MARÍA, ESPERANZA
NUESTRA
Tú eres, María,
nuestra esperanza,
porque has conocido
todos los sufrimientos
de nuestra pobre humanidad.
Has reconocido la estrechez
de la pobreza en Belén,
las amenazas de la
persecución
y la huida al
destierro, la inquietud de la
peregrinación a
Jerusalén, la angustia de la noche
del Jueves Santo,
los tormentos del camino
del Calvario, la soledad al pie de la
cruz.
Tú eres nuestra
esperanza,
porque en todas las
circunstancias
supiste
corresponder completamente
a la voluntad del Señor.
Tú eres nuestra
esperanza, porque el mismo
Jesús nos confió a
ti en la hora de la cruz,
porque tú eres verdaderamente nuestra madre.
Te pedimos que
cuides de todos tus hijos
como cuidaste a Jesús Niño. Confiamos en
ti
como un niño confía
en su madre,
Llévanos hasta tu
Hijo Jesús: ayúdanos a seguirle
hasta el fin para
que nuestra esperanza
no sea defraudada. Amén.
(Thomas Suavet)
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