La visión
contemplativa que los autores del Carmelo Teresiano tienen de la Virgen María está
profundamente influenciada por la doctrina de Santa Teresa y de San Juan de
la Cruz. Pueden
bastar algunas indicaciones.
Síntesis del pensamiento mariano de San Juan de la Cruz
Las alusiones
marianas que el Santo Padre tiene en sus escritos son muy sobrias, pero
están dotadas de ese toque de genialidad propio del Doctor Místico, para
introducirnos en los aspectos más sublimes del misterio de María.
- En comunión con el
misterio de Cristo. En los Romances sobre el Evangelio de San Juan (nn.8-9), clave bíblica de toda la doctrina de San Juan
de la Cruz
en la perspectiva de la historia de la salvación, la Virgen aparece en el
esplendor de su comunión con la
Trinidad, en su privilegio y misión de ser Madre del
Verbo Encarnado, en la aceptación y consentimiento de la obra de la
redención; la Virgen
María es testigo del misterio, "Madre graciosa"
que trae en sus brazos a Dios, Esposa-Iglesia y Humanidad en la que se han
consumado los desposorios de Dios con el hombre: "abrazado con su
esposa, que en sus brazos la traía".
El vértice de esta
comunión se alcanza en la cruz, cuando la Virgen participa en el dolor redentor de
Cristo, aunque esté exenta de pecado, y no sufra porque tiene que ser
purificada, sino porque Cristo la asocia a su acción salvadora (Cántico B,
20,10; Cántico A 29,7).
- Bajo la moción del
Espíritu Santo. En un contexto significativo, hablando de las almas que se
han identificado totalmente con la voluntad de Dios, de modo que todas sus
operaciones, obras y ruegos, vienen de la moción divina, el Santo Padre ha
escrito: "Tales eran las de la gloriosísima
Virgen nuestra Señora, la cual, estando desde el principio levantada a este
alto estado, nunca tuvo en su alma impresa forma de alguna criatura, ni por
ella se movió, sino siempre su moción fue por el Espíritu Santo" (
Subida III, 2,10). En esta afirmación se encuentra el principio de una
acción constante y total del Espíritu en María, elevada desde el principio
a este altísimo estado de comunión con Dios, en un dinamismo de creciente fidelidad
y cooperación con las mociones del Espíritu Santo.
- Modelo de contemplació y de intercesión. Modelo de confianza,
discreción y atención en las Bodas de Caná, la Virgen hace valer su
poderosa intercesión ante su Hijo: "El que discretamente ama no cura
de pedir lo que le falta y desea sino a representar su necesidad para que
el Amado haga lo que fuere servido, como cuando la bendita Virgen dijo al
amado Hijo en las bodas de Caná de Galilea, no pidiéndole derechamente el
vino, sino diciéndole: "No tienen vino (Jn 2,3)" (Cántico A y B
2,8). La presencia de la
Virgen está implícita en este pensamiento del Santo:
"Una palabra habló el Padre, que fue su Hijo, y ésta habla siempre en
eterno silencio, y en silencio ha de ser oída del alma" (Dichos de luz
y amor 104; cfr. Subida II, 22,3-6). María es el silencio contemplativo que
ha acogido la
Palabra. Por eso Juan de la Cruz, uniendo siempre
María y Cristo, puede exclamar: "la Madre de Dios es mía" (Oración del alma
enamorada).
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