SALMO 131 (130)

Badalocchio

Salmo 131 (130)

 

 

Mi corazón, Señor, no es engreído,

Ni mis ojos altaneros.

No doy vía libre a la grandeza,

Ni a prodigios que me superan.

 

No, me mantengo en paz y en silencio,

Como un niño el regazo materno.

¡Mi deseo no supera al de un niño!

 

Espera, Israel, en el Señor

Desde ahora y por siempre

 

 

REFLEXION SOBRE EL SALMO 131

Hermoso salmo Mariano

Con una gran espontaneidad, el salmista describe su actitud humilde y confiada delante de Dios, fundada en la renuncia a toda “aspiración desmedida”. Esta actitud se expresa admirablemente en la imagen del niño que descansa tranquilo en los “brazos de su madre”. El versículo final amplía la perspectiva a todo Israel, para exhortarlo a tener ese mismo espíritu de humildad y confianza en el Señor.

Miremos a Maria, ella puede cantar amorosamente este Salmo, su alma es humilde y confiada delante del Señor, a Maria el Señor le engrandece el alma, su espíritu se alegra en Dios, ella es su humilde esclava, entonces, ¿quien puede cantarlo sino ella?, ¿alguien puede decir con tanta sinceridad “Mi corazón, Señor, no es engreído, Ni mis ojos altaneros?

 

 

 

Maria, madre nuestra,  queremos aprender de tu corazón humilde y confiada plenamente del Señor y vivir con un corazón puro, por eso te pedimos que nos enseñes a nos ser engreídos, vanidosos o jactanciosos, ni altaneros, ni orgullosos o soberbios, y no ayudes a tener un punto de vista que nos permita ver lo bueno que es vivir en paz con el Señor, “Como un niño el regazo materno”

Que María viva en tu corazón

Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

www.caminando-con-maria.org

p.s.donoso@vtr.net    

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