|
LAS GLORIAS DE MARÍA San Alfonso María de Ligorio SÚPLICA DEL AUTOR A JESÚS Y A MARÍA |
ORACIÓN A NUESTRA ABOGADA Excelsa Madre de mi Señor, ya comprendo que mis ingratitudes, durante tantos años contigo y con Dios, hacen que yo merezca, con razón, que dejes tú de preocuparte de mí, ya que el
ingrato no merece beneficios. Pero yo, sublime Señora, tengo un gran concepto de tu bondad, que es mucho
mayor que mi ingratitud. Prosigue, refugio de pecadores, y no dejes de
socorrer a uno que en ti confía. Madre de misericordia, extiende tu mano, y levanta a un
caído que implora tu piedad. María, o me defiendes tú, o me dices a quién debo acudir para que mejor que
tú me defienda. Mas ¿dónde podré encontrar abogada ante
Dios más compasiva y poderosa que tú, que eres
su Madre? Tú, al ser elegida como Madre del
Salvador, has sido creada para salvar pecadores, y a mí me has sido otorgada para conseguirme
la salvación. María, salva al que a ti recurre. Yo no merezco tu amor, pero el deseo que tienes de salvar a los
perdidos, me hace tener
confianza en que me amas. Y si tú me quieres ¿cómo me voy a perder? Amada Madre mía, si me salvo por ti, como lo espero, ya no seré jamás ingrato; compensaré con alabanzas perpetuas, y con todo el amor del alma mía, mis ingratitudes pasadas y el amor que
siempre me has tenido. En el cielo, donde reinas y reinarás por
siempre, feliz cantaré tu misericordia, y besaré sin cesar esas manos amorosas que tantas veces me libraron del infierno cuantas yo lo merecí
con mis pecados. María, mi libertadora, mi esperanza, mi Reina y mi Abogada, Madre mía, yo te amo, y te quiero amar con todo el
corazón y siempre. Amén, amén. Así lo espero, así sea. |
|