en los sermones Emilio
Sauras O.P. "Teología
Espiritual", Valencia 1972 vol. XVI, nº 46, pp. 43-69 |
La Iglesia acaba de reconocer en la reciente reforma del calendario litúrgico su extraordinaria personalidad. Pocos son los santos que haz quedado en él para que en su día los venere toda la cristiandad, uno de estos pocos es San Vicente. Sin duda porque con su actividad no se hizo presente sólo en Valencia, en Aragón y en España, sino en la Iglesia entera. Como predicador recorrió varias veces todos lo caminos de la cristiandad, a la manera como Pablo recorrió varias vece los del Imperio. Y, como consejero del papa de Aviñón, no dejó de influir en el proceso del cisma de occidente. Pero acabamos de decir que su personalidad era muy compleja destacando
sobremanera en muchos aspectos de la vida ciudadana y de la vida religiosa.
Era un santo cuya actividad se dejaba sentir en la ciudad terrena y en la
ciudad de Dios con plurales influencias. Poseía en abundancia esas gracias
que hoy se llaman carismáticas, además de poseer en grado muy alto la gracia
de Difícilmente se encontrará en toda la Historia de la Iglesia un santo en quien el don de hacer milagros se haya prodigado como en él. Es probable que no todos los que se le atribuyen sean historia. Pero, aunque haya en el ejercicio de su taumaturgia algo de leyenda, está fuera de duda la facilidad con que prodigaba los hechos milagrosos. En gracia a esta facilidad se le atribuyen incluso algunos inverosímiles, como el del albañil que caía del andamio al paso del santo, y al que mandó detenerse en el aire mientras iba a pedir permiso a su prior para hacer milagros, porque se lo tenía prohibido. Intervino en muchos hechos como consejero del rey de Ara gón, siendo el más notable su intervención en el compromiso de Caspe, en el que quedó entreabierta la puerta que en su día posibilitaría la unión de los reinos de Aragón y de Castilla. Y, mientras estuvo convencido de la legitimidad de Benedicto XIII y de que el ejercicio de su pontificado iba a ser beneficioso para la Iglesia, estuvo a su lado siendo uno de sus más hábiles y eficaces consejeros. Aunque luego renunció a la confianza que el papa Luna le tenía porque vio que su tesonera actitud perjudicaba a la Iglesia y a las almas, entorpeciendo la solución del gran cisma de occidente. Fue también hombre de letras. Profesor de lógica dos años en el Estudio General de Lérida, cuando todavía era un joven de veintisiete. Maestro de teología y profesor de ella seis años en la catedral de Valencia. Escritor de varias obras, en las que aborda con competencia los problemas filosóficos, teológicos y disciplinares más vivos que preocupaban en su tiempo. Como se ve, San Vicente no es santo de una sola cara. Se ha corrido el
peligro, y creemos que en ocasiones se ha caído en él, de cargar el acento en
uno de estos carismas, dejando los otros en la penumbra, haciéndole santo de
uno sólo, el de los milagros o el de Virgen, puesta de manifiesto en la mucha piedad y en la mucha doctrina de que están llenos sus sermones. Queremos escribir sobre la teología mariana en sus sermones, y antes
creemos conveniente decir unas palabras sobre el Vicente intelectual, hombre
de estudio y de reflexión. Fue un teólogo que destacó en la cátedra y en los
escritos. Y de esta cualidad nos dejó buena constancia de los sermones. Hasta
los cincuenta años no se dio a la vida de predicador ambulante, que conocería
y recorrería todos los caminos de Europa. Y, aunque ya desde la infancia se
había dado a conocer como sujeto excepcional del carisma taumatúrgico, cuando
se dedicó al apostolado de la predicación fue cuando este carisma tuvo más
oportunidades de realizarse y de manifestarse. Queremos decir con esto que
tuvo muchos años para dedicarlos con sosiego al estudio, a la reflexión, a la
enseñanza y a Su preparación duró once años, durante los cuales le vemos estudiando en Valencia, en Barcelona y en la universidad de Tolosa. Luego, muy joven todavía, desempeña dos años cátedra en Lérida. Fruto de estos dos años de docencia son sus dos obras de carácter filosófico, a las que luego vamos a aludir. Seis años explicó teología en la catedral de Valencia, oficio en el que cesó al ser requerido por el papa Luna para ser su capellán en Aviñón. La formación que recibió fue completa. Estudió a Aristóteles y Santo Tomás, adquiriendo buenos conocimientos humanísticos y teológicos y una capacidad de reflexión tal, que muy pronto se le consideró capacitado para dar cátedra en el Estadio General de Lérida. En Lérida escribió dos monografías, abordando en ellas los dos problemas más actuales a la sazón, planteados por el filósofo de turno que era Guillermo de Occam. Nos referimos a los opúsculos De suppositio terminorum y Quaestio sollemnis de unitate universalis. En los dos se reflejan las buenas cualidades del acierto en la elección de tema, pues se trataba de cuestiones al día, y de la huida de un nominalismo llevado al extremo, vicio muy extendido en aquellos tiempos. Cuando hacía todo esto contaba sólo veintisiete años. Como se ve, sus primeros pasos eran ya firmes. Pero no sólo estaba impuesto en filosofía, ni era éste el campo en el que más debía destacar su conocimiento. Conocía perfectamente a Santo Tomás. Era teólogo de nervio, como se advierte en los escritos que vamos a citar y en los sermones, de los que vamos a espigar los datos de teología mariana útiles para este trabajo. También en los escritos teológicos tuvo buen cuidado de elegir temas de actualidad. Este detalle indica que san Vicente no era un intelectual desconectado de la realidad en la que vivía. Por ser predicador tenía que enfrentarse con mucha frecuencia con los judíos, en aquel entonces muy numerosos y muy activos en España. Se dice que convirtió miles de ellos. Hizo época en su vida una discusión pública qne tuvo con ellos en Tortosa. Para el diálogo, y probablemente fruto de las conversaciones tortosinas, escribió un opúsculo con título hiriente, pero que iba bien con el estilo de la época: Contra perfidiam judaicam. En él prueba que Cristo es el Mesías, y que la redención por él efectuada es universal, y alcanza a los gentiles y a los propios judíos, que la rehúsan. Vivió de lleno el cisma de occidente. Este cisma tuvo su gestación
histórica, pero tuvo sobre todo su gestación doctrinal y teológica. Si la
sociedad cristiana soportó en su seno una división disciplinar y jerárquica
tan honda fue porque previamente tomaron carta de naturaleza corrientes
doctrinales que desvirtuaban el carácter sobrenatural de la Iglesia,
convirtiéndola en una sociedad híbrida, y haciendo de ella, más que el
"corpus mysticum" de Cristo, la "respublica christiana".
San Vicente conocía la pequeña historia de las elecciones de los papas que se
discutían Con el Tratado de la vida espiritual se cierra el ciclo de sus escritos conocidos. Es un breve manual de vida espiritual. En sus correrías apostólicas le seguía mucha gente. Y para ella compuso este tratadito. Sabemos, además, que tenía anotada la Suma de Santo Tomás, con la que siempre hacía sus viajes de apostolado. La dejó en el convento de Alcañiz. Hoy desconocemos el contenido de estas glosas porque se ha perdido el ejemplar(1). Merecen capítulo aparte los sermones, de los que vamos a entresacar
los pensamientos vicentinos sobre San Vicente se manifiesta en los sermones como un predicador popular.
No se piense que era sólo un moralizador de costumbres. Moralizaba, pero
enseñando. Y enseñando la doctrina más sólida que encontraba en la Biblia y
en la Suma de Santo Tomás(4).
Catequizaba siempre, y tenía la difícil facilidad de hacer accesible lo más
elevado a la gente sencilla. Sus sermones son un arsenal de sólida y profunda
doctrina, puesta al alcance de la gente con la anécdota, el ejemplo, el
diálogo, la comparación o Esta doctrina sólida, hábilmente expuesta y explicada, la presenta el santo, como buen levantino, con viveza y colorido. Su exposición es plástica. Y nunca deja de hacer aplicaciones útiles y prácticas. Los sermones de San Vicente son un arsenal de honda piedad y de sólida doctrina marianas. La piedad del santo, y la que él quería infundir en sus oyentes para que la tuvieran y la sintieran, aparece en muchos detalles:
1º) EN Esta práctica, que llegó a estar muy generalizada, ha desaparecido
hoy, como van desapareciendo tantas cosas que tenían mucho de bien y nada de
inconveniente. Se dice que fue el santo quien inició la costumbre de saludar
a María al principio del sermón. Quizá sea cierto. Lo que sí es cierto,
porque lo vemos en casi todos los sermones que se conservan, es que esta
práctica era en él habitual. Si alguna vez no la
saluda se ve como obligado a dar El saludo demuestra que el santo tenía un espíritu eminentemente mariano y que su quehacer quería que estuviera siempre presidido por María. Algo parecido a esos escritores que ponen el Ave en el comienzo de todos sus escritos, y aún en el encabezamiento de cada página. Pero en ocasiones él mismo manifiesta que el saludo es algo más que una simple manifestación de piedad hacia la Virgen, porque le dirige también las palabras del ángel, para, con su ayuda, poder él explicar bien él un tema que le parece difícil y misterioso; y para que, una vez explicado, lo entiendan debidamente los oyentes(6). O para que la doctrina no sólo sea bien expuesta y bien entendida, sino bien cumplida también(7). La costumbre, pues, de saludar con el Ave María a la Virgen en todos
los sermones, que se dice la inició él, y que ciertamente la practicaba
siempre, era manifestación de su piedad hacia ella y de la confianza que en
ella tenía para que sus palabras fueran bien entenddas
y sus enseñanzas practicadas. Se trata, pues, de sentimientos de piedad, de
veneración y de confianza en el auxilio y en la ayuda de María. María era
para el santo la Señora a quien como predicador veneraba y el estribo y la
apoyatura que buscaba para que su predicación fuera eficaz. 3º) EN LAS INTERVENCIONES PERSONALES DE MARÍA INTRODUCIDAS EN SERMONES
NO DEDICADOS A ELLA.-
San Vicente hace intervenir con profusión a María en sermones que no están
dedicados expresamente a ella, sino a un tema histórico o doctrinal de
interés común sacado del evangelio o de los Hechos. Como levantino, era
hombre de mucha viveza y de mucha imaginación. De ahí su propensión a dar
vida a pasajes relatados escuetamente en el Nuevo Testamento, como la
anunciación, el aviso dado a San José de que su esposa había concebido del
Espíritu Santo, el encuentro de María con el Niño en el Templo. O a darla a
escenas que la Escritura no cuenta, pero que son del todo verosímiles, como
los encuentros y los diálogos entre María y los apóstoles o entre ella y la
Magdalena desde la noche del viernes santo hasta la madrugada de Quizá estemos demasiado hechos a olvidar que la Virgen era una mujer de acusada psicología femenina, orientada siempre al bien, pero no oscurecida ni suplantada, sino perfeccionada y elevada por las singulares gracias que recibió. En los diálogos hace de ella San Vicente una madre del Señor llena de encanto y de ternura en las alegrías y en los cuidados que proporcionaba al Hijo. Llena de dolor aceptado y sufrido valientemente en los momentos de prueba. Singular ayuda y sostén para los discípulos, desorientados después de la pasión, o un poco cansados de esperar la venida del Espíritu durante los diez días de reclusión en el cenáculo. La función que María desempeña en estas escenas es importante. En ellas convierte el santo en vida buena parte de la doctrina que va enseñando. 4º) EN LOS SERMONES DEDICADOS PARTICULARMENTE A ELLA.- Por último, hay sermones dedicados por
entero o en gran parte a Recordamos el primero porque en él enseña San Vicente una doctrina, común a partir de él entre los dominicos de la provincia de Aragón a la que pertenecía, en contraste con la que los mismos religiosos defendían en otras partes. Me refiero a la concepción sin pecado original, defendida y enseñada por los teólogos de esta provincia. Y el segundo, porque es un esfuerzo de acomodación de toda la vida de María y del Señor, que fue un verdadero sacrificio, con la representación diaria de este sacrificio, que tiene lugar en el altar. Punto importante para una teología de las relaciones entre la Virgen y el sacerdote y para la espiritualidad sacerdotal mariana. Espigaremos algunos pasajes en los que, siguiendo su costumbre de encerrar las verdades en una comparación, en una metáfora o en una analogía, pone al alcance de los fieles las más altas verdades. Al conjuro de su palabra se hace fácil lo difícil y llano lo que parecía inaccesible. Recogeremos textos en los que el santo pone de manifiesto lo que él piensa sobre cada uno de estos puntos: 1. La maternidad divina de María. 2. Las relaciones de María con los redimidos. 3. La perpetua virginidad. 4. Las virtudes de la Virgen. En nada de esto es original. Enseña lo que era pensamiento común en San Vicente profesaba este misterio como lo profesan todos los fieles. En definitiva se trata de un dogma de fe. Es interesante ver cómo explica una verdad tan alta utilizando metáforas y comparaciones ingeniosas. El uso de la metáfora y de la analogía es legítimo, no sólo en la predicación y en la catequesis, sino en la misma teología. Para la comprensión de las verdades de fe, dice el Vaticano I que recurramos a la analogía(9) . De hecho, el Vaticano II ha hecho la teología de la Iglesia a base de metáforas, como vemos en los dos primeros capítulos deEl santo expone la maternidad divina de María con metáforas muy expresivas. Vamos a recoger cuatro:
A) Interesa a nuestro propósito el detalle del vestido. El peregrino
tiene una manera característica de vestir. Tiene su atuendo especial, del que
forman parte la esclavina, el bolso, el báculo y el sombrero. La esclavina y
el sombrero le sirven para defenderse de las inclemencias del frío, de la
lluvia y, del sol; el bolso, para guardar su elemental equipo de viaje; el
báculo, para caminar un poco menos cansadamente. El Señor "se dice
peregrino por el hábito que vistió. Llevó esclavina, bolso, báculo y
sombrero". Cada una de estas cosas corresponde a un momento de su vida.
La esclavina, a «La esclavina, sigue el texto del sermón, es su carne, que le fue dada
en las entrañas de Sigue luego el texto desarrollando la metáfora de la esclavina que Cristo recibió de María, y dice que cambió de color a lo largo de su existencia. Y así, en la cruz se hizo roja, porque fue bañada en su sangre. Y trae a propósito un texto de Isaías. Luego, al morir, se hizo negra. Porque el sol, que es Cristo, tomó el color de saco hecho de pelo de cabra cuando el cordero abría el sexto sello, según se lee en el apocalipsis. La explicación del misterio de la encarnación es cabal; como la de la
maternidad divina de María. Ella engendró la humanidad con la que el Verbo se
revistió; humanidad sujeta durante la vida a muchas mudanzas. Es, pues, madre
del Verbo encarnado. Y quien la fecundó para hacer efectiva esta maternidad
fue: por atribución, el Espíritu Santo; y de hecho, toda B) EL CRISTAL CROMADO.- En un sermón que predicó el día de la vigilia de Pentecostés habla
de la maternidad divina de María, explicándola con la metáfora del cristal
cromado. Aquí la imaginación se desborda. En esta metáfora, que es muy
compleja, no sólo queda apresada El sol, el calor y el rayo actúan sobre el cristal cromado. En María, que es este cristal, actúan las tres personas de la trinidad, aunque la intervención se atribuya por apropiación sólo al Espíritu Santo. El único de los tres que traspasa el cristal tomando de él su color es el rayo. En este caso, el Verbo, quien, utilizando términos clásicos, decimos que intervino activamente, junto con el Padre y con el Espíritu, en la asunción de la naturaleza humana, pero sólo El se quedó tomando y apropiándose lo que era propio del cristal, el color, con una intervención que se llama terminativa. En otras palabras. Él solo y no los otros se quedó con nuestra naturaleza, donada por María y significada por el color del cristal. Color del que no participan ni el sol ni el calor, pero sí el rayo que lo atraviesa. La Virgen, que es el cristal, da al Verbo, que es el rayo, la naturaleza humana; y con ello resulta que se ha convertido en madre del Verbo encarnado. Pero hay aquí un detalle más que conviene tener en cuenta, porque enriquece el concepto de la divina maternidad. Es cierto que el rayo toma el color del cristal, y que el Verbo toma la naturaleza humana de María. Pero es cierto también que el cristal cromado se embellece cuando lo atraviesa el rayo de luz. Su color cobra vida, y diríase que se perfecciona. Así sucedió en este caso, porque cuando el Verbo tomó carne en las entrañas de Santa María, quedó ella sobrenaturalmente embellecida con la gracia de la divina maternidad. Esta no es solamente una maternidad física, biológica y material, que dejaría a la madre en su estado natural. En ella va implicada una perfección sobrenatural, una gracia que la eleva, convirtiéndola en divina. C) EL VELLÓN Y «Ved, dice, cómo la encarnación fue oculta y secreta. De ella habla
así David: "Descenderá como rocío sobre el vellón. A María la llama
vellón, porque, como de la lana blanca se hace vestido para vestir, de la
carne pura y limpia de la Virgen recibió su carne Cristo. Luego añade el
profeta que caerá como lluvia que penetra en la tierra; porque, como la
tierra fructifica, Esta diferencia la da a conocer en el sermón del día siguiente,
explicando el oráculo de Ageo. «Dentro de poco
conmoveré el cielo, la tierra, el desierto y el mar; y vendrá el deseado de
las gentes. Dice Ageo que conmoverá el cielo; y se
explica porque, como asegura Santo Tomás en la primera parte de la Suma
cuando un ángel recibe de Dios alguna revelación la comunica a los demás, de
donde resulta que allí no hay nada que se mantenga secreto. Por eso el
arcángel Gabriel, una vez que la trinidad le reveló la encarnación y el
nacimiento del Señor, hechos de los que iba a ser
nuncio, los dio a conocer a los demás; y así todo el cielo se conmovió de
gozo y alegría. Y los malos también, porque veían en esto la reparación de la
ruina por ellos causada. También se conmovió Las dos metáforas, unidas en el texto de David, el vellón sobre el que cae silenciosamente el rocío y la tierra en la que cae el agua para fecundarla, tierra que a su vez se conmueve en el texto de Ageo, dan pie al santo para exponer con toda sencillez y claridad los misterios de la encarnación silenciosa, del nacimiento acaecido en medio de una conmoción universal y de la fecundidad divina de María en la que el Verbo se encarnó siendo fruto benéfico para nosotros. D) EL PERGAMINO ESCRITO.- Ya advertimos más arriba que San Vicente suele hacer en sus sermones escapadas marianas, aunque no cuadre bien ni parezca oportuno hablar de la Virgen en el tema que está desarrollando. Así sucede con la analogía que ahora vamos a referir: Es la metáfora de la página, en la que el Padre escribió su palabra eterna. Esta página es María. Está predicando el evangelio de la mujer adúltera, y versa el sermón sobre las muchas enseñanzas que se desprenden del hecho y de las palabras que el Señor dirigió a los acusadores. Pero hay un detalle: Jesús escribía en tierra. Al santo le viene a la mente que Jesús es la palabra del Padre; que la palabra se escribe; y que el libro o la página en la que el Padre la escribió es María. Ya ha encontrado oportunidad, aunque sea una disgresión en el desarrollo de la homilía, para hablar de la divina maternidad de la Señora. «Jesús es la palabra eterna de Dios Padre, y no es una palabra
transitoria, como la que nosotros decimos con Partiendo del hecho de que el Hijo, al proceder del Padre por vía de
entendimiento, tiene razón y ser de palabra mental, y de que San Juan dice en
el prólogo del evangelio que Jesús es precisamente Palabra, parece normal que
a la Virgen, que es su madre, se la llame página o libro en el que el Padre
escribió su Verbo. Y tenemos aquí otra imagen de RELACIONES DE MARÍA CON LOS REDIMIDOS Están incluidas todas en la mediación, entendida en su sentido completo y total, que abarca "desde el instante del asentimiento que prestó con fidelidad en la anunciación, y que mantuvo sin vacilar al pie de la cruz, hasta la consumación perpetua de todos los elegidos. Pues, asunta a los cielos, no ha dejado esta misión salvadora, sino que con su múltiple intercesión continúa obteniéndonos los dones de la salvación eterna"(18). A la mediación se le da un sentido particular, refiriéndola sólo a la distribución de las gracias que hoy hace desde el cielo. Pero en un sentido adecuado y total abarca toda la cooperación en la obra redentora: al prepararla, mediante la maternidad divina, con la que trajo al mundo al sujeto capacitado para realizar el sacrificio redentor. Al realizarla, mediante el sacrificio del Hijo y del suyo propio. Y al consumarla, mediante la resurrección y la subida al cielo. Y luego, al aplicarla o distribuirla, mediante la que viene llamándose mediación estricta o distribución de las gracias que ella con el Hijo nos ganó. Dando a la mediación este alcance total, vamos a ver qué dice San Vicente sobre la Virgen y nosotros. Nos dejó escrita una página por la que, si viviera hoy, fácilmente se
le encasillaría entre los feministas. Para las grandes mediaciones de la
historia de la salvación, sea en mal o sea en bien, han sido elegidas
mujeres. Comentando el anuncio de la resurrección que éstas hicieron a los
apóstoles, dice: «El ángel las envió diciéndoles: "id
y anunciad a los discípulos...". Sobre lo cual hay que notar que la
primera mujer medió entre la serpiente y el hombre, acarreando con ello Las afirmaciones del santo son tajantes. María "hizo nuestra reconciliación", "María nos salvó", "María fue causa de nuestra vida". No pone limitaciones, ni distingos, ni cortapisas. Pero aunque no distinga nada aquí, porque un sermón no es un artículo de teología técnica, a lo largo y a lo ancho de su sermonario se van encontrando ideas que perfilan, distinguen y aplican debidamente estas afirmaciones. La teología tiene ya hecho hoy su esquema técnico cuando habla de la redención hecha por Cristo y de la mediación realizada por El. Y aplica un esquema parecido a la colaboración redentora y a la mediación ejercida por María. Ir a los sermones vicentinos en busca de corredenciones objetivas o subjetivas, de mediaciones mediatas o inmediatas, sería tarea inútil. Tarea inútil en cuanto a encontrar los términos y la técnica teológica. No inútil en cuanto a encontrar las ideas que se encierran en estos encasillados. Le vamos a ver diciendo a sus oyentes que deben a la Virgen el poseer hoy a quien les redimió. Y, si todo cuanto de sobrenatural poseen lo deben al Redentor, no dejarán de tener deuda con la madre que se lo dio. Esto es algo parecido a una intervención mediata en la obra redentora. También le veremos diciendo que sumó a los de su Hijo los pasos que ella daba en su vida; y, sobre todo, que sumó sus dolores en la pasión a los dolores que El estaba padeciendo. Esto vale tanto como hablar de una cooperación directa e inmediata en la adquisición del tesoro del que luego los hombres nos íbamos a beneficiar. Y, asimismo, no le pasa por alto que la Señora toma parte en la distribución de este tesoro, haciendo que las gracias, que con el Hijo ganó para todos, lleguen a cada uno y las conviertan en su propia vida sobrenatural. Esto es subjetivizar lo divino en nosotros. Esto es el contenido de la que se llama corredención subjetiva mariana. A) MARÍA ENTREGA A LOS HOMBRES A CRISTO REDENTOR.- María interviene en nuestro favor por el hecho de haber traído para nosotros al mundo a Cristo redentor. Esto no es todavía corredimir, pero es un paso firme hacia ello. La redención y corredención vendrían después. Era necesario preparar el sujeto redentor, que en la actual providencia no podía ser Dios ni podía ser el hombre. Ninguno de los dos estaba capacitado para hacerla. Dios no, porque no podía ejercer la función de sacerdote, que implica inferioridad moral frente al numen a quien ofrece el sacrificio; ni de víctima, porque, en razón de su impasibilidad, no podía sacrificarse. El hombre tampoco, porque, si bien no tenía ninguno de los dos impedimentos señalados, tenía el de no poder valorar infinitamente su acción sacrificadora. Y el Padre pedía tal medida por ser ésta la del contravalor del pecado para cuya remisión se pedía el sacrificio. Se precisaba la aparición de un sujeto que, por ser hombre, pudiera sacrificar y sacrificarse, y, por ser Dios, pudiera valorar infinitamente su acto sacrificador. Este sujeto nos lo dio la Virgen, que es, como hemos visto ya en el apartado anterior a través de bellísimas imágenes, la madre del hombre-Dios. Pero no basta esto. No basta poder; es preciso dirigir lo que se hace. El Dios-hombre podía sacrificar y valorar con valor infinito su sacrificio, pero podía hacerlo sólo con intenciones latréuticas de gloria y alabanza al Señor, y prescindir de las intenciones compensadoras del mal del pecado. La intención compensadora no faltó en este caso. El Verbo se hizo hombre precisamente para redimirnos. El detalle no se escapa a la fina percepción teológica del santo. María sabía, porque se lo había dicho el ángel, que el Verbo quería encarnarse en sus entrañas para salvar al hombre de sus pecados. Y a este anuncio dio el asentimiento. No es, pues, sólo la madre del hombre-Dios. Es la madre del hombre-Dios-redentor. El libro en el que se escribió la palabra del Padre, y que es más grande que el cielo y la tierra, como nos decía el santo en una imagen que recordamos en el apartado anterior, fueron las entrañas de María, "cuando consintió al ángel, diciendo: he aquí la esclava del Señor. Entonces asumió la humanidad para salvarnos y no para condenarnos. Por eso dice san Lucas que el Hijo de Dios no vino a perder las almas, sino a salvarlas"(20). La Virgen, que nos ha dado al redentor, ha preparado el sujeto que nos salvará. Ha intervenido, pues, mediata, pero verdadera y eficazmente en nuestra redención. B) MARÍA ACTÚA POR LOS HOMBRES CON CRISTO REDENTOR.- Su intervención en nuestro favor dio un
paso más. Después de darnos al hombre-Dios-redentor unió los actos propios a
los actos redentores del Hijo; hizo ella también el sacrificio del que todos
nos íbamos a beneficiar. La afirmación vicentina es bien clara: « ¿Cómo hizo María nuestra reconciliación, cómo fue causa de nuestra
vida, cómo nos salvó? También es tajante el santo en esto. «No fue Cristo
sólo quien sufrió los dolores de «A
San Vicente era un gran psicólogo. Manifiesta esta cualidad en 1os
diálogos que finge entre los personajes que aparecen en los sermones y en las
reflexiones que él hace por su cuenta. Ya hemos visto ha un momento con qué
acierto habla de las personas lloronas. Pu bien;
como psicólogo no se le escapa la observación de que, siendo la Virgen madre
de los hombres, se comportará con ellos como madre. Y, en consecuencia,
estará dispuesta a darles siempre, incluso aunque no le pidan. La madre da a
los hijos sin que preceda Dice explicando la escena de las bodas de Caná: «En este evangelio se
pone de manifiesto la misericordia maternal de Más adelante, en el mismo sermón, insiste en esta idea, añadiendo el detalle de que María corresponde generosamente a los hijos que le son devotos y tienen algún recuerdo de ella. «La misericordia maternal de la Virgen aparece porque no se lee que nadie le pidió interceder ante el Hijo para que resolviera la situación haciendo el milagro de convertir el agua en vino. Le bastaba tener el corazón piadoso y dulce, cosa muy beneficiosa para nosotros. Y si esto hace sin pedírselo, ¡cuánto más acudirá a nuestras necesidades si la invocamos piadosamente y vendrá a nosotros y a nuestras casas si la saludamos diciendo el Ave María!». A continuación relata el favor concedido a un pecador porque, a pesar de estar en pecado, era devoto suyo y le rezaba. Y termina el pasaje así: «Por eso dice la Iglesia de ella: muéstrate siempre Madre. Reciba siempre tu petición quien, siendo Hijo tuyo, nació por nosotros». D) Empieza diciendo que hacen falta varias disposiciones para recibir el
Espíritu. La cuarta es la que él llama "audientia
doctrinalis", que quiere decir "oír la
palabra divina". A este propósito describe bellamente lo que debe ser la
predicación y la eficacia que tiene cuando es buena. La predicadora en este
caso fue María. El Señor había dicho a los Doce que les mandaría el Espíritu,
pero no les dijo cuándo. Estuvieron nueve días esperando, y llegaron al
décimo un tanto desorientados y desesperanzados. Por la noche se dirigieron a
la Virgen pidiéndole ayuda. Ella estaba rezando su oficio nocturno y no se
atrevían a llamar a Tras la predicación vino la oración, que inmediatamente fue atendida.
Copiamos del texto: «Y los apóstoles dijeron a Este comportamiento de María con los que con ella convivían puede servir de índice para pensar cómo se porta con nosotros hoy desde el cielo, siempre, porque somos sus hijos. Y más, si somos hijos necesitados, como él mismo nos ha dicho en otro texto citado más arriba. E) TAMBIÉN VIENE POR ELLA «Lo que más necesitaba allí el Señor era comer, dice al comentar el
episodio, y los ángeles le sirvieron Y viene la aplicación: «Esto sucede con nosotros. Ahora, en cuaresma,
estamos en lucha con el diablo. Si vencemos en esta lucha la gula, la
vanagloria y la avaricia. vendrán el día de Pascua
los ángeles, que son los sacerdotes, y nos servirán la comida preparada
materialmente por La virginidad hay que tratarla con mucha delicadeza y con mucha limpieza. San Vicente llamaría la atención y reprendería a cualquier teólogo o fiel que se enfrentara con este misterio con afán o con curiosidad científica más que con criterio teológico y piadoso. A lo que va a decir a sus oyentes sobre este privilegio de la Señora pone esta brevísima entrada: "Estoy hablando de una materia devota, de la Virgen encinta"(27). A) Y este algo se lo dio a conocer Dios mediante una revelación: «San
José, sigue diciendo más adelante, que era santo, justo y bueno, recurrió a
la oración y pidió a Dios que le aclarara el asunto, teniendo en cuenta lo
que más tarde escribiría Santiago: "Si alguno de vosotros necesita
conocimiento pídalo a Dios y se lo dará en abundancia". Así lo hizo
diciéndole: "Señor, me hiciste una gracia muy grande al darme esta
doncella por esposa, y veo ahora que está encinta. ¿Qué ha sucedido a esta
santa mujer? Y lo repetía, y lloraba mucho. El Señor oyó tan devotas
oraciones. Dice el evangelio que se le apareció en sueños un ángel y le dijo:
"José, hijo de David, no temas. Lo que hay en ella es obra del Espíritu
Santo...". Pensad la alegría que tendría el Patriarca cuando conoció así
toda Al camino de la constatación experimental y de la revelación divina se añadía el tercero, que era la singularidad que había en María, singularidad que abonaba la persuasión de que lo que estaba sucediendo era cosa de Dios. «En general, sigue diciendo el observador psicólogo que es el santo,
las mujeres encinta están macilentas y descoloridas; son tediosas y
antojadizas. Y en la Virgen no sucedía esto. Antes bien, desde que fue
fecundada, y más aún cuando se acercaba el tiempo de dar a luz, dicen algunos
santos doctores que de su cara salía cierto resplandor. Y esto es verosímil
por razones de filosofía, de teología y de experiencia. De filosofía, porque
el agente natural que da una forma da también los accidentes que siguen a Anotemos en la razón teológica la utilización del principio de teología mariana que se llama "principio de excelencia". En este sermón sobre la concepción virginal del Señor o de la virginidad de María antes del parto hace San Vicente una escapada que se podría calificar de crítica exegética, utilizando para ello los medios elementales de que en aquellos tiempos se disponía para esto. Se trataba de aplicar a la Virgen el conocido vaticinio de Isaías: "He aquí que una virgen concebirá y dará a luz un hijo, y éste se llamará Dios con nosotros". Y el santo sigue: «Dicen los judíos que nosotros no entendemos esta profecía por tres motivos...». A continuación se hace cargo de cada uno de ellos; y con una exégesis literal del texto, y con la comparación del mismo con otros del Antiguo Testamento, en los que se utilizan los mismos términos, llega a la conclusión de que el vaticinio sobre la concepción y el nacimiento virginal se cumplió en María. B) Una razón por la que la virginidad en el parto queda asentada es la autoridad de Isaías, aducida ya en el punto anterior. El profeta habla de la virgen que concibe y que da a luz; en las dos funciones es virgen. Y el santo vindica para María el sentido profético del oráculo. A esta razón de autoridad divina o de revelación añade otra, que es
tradicional, y, que seguramente había leído en la Suma, que siempre llevaba
consigo en sus correrías apostólicas. Nos estamos refiriendo al cumplimiento
del cuarto precepto del decálogo. «Cristo. por
privilegio especial, concedió a su madre que diera a luz sin dolor, contra el
curso normal de Además de honrar el Señor a su madre haciendo, porque estaba en su mano poder hacerlo, que cuando le daba a luz quedara intacta su virginidad, la honró dignificándola. Así lo indica el santo cuando expone la metáfora del rayo de sol y del cristal. Éste es atravesado por el rayo sin que lo quiebre ni lo mancille. Pero en la exposición que hace hay un detalle. El cristal es cromado, y cuando el rayo lo atraviesa, no sólo no lo mancha ni lo quiebra; además, lo embellece, porque hace que los colores que tiene recobren vida. El cristal es María en esta metáfora. El rayo es Cristo, quien al nacer no sólo no rompió la virginidad de la madre, sino que le dio una nueva dignidad. Naciendo la dejó intacta y la santificó. LAS VIRTUDES DE MARÍA La ejemplaridad de la Virgen como modelo de virtud sale muchas veces en los sermones. Como las virtudes son muchas, el tema de una o de otra afloraba con facilidad en las recomendaciones morales y prácticas que hacía a sus oyentes. Tenida en cuenta, por otra parte, su devoción mariana y su tendencia a hacer que la Señora apareciera en el sermón, no es extraño que se vean unidos en sus exposiciones los temas de alguna virtud y el de María. Vamos a espigar unos ejemplos. 1º) María fue la única que conservó la fe cuando más difícil se hizo
conservarla y, más facilidad se encontró para perderla, en el tiempo de Como creyó desde el principio en la divinidad del Hijo, y durante la pasión en la resurrección que debería suceder al tercer día, creyó también en la venida del Espíritu Santo durante la espera de los diez días del cenáculo, a pesar de la intranquilidad y de la desesperanza de los discípulos. Ya vimos, al hablar de ella como mediadora activa de las gracias, que la noche de Pentecostés levantaba el ánimo y encendía la fe y la esperanza en los discípulos, que iban ya perdiendo las dos cosas. Su fe en la venida del santificador no se debilitó»(35). 2º) EL AMOR DE MARÍA.- Parece ocioso ya hablar de lo que San Vicente piensa y dice sobre
la caridad y el amor de El otro apunte se refiere al amor que tenía a los hombres, y de él se ha dicho ya todo en las páginas anteriores. Este amor es el que inspira y preside toda su actividad como mediadora, de la que nos ha dicho ya muchas cosas el santo. Porque María nos quiere, intervino con el Hijo en la redención; y porque nos quiere, interviene también con El ahora en la distribución del tesoro redentor. 3º) LAS VIRTUDES DE MARÍA ERA HUMILDE.- « Tenía preocupación de vivir y actuar de suerte que vieran en ella buen ejemplo los demás. Habla de las visitas de la Virgen al templo con el niño y dice: «La Virgen iba al templo con el niño. Unas veces hacía calor, otras frío y otras viento. Iba cuando caía agua y cuando caía nieve. Si le hubieran preguntado ¿dónde vas con ese tiempo? Habría contestado que al templo. Y si le hubieran replicado ¿acaso no eres tu el templo del Señor? habría dicho ella poniendo punto final: Hago esto para que cuando lo sepan los cristianos no dejen de ir a la Iglesia a pesar de las inclemencias del tiempo»(38). San José, como buen esposo. observaba atentamente a su mujer. San Vicente pone estas palabras en su boca: «No veo en ella ningún defecto. Al revés, encuentro que tiene todas las virtudes de una mujer perfecta»(39). Y en este mismo sermón hace el predicador un elenco de las virtudes que el santo patriarca veía en María, hasta el punto que "nunca había visto una mujer tan santa y devota como la suya; que siempre deseaba orar, leer, contemplar". Era callada y buena: «A la Virgen la han pintado con ojos grandes y boca pequeña, como si se quisiera indicar que tenía grande el ojo del corazón para contemplar y la boca pequeña para hablar". Era aseada y compuesta: "Nunca salía de viaje más que cuando iba al templo; y entonces iba bien compuesta, modesta y con un continente de santidad.". Era morigerada en el comer: "Comía sólo lo necesario para sostener el cuerpo. Con frecuencia ayunaba y guardaba abstinencia". Era trabajadora: "Nunca estaba ociosa, y siempre ocupada en cosas buenas". Respetuosa con su marido: "Aunque era joven, hermosa y noble, y su esposo viejo y pobre, le honraba más que ninguna mujer a su marido. Y San José siempre vio en ella un modelo de todas las virtudes»(40). Todas estas virtudes se daban cita en una joven de hermosura física
extraordinaria: « Notas 1. La
existencia de este escrito es indudable. El santo dejó la Suma de su uso,
anotada además por él, en el convento de Alcañiz.
El P. Teixidor dice que el Prior de dicho convento
P. Tomás Madalena publicó un opúsculo titulado "Crisis
teológica", en el que insertó las glosas que San Vicente había escrito
de su puño y letra en los márgenes de dicha Suma (cfr
Fages, Historia de San Vicente Ferrer, vol.
II, pág. 6); Samuel d'Algaida, Una edicio de 2. La edición que nosotros utilizamos es la latina, hecha por los religiosos del convento de Predicadores de Valencia bajo los auspicios y a expensas arzobispo de dicha ciudad Fr. Juan Tomás de Rocaberti el año 1693. 3. Cfr Proceso de canonización, edición de Fages (París-Lovaina, 1904). 4. En el mismo proceso de canonización hay testigos que dicen que citaba tanto la Biblia y con tanta espontaneidad que daba la impresión que la sabía de memoria. Sobre la utilización de Santo Tomás cabe decir que no sólo conocía la Suma, y, que la llevaba consigo siempre y la citaba en casi todos sus sermones; cita también otras obras suyas. En este mismo trabajo le veremos citar el comentario al tercer libro de las Sentencias. 5. Sermón del Viernes Santo. 6. Segundo sermón del Viernes de Pascua. 7. Primer sermón del Jueves de Pascua. 8. Sermón primero del primer domingo después de Pascua. 9. Constitución dogmática De fide catholica, cfr Denz. 1796. 10. Particularmente
abundan las metáforas sobre la Iglesia en el nº 6. Pero la teología está
hecha en el nº 11. Filipenses, 2,6-7. 12. Segundo sermón del día de Pascua. 13. Denz. 284; Suma Teológica, III, 3,4. 14. Sermón de la vigilia de Pentecostés. 15. Sermón de la vigilia de Navidad. 16. Sermón del día de Navidad. 17. Sermón del tercer domingo de Cuaresma. 18. Conc. Vaticano II, Lumen gentium, nº 62. 19. Sermón primero del día de Pascua. 20. Sermón del tercer domingo de Cuaresma. 21. Sermón del día de Pascua. 22. Sermón del Viernes Santo. 23. Sermón del Viernes Santo. 24. Sermón del primer domingo después de Epifanía. 25. Sermón del día de Pentecostés. 26. Sermón del primer domingo de Cuaresma. 27. Sermón de la vigilia de Navidad. 28. Ibid. 29. Sermón del día de Pascua. 30. S. Th. III, 28, 2. 31. Sermón de la vigilia de Navidad. 32. Sermón del Viernes Santo. 33. Sermón del día de Pascua. 34. Sermón del Viernes Santo. 35. Sermón del día de Pentecostés. 36. Sermón del día de Pascua. 37. Sermón del primer domingo después de Pascua. 38. Cuarto sermón del primer domingo después de Epifanía. 39. Sermón de la vigilia de Navidad. 40. Ibidem. 41. Cuarto sermón del primer domingo después de Epifanía. Fuente:www.mercaba.org |
Pedro Sergio Antonio Donoso Brant |