Caminando con Maria Pedro Sergio Antonio Donoso Brant REFLEXIONES
PARA EL MES DE MARIA MES DE MAYO/NOVIEMBRE
(En Chile) Para reflexionar junto al Santo Rosario |
En un canto de
cuaresma se escuchan estas palabras: «Bajo el peso de la cruz Jesús acoge al
Cireneo». Son palabras que dejan entrever un cambio total de perspectiva: el
divino Condenado aparece como alguien que, en cierto modo, «hace don» de la
cruz. |
MARTES MISTERIOS DOLOROSOS 4º Misterio Jesus carga la Cruz Mt 27; 27, 32-39 Entonces los
soldados del procurador, tomando a Jesús, lo condujeron al pretorio ante toda
la cohorte, ….Después de haberse divertido con El, le quitaron la capa, le pusieron
sus vestidos y le llevaron a crucificar. Al salir encontraron a un hombre de
Cirene, de nombre Simón, al cual requisaron para que llevase la cruz.
Llegando al sitio llamado Gol gota, que quiere decir lugar de la calavera,
diéronle a beber vino mezclado con hiél; mas, en cuanto lo gustó, no quiso
beberlo. Así que lo crucificaron, se dividieron sus vestidos, echándolos a
suertes, y, sentados, hacían la guardia allí. Sobre su cabeza pusieron
escrita su causa: Este es Jesús, el Rey de los judíos. 38 Entonces fueron
crucificados con El dos bandidos, uno a su derecha y otro a su izquierda. COMENTARIO El condenado a
muerte de cruz, “cruciarius”, debía llevar la cruz al lugar del suplicio. La cruz constaba de
dos travesaños: uno vertical, llamado “supes” o “palus,” y otro horizontal,
llamado “patibulum.” Generalmente, el reo sólo llevaba el “patibulum”; el
“stipes” estaba ordinariamente empotrado en el suelo, en el lugar del
suplicio. El “patibulum” lo
llevaba el reo simplemente sobre un hombro o haciéndoselo pasar por detrás
del cuello y atándole a él las manos. Iba encuadrado entre
cuatro “milites” al mando de un centurión, cuya misión era llevarlo al lugar
del suplicio y custodiarlo hasta la muerte. El “cruciarius”
debía llevar una tablilla, “titulus” en la que iba escrita la causa de su
muerte. Unas veces la llevaba delante de él en una pancarta, otras la llevaba
colgada del cuello o de una mano. Esta tablilla, en ocasiones, se la
blanqueaba para destacar más los caracteres. Este “titulus,” resumen del proceso,
que luego debía ser colocado en la cruz, “según las reglas en vigor en la
época imperial, debía ser redactado por escrito y después leído en alta voz.
Eran considerados nulos los juicios proclamados sin ser escritos.” También solía ir
delante un heraldo proclamando los motivos de la condena. Al “cruciarius” se
lo llevaba por los lugares más transitados, para ejemplaridad de la pena.
Generalmente se solía crucificar, incluso en Roma, fuera de la ciudad. Y
frecuentemente los sayones los azotaban por el camino. Estos datos de la
historia extra-bíblica permiten valorar el relato evangélico. Mt sólo da
algunos detalles de este caminar por la Vía Dolorosa. Al salir va a tener
el encuentro con el Cireneo. Esta “salida” no se refiere al pretorio, pues
supone que Cristo ya ha caminado, y no resiste físicamente con el peso de la
cruz. Es al salir de la ciudad amurallada, hacia el campo, camino del
Calvario. Allí “encontraron a
un hombre de Cirene”; se llamaba Simón, y era “padre de Alejandro y Rufo”
(Mc). La colonia cirenaica en Jerusalén era numerosa, pues tenían una
sinagoga propia (Act 6:9). A la hora de este encuentro “venía del campo”
(Mc). El centurión se dirigió a él y lo “requisó” para que llevase la cruz de
Cristo. La voz usada es de origen persa y, lo mismo que su contenido, había
pasado al uso de Roma. La autoridad podía “requisar” a alguien para que
prestase un servicio público. Al ver el centurión
encargado de la custodia el agotamiento de Cristo, temiendo que no pudiese
cumplir su condena por desfallecimiento, “requisó” a Simón de Cirene,
pensando que se trataba de un servicio público, para que llevase la cruz de
Cristo. Se ha querido valuar
el peso de ésta. A título normativo se han dado estas cifras verosímiles: “Stipes”: largo, 4 ó 4:50 m.; ”patibulum”: largo,
2:30 ó 2:60 m. Peso total: 100
kilos. De donde el peso del ”patibulum” podría ser una tercera parte, sobre
unos 33 kilos. Y Simón de Cirene
cargó él solo con la cruz, seguramente sólo el “patibulum,” yendo “detrás de
Cristo” (Lc). REFLEXION (Del Vía
Crucis de Juan Pablo II) Los soldados romanos
lo hicieron temiendo que el Condenado, agotado, no lograra llevar la cruz
hasta el Gólgota. No habrían podido ejecutar en él la sentencia, de la
crucifixión. Buscaban a un hombre que lo ayudase a llevar la cruz. Su mirada
se detuvo en Simón. Lo obligaron a cargar aquel peso. Se puede uno imaginar
que él no estuviera de acuerdo y se opusiera. Llevar la cruz junto con un
condenado podía considerarse un acto ofensivo de la dignidad de un hombre
libre. Aunque de mala gana, Simón tomó la cruz para ayudar a Jesús. En un canto de
cuaresma se escuchan estas palabras: «Bajo el peso de la cruz Jesús acoge al
Cireneo». Son palabras que dejan entrever un cambio total de perspectiva: el
divino Condenado aparece como alguien que, en cierto modo, «hace don» de la
cruz. ¿Acaso no fue El
quien dijo: «El que no toma su cruz y me sigue detrás no es digno de mí?» (Mt
10,38). Simón recibe un don. Se ha hecho «digno»
de él. Lo que a los ojos de
la gente podía ofender su dignidad, en la perspectiva de la redención, en
cambio, le ha otorgado una nueva dignidad. El Hijo de Dios le ha convertido,
de manera singular, en copartícipe de su obra salvífica. ¿Simón, es
consciente de ello? El evangelista Marcos
identifica a Simón de Cirene como «padre de Alejandro y de Rufo» (15, 21). Si
los hijos de Simón de Cirene eran conocidos en la primitiva comunidad
cristiana, se puede pensar también él haya creído en Cristo, precisamente
mientras llevaba la cruz. Pasó libremente de
la constricción a la disponibilidad, como si hubieran llegado a su corazón
aquellas palabras: «El que no lleva su cruz conmigo, no es digno de mí». Llevando la cruz,
fue introducido en el conocimiento del evangelio de la cruz. Desde entonces este
evangelio habla a muchos, a innumerables cireneos, llamados a lo largo de la
historia a llevar la cruz junto con Jesús. Unidos en la Oración Pedro Sergio |
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