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LA ANUNCIACIÓN |
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Lc. 1, 30-31, 38 «Y el ángel le dijo: No temas, María, porque has hallado gracia delante
de Dios: concebirás en tu seno y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre
Jesús. Dijo entonces María: He aquí la esclava del Señor, hágase en mi según
tu palabra». |
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REFLEXIÓN DE JUAN XXIII Este es el punto más luminoso, el que une el
cielo con la tierra, el más grandioso acontecimiento de los siglos. El Hijo de Dios, Verbo del Padre, por quien todo
fue hecho de cuanto se hizo en el orden de la creación, asume la naturaleza
humana para convertirse en el Redentor y el Salvador de la humanidad entera. María Inmaculada, la flor más bella y fragante de
la creación, diciendo: «He aquí la esclava del señor», como respuesta a las
palabras del ángel acepta el honor de la divina maternidad que al punto se
cumple en ella; y nosotros, como hermanos redimidos de cristo, nos
convertimos todos en hijos de Dios. Oh Sublimidad, oh ternura de este primer
misterio. Nuestro principal y continuo deber es el dar
gracias al Señor, que se ha dignado salvarnos haciéndose hombre y nuestro
hermano. La intención de la plegaria en la contemplación
de este primer cuadro, además de la perennidad habitual de la acción de
gracias, es el estudio y el esfuerzo sincero de humildad, de pureza, de gran caridad,
de la que la Virgen bendita nos da tan hermoso ejemplo... |
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Que María
viva en tu corazón Pedro Sergio
Antonio Donoso Brant p.s.donoso@vtr.net |