Cristo se encontraría ante el procurador
romano de Judea y utilizaría la iniquidad de aquel juicio para la salvación
del mundo. Y si Pilato se creía
investido de un poder absoluto de vida o muerte, Cristo le advierte también
que él es un juguete de pasiones en este caso: otros son los que le mueven y
le van a arrastrar a lo que él no quiere. Y así es como le dice: “Por eso el
que me ha entregado a ti tiene mayor pecado.” (Jn 19) ¿Quién es éste a
quien directamente se refiere, que le entregó? Podría ser Judas,
que aparece siempre como “el que le entregó” (Jn 6:71; 13:2, etc.). Pero
quien le entregó directamente a Pilato es Caifás, que determinó ya de atrás
su muerte y luego provocó, en la noche, su condena. En realidad fue él quien
le entregó en nombre de todo el sanedrín. En todo caso, Judas es parte de
todo esto al entregar al Señor. Pero la mayor
culpabilidad, esta en todos los que cerraron los ojos a la luz y presionaron
ante Pilato para llevar a Cristo a la muerte. Unidos en la Oración Pedro Sergio |
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