CAMINANDO CON MARIA Pagina WEB de: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds Santiago de Chile |
LA VIRGEN DEL CARMEN, ESTRELLA DEL MAR Autor: Jesús Marti Ballester El
Carmelo, cuya hermosura ensalza la Biblia, ha sido siempre un monte sagrado.
En el siglo IX antes de Cristo, Elías lo convirtió en el refugio de la
fidelidad al Dios único y en el lugar de los encuentros entre el Señor y su
pueblo (1R 18,39). El recuerdo del Profeta «abrasado de celo por el Dios vivo»
había de perpetuarse en el Carmelo. Durante las Cruzadas, los ermitaños
cristianos se recogieron en las grutas de aquel monte emblemático, hasta que
en el siglo XIII, formaron una familia religiosa, a la que el patriarca
Alberto de Jerusalén dio una regla en 1209, confirmada por el Papa Honorio
III en 1226. El Monte Carmelo está situado en la llanura de Galilea, cerca de
Nazaret, donde vivía María «conservándolo todo en su corazón». Por eso la
Orden del Carmelo desde sus orígenes, se ha puesto bajo el patrocinio de. la Madre de los contemplativos. Es natural que en el siglo
XVI, los dos doctores y reformadores de la Orden, Santa Teresa de Jesús y San
Juan de la Cruz, convirtieran el Monte Carmelo en el signo del camino hacia
Dios. Hoy pide la liturgia al Señor que nos haga llegar, gracias a «la
intercesión de la Virgen María» «hasta Cristo, monte de salvación». ESTRELLA
DEL MAR Desde
aquellos eremitas que se establecieron en el monte Carmelo, los Carmelitas se
han distinguido por su profunda devoción a la Santísima Virgen, interpretando
la nube que vio el criado de Elías: "Sube del mar una nubecilla como la
palma de la mano" (1Re 18,44), como un símbolo de la Virgen María. Como
los antiguos marineros, que leían las estrellas para marcar su rumbo en el
océano, María como estrella del mar, nos guía por las aguas difíciles del
mundo, hacia el puerto seguro que es Cristo. Cuando Palestina fue invadida
por los sarracenos, los Carmelitas tuvieron que abandonar el Monte Carmelo.
Una tarde gozosa, mientras cantaban la Salve, se les apareció la Virgen y les
prometió que sería su Estrella del Mar, por la analogía de la belleza del
Monte Carmelo que se alza como una estrella junto al mar Mediterráneo, dando
cumplimiento a la profecía de Zacarías: "Aquel día se unirán al Señor
muchos pueblos y se harán pueblo mío" (Zacarías 7,14). DIFUSIÓN
DE LA ORDEN La
Orden se difundió por Europa, y la Estrella del Mar les acompañó en la
propagación de la orden por el mundo, y el pueblo les llamaba "Hermanos
de Nuestra Señora del Monte Carmelo". En su profesión religiosa se
consagraban a Dios y a María, y tomaban el hábito en su honor, como un
recordatorio de que sus vidas le pertenecían a ella, y por ella a Cristo. Año
1246. Inglaterra. Simón Stock, nombrado general de la Orden Carmelitana,
comprendió que, sin una intervención de la Virgen, la Orden se extinguiría
pronto. En esta situación de angustia, recurrió a María, a la que llamó
"Flor del Carmelo" y "Estrella del Mar" y puso la Orden
bajo su amparo, y le suplicó su protección para toda la comunidad. En
respuesta a su oración, el 16 de julio de 1251 se le apareció la Virgen y le
dio el escapulario para la Orden con la siguiente promesa: "Este debe
ser un signo y privilegio para ti y para todos los Carmelitas: quien muera con
el escapulario no sufrirá el fuego eterno". LA
VENTANA DE RAJAB El
libro de Josué, nos narra la conquista de Jericó por Josué y los israelitas:
"Al entrar nosotros en el país, dijeron los espías a Rajab,
la prostituta de Jericó, ata esta cinta roja a la ventana, y a tu padre y tu
madre, a tus hermanos y toda tu familia, los reúnes aquí en tu casa y
nosotros respondemos de vuestra vida. Esta ciudad se consagra al exterminio.
Sólo han de quedar con vida la prostituta Rajab y
todos los que están en su casa con ella... Los espías fueron y sacaron, a su
padre y hermanos y Josué les perdonó la vida" (Jos
2,14). SIMBOLOS
Y BANDERAS Los
hombres nos comunicamos por símbolos, banderas, himnos, escudos y uniformes,
que nos identifican. Las comunidades religiosas llevan su hábito como signo
de su consagración a Dios. Los laicos que desean asociarse a los religiosos
en el camino de la santidad, pueden usar el escapulario, miniatura de hábito
otorgado por la Virgen que, con el rosario y la medalla milagrosa, es uno de
los más importantes sacramentales marianos. Como la cinta roja en la ventana
de Rajab fue para los hebreos la señal para salvar
del extermino a ella y a su familia, el escapulario del Carmen, es para los
que lo llevan, su señal de predestinación. Dice San Alfonso Ligorio, doctor
de la Iglesia: "Los hombres se enorgullecen de que otros usen su
uniforme, y la Virgen está satisfecha cuando sus servidores usan su
escapulario como prueba de que se han dedicado a su servicio, y son miembros
de la familia de la Madre de Dios." El escapulario ha sido constituido
por la Iglesia como sacramental y signo que nos ayuda a vivir santamente y a
aumentar nuestra devoción, y que propicia la renuncia del pecado. EL
ESCAPULARIO ACREDITADO Muchos
Papas, santos como San Alfonso Ligorio, San Juan Bosco, San Claudio de la Colombiere, y San Pedro Poveda, tenían una especial
devoción a la Virgen del Carmen y llevaban el escapulario. Juan Pablo II, que
quiso ser carmelita, ha manifestado que lleva el escapulario de la Virgen,
como Terciario Carmelita que ha profesado. Los teólogos han explicado que
según la promesa de la Virgen, quien tenga impuesto el escapulario y lo
lleve, recibirá de María a la hora de la muerte, la gracia de la
perseverancia final. COMPROMISO Para el
cristiano, el escapulario es una señal de su compromiso de vivir la vida
cristiana siguiendo el ejemplo de la Virgen Santísima y el signo del amor y
la protección maternal de María, que envuelve a sus devotos en su manto, como
lo hizo con Jesús al nacer, como Madre que cobija a sus hijos. Cubrió Dios
con un manto a Adán y Eva después del pecado; Jonatán
dio su manto a David en señal de su amistad, y Elías le dio su manto a Eliseo
y lo llenó de su espíritu en su partida. San Pablo nos dice que nos
revistamos de Cristo, con el vestido de sus virtudes. El escapulario es el
signo de que pertenecemos a María como sus hijos escogidos, consagrados y
entregados a ella, para dejarnos guiar, enseñar, moldear por Ella y en su
corazón. PIO XII
Y EL ESCAPULARIO En 1950
el Papa Pío XII escribió "que el escapulario sea tu signo de
consagración al Inmaculado Corazón de María, lo cual estamos particularmente
necesitando en estos tiempos tan peligrosos". Quien usa el escapulario
debe ser consciente de su consagración a Dios y a la Virgen y ser consecuente
en sus pensamientos, palabras y obras. Dice Jesús: "Cargad con mi yugo y
aprended de mi, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso.
Porque mi yugo es suave y mi carga ligera". (Mt
11:29). El escapulario simboliza ese yugo que Jesús nos invita a cargar, pero
que María nos ayuda a llevar. El escapulario es un signo de nuestra identidad
como cristianos, vinculados íntimamente a la Virgen María con el propósito de
vivir plenamente nuestro bautismo. Representa nuestra decisión de seguir a
Jesús por María en el espíritu de los religiosos pero adaptado a la propia
vocación, lo que exige que seamos pobres, castos y obedientes por amor. Al usar
el escapulario constantemente estamos haciendo silenciosa petición de
asistencia a la Madre, y ella nos enseña e intercede para conseguirnos las
gracias para vivir como ella, abiertos de corazón al Señor, escuchando su
Palabra, orando, descubriendo a Dios en la vida diaria y cercanos a las
necesidades de nuestros hermanos, y nos está recordando que nuestra meta es
el cielo y que todo lo de este mundo pasa. En la tentación, tomamos el
escapulario en nuestras manos e invocamos la asistencia de la Madre. Kilian Lynch, antiguo general de la Orden dice: "No
lleguemos a la conclusión de que el escapulario está dotado de alguna clase
de poder sobrenatural que nos salvará a pesar a pesar de lo que hagamos o de
cuanto pequemos...Una voluntad pecadora y perversa puede derrotar la
omnipotencia suplicante de la Madre de la Misericordia." MEDALLA-ESCAPULARIO El
primer escapulario debe ser bendecido e impuesto por un sacerdote con esas
palabras: "Recibe este escapulario bendito y pide a la Virgen Santísima
que por sus méritos, lo lleves sin ninguna mancha de pecado y que te proteja
de todo mal y te lleve a la vida eterna". En PRIVILEGIOS La
Virgen ha prometido sacar del purgatorio el primer sábado después de la
muerte a la persona que muera con el escapulario. Esta gracia es conocida
como el Privilegio Sabatino y tiene su origen en una bula del Papa Juan XXII
otorgada el 3 de marzo de 1322, después de una aparición de la Virgen al
mismo Papa, en la que prometió para aquellos que cumplieran los requisitos de
esta devoción que "como Madre de Misericordia, con mis ruegos, oraciones,
méritos y protección especial, les ayudaré para que, libres cuanto antes de
sus penas, sean trasladadas sus almas a la bienaventuranza". Las
condiciones para gozar este privilegio son llevar el escapulario con
fidelidad, guardar la castidad de su estado, rezar el oficio de la Virgen o
los cinco misterios del rosario. El Papa Pablo V confirmó en un documento
oficial que se podía enseñar este privilegio sabatino a todos los creyentes. FÁTIMA
Y EL ESCAPULARIO En la
última aparición de Fátima, octubre de 1917, día del milagro del sol, la
Virgen vino vestida con el hábito carmelita y con el escapulario en la mano.
El Papa Pío XII, que recomendó frecuentemente el Escapulario, en 1951, 700
aniversario de la aparición de Nuestra Señora a San Simón Stock, ante una numerosa
audiencia en Roma, exhortó a vestir el Escapulario como "Signo de
Consagración al Inmaculado Corazón de María, que nos marca como hijos
escogidos de María y se convierte para nosotros en un "Vestido de
Gracia". PLEGARIA Madre
del Carmelo: Tengo mil dificultades, ayúdame. De los enemigos del alma,
sálvame. En mis desaciertos, ilumíname. En mis dudas y penas, confórtame. En
mis enfermedades, fortaléceme. Cuando me desprecien, anímame. En las
tentaciones, defiéndeme. En horas difíciles, consuélame. De mis pecados,
perdóname. Con tu corazón maternal, ámame. Con tu inmenso poder, protégeme en
tus brazos de Madre, al expirar, recíbeme. Virgen Santísima del Carmen, ruega
por nosotros. Amén." Jesús
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