NUESTRA SEÑORA DE BOLIVIA
Copacabana se
halla enclavada a las orillas del Lago Sagrado o Titicaca, en la península
del mismo nombre. El grandioso escenario que le rodea está compuesto por el
macizo andino de Desde los primeros
días de la Conquista del Collao por los hermanos Pizarro, hacia el 1538, se
comenzó a predicar el Evangelio. Esta misión difícil en esos momentos la
tomaron los religiosos de la Orden de Santo Domingo. Francisco Tito
Yupanqui, de sangre ral, era descendiente directo
de los Reyes Incas. Nació en Copacabana y en el escudo de armas que concedió
el Emperador Carlos V a sus antepasados tenía el lema "Ave María".
Se conoce poco de su vida anterior a la confección de la imagen de la
Candelaria y su vida posterior a la entronización de la sagrada imagen. Desde niño
demostró profundo amor a
No obstante,
ayudado por su hermano Felipe, trabajó una imagen de la Virgen en arcilla, de
una vara de alto. Por los resultados, esta imagen debió representar la buena
voluntad alejada de las gracias naturales de María. Fue colocada a un lado
del altar por el padre Antonio de Almeida, que hacía de párroco o doctrinero.
Al dejar Copacabana don Antonio de Almeida, se hizo cargo de Copacabana el doctrinante
bachiller don Antonio Montoro, quien al ver esa
imagen desgarbada, tosca, sin proporciones, mandó sacarla del altar y
llevarla con desaire a un rincón de la sacristía. Humillado
Francisco Tito por este contratiempo y aconsejado por los suyos, marchó a
Potosí, que a la sazón contaba con destacados maestros en escultura de
imágenes sagradas. El sincero y profundo amor que experimentaba a Con fervientes
oraciones y ayunos, comprometió la bondad de María para proporcionar a su
pueblo una imagen digna de veneración. Con esta santa preocupación buscaba,
el pobre escultos, por todas las iglesias de Potosí
una imagen de la Virgen que pudiera servirle de modelo. Le indicaron una en
Santo Domingo. Se fijó en ella con suma atención para grabarla en su mente. Tito Yupanqui, el
sencillo amante de
Llegó al pueblo de
Copacabana la preciosa imagen en medio de los sollozos de la confusa
procesión. Fue un triunfo de
la Virgen la llegada a su trono de gloria. Desde allí dio comienzo a su
maternal misericordia, derramando a manos llenas milagros extraordinarios y
gracias sin cuento. Los milagros
otorgados por la Virgen de Copacabana a cuantos la han invocado con fe y
confianza, son innumerables. FUENTE: EWTN |
Pedro Sergio Antonio
Donoso Brant |