ORACIÓN DE LA NOCHE POR LA AMÉRICA DE LA CRUZ DEL SUR
Cielo de la Cruz del Sur, inscripta
en el firmamento
recogida y vigilante.
Cielo luminoso de días
calurosos de pan y de vino,
de la hospitalidad y de la compasión.
Cielo destrozado
por los golpes de Estado,
por las represiones y los asesinatos.
Cielo de las cruces
del sur, cargadas con el
sufrimiento de los hombres.
Anunciadoras de
resurrecciones por venir, pero ¿cuándo,,,?
¡Tu cielo, Señor!
Tierras inmensas de
las altas planicies andinas,
de calores húmedos
de la Amazonia,
de nieves eternas y ríos gigantes.
Tierras americanas
de la riqueza y de la aridez,
de las megápolis
y de los espacios vírgenes.
¡Tierra de los
hombres... tu tierra, Señor!
Rostros de indio
vendido quíza de Asia,
del blanco de Europa y del negro de Africa.
Rostros tostados de
los campesinos sobre el lago
Titicaca y el Río Negro.
Rostros de adultos
envejecidos demasiado pronto
y de niños de ojos demasiado grandes.
Rostros masificados
a lo largo de las calles
de Buenos Aires, y de San Pablo, de la Paz y de Santiago.
Rostros fríos o
satisfechos deshechos o rebeldes,
sometidos o pacificados.
¡Rostros de hombres...
tu rostro, Señor!
¡Cómo, en esta
noche, en la hora en que una vez más
la noche cae pesada
sobre el continente
cómo no tener el corazón afligido!
Los poderosos no
son derribados de sus tronos.
Los humildes no son
exaltados.
Los hambrientos no
son colmados de bienes.
Los ricos no son
despedidos con las manos vacías.
¿Cuándo pues, Santa
Cruz será sinónimo de la
Santa Cruz
y de su árbol de vida?
¿Cuándo pues,
Valparaíso señalará la entrada al Valle
del Paraíso?
¿Cuándo pues,
Asunción será la imagen de la
Asunción por venir?
Nombres coloniales
de ayer. Nombre dolorosos de hoy.
Nombres promisores de cielos nuevos y de la tierra nueva...
¡Tu nombre, Señor!
Anima a tus
servidores, Señor,
para que antes de mañana se ilumine su
mirada.
¡Y que no se pierda
la esperanza!
|