DIA SEXTO.
MARIA Y LA IGLESIA
1.- Salutación: Virgen del Carmen,
queremos…
2.- Evangelio: Jn. 19, 25 - 27:
“Junto
a la cruz de Jesús, estaban su madre y la hermana de su madre, María, mujer
de Cleofás, y María Magdalena. Jesús, viendo a su madre y junto a ella al
discípulo a quién amaba, dijo a su madre: “Mujer ahí tienes a tu hijo” Luego
dice al discípulo: “Ahí tienes a tu madre” Y desde aquella hora el discípulo
la acogió en su casa”. Palabra del Señor.
3.- Reflexiones:
a.-
María de Nazaret, es la humilde hija de Israel, primogénita de él y madre del
nuevo pueblo de Dios. Ella es la hija primogénita de la Iglesia, por ser el
primer fruto de la redención y por tanto primer sarmiento injertado en
Cristo, primer miembro de su Cuerpo Místico. María es Madre de la Iglesia porque desde
siempre fue pensada para ser Madre de Aquél que debía dar vida verdadera al nuevo pueblo. De esta
humilde hija de llegó a los hombres la salvación prometida por Dios en los
comienzos de la historia humana. “Cuando el Hijo de Dios asumió de ella la
naturaleza humana para librar al hombre del pecado” (LG 55). Los Santos Padre
afirman que si bien por Eva nos vino la muerte por María nos vino la vida.
b.-
Por derecho le corresponde a María ser la Madre de los salvados y esto no solo por ser la Madre del Salvador, sino
porque estuvo enteramente unida a la historia de la salvación. Por la unión
con su Hijo cualquiera acción suya tiene un valor salvífico, y el oficio de
Madre que ejerce sobre Él se extiende a todos los creyentes. En el patíbulo
de la Cruz,
cuando Jesús la confía a Juan, y más tarde cuando en el Cenáculo espera
Pentecostés, María aparece de lleno cumpliendo su función de Madre de la Iglesia, la cual se
llena de amor materno que fecunda la oración de la comunidad a la espera de
Pentecostés.
c.-
María está unida a la
Iglesia en cuanto modelo de fe, caridad y perfecta unión
con Cristo. María cree en momentos oscuros y difíciles. Perseveró al pie de la Cruz, impertérrita, a la
muerte del Hijo, cuando todo desaparece y se derrumban las esperanzas, Ella
permanece como el modelo sublime de fe de la Iglesia. A pesar de
todas las dificultades que ha vivido y vive la Iglesia encuentra en
María Santísima, la fuente de la fe para alimentar la propia fe. La Virgen es también modelo
de caridad. Nadie como Ella amó a Dios y al prójimo. Con afecto materno anima a todos los que tienen
una misión apostólica en la
Iglesia, coopera a la regeneración de los hombres. Los
Pastores y seglares han de reflejarse en María, en su modo de actuar a la
hora de cumplir su misión evangelizadora, y de caridad, consagrándose al
servicio de Dios y de los hombres.
d.-
El Concilio Vaticano II enseña:
“La Iglesia,
contemplando su profunda santidad e
imitando su caridad y cumpliendo fielmente la voluntad del Padre, se hace
también madre mediante la palabra de Dios aceptada con fidelidad, pues por la
predicación y el bautismo engendra a una vida nueva e inmortal a los hijos concebidos por obra del
Espíritu Santo y nacidos de Dios. Y es
igualmente virgen, que guarda
pura e íntegramente la fe
prometida al Esposo, y a imitación de la Madre de su Señor, por virtud del Espíritu
Santo, conserva virginalmente una fe íntegra, una esperanza sólida y una
caridad sincera” (Vaticano II, LG 64 ).
4.- Preces: Oremos al Padre por medio del
Hijo en el Espíritu Santo.
María, Madre de la Iglesia, atiende nuestra
plegaria.
a.-
Por la Santa Iglesia
de Jesucristo, para que a ejemplo tuyo pueda ser obediente en la fe y
ardiente en la caridad para acoger tu plan de salvación entre los hombres.
Oremos.
b.-
Por el Papa, los obispos, sacerdotes y religiosos para que a ejemplo de María
vivan y den testimonio de una vida
teologal y de oración comprometida con Dios y el hombre de hoy. Oremos.
c.-
Por todos los agentes pastorales de nuestra patria para que su fidelidad al
Evangelio y a sus Pastores y su servicio y entrega generosa sea reconocida y
valorada por el pueblo de Dios. Oremos.
d.-
Por todos los alejados de la fe y de la Iglesia para que busquen y encuentre en la
comunidad cristiana un hogar cálido y fraterno de reencuentro con la fe, la
verdad y la caridad. Oremos.
Oremos:
Te suplicamos, Señor, que nos asista con su intercesión poderosa la Santísima Virgen
María, Madre de la Iglesia
y de la Orden
del Carmelo, para que guiados por su ejemplo y protección, lleguemos hasta la
cima del monte de la perfección que es Cristo. Que vive y reina por los
siglos de los siglos. Amén.
5.- Oración final: “¡Oh Virgen Santísima del Carmen...”
6.- Canto final:
7.- Sugerencias para tu oración personal:
-
“¡Oh Virgen María, Madre de la
Iglesia!, a ti te encomiendo la Iglesia entera... “Tú, auxilium episcoporum”, protege
y asiste a los obispos en su misión apostólica y a cuantos, sacerdotes,
religiosos y seglares, les ayudan en su difícil tarea. Tú que fuíeste presentada por tu mismo Hijo divino, en el
momento de su muerte redentora, como Madre al discípulo predilecto, acuérdate
del pueblo cristiano que en ti confía. Acuérdate de todos tus hijos; confirma
ante Dios sus plegarias, conserva incólume su fe, refuerza su esperanza,
auméntales la caridad. Acuérdate de cuantos se hallan en la necesidad, en la
tribulación o en el peligro; especialmente de cuantos sufren persecución y
están en la cárcel por causa de la fe. Consígueles, oh Virgen santa, la
debida fortaleza y apresura el día de la justa libertad. Mira con ojos
benignos a nuestros hermanos separados, y dígnate unirlos a todos, tú que has
engendrado a Cristo puente de unión entre Dios y los hombres. Oh, templo de la
luz sin sombra ni mancha! Intercede ante tu Hijo
Unigénito, Mediador de nuestra reconciliación con el Padre, para que conceda
misericordia a nuestras culpas y aleje toda discordia de entre nosotros,
dando a nuestras almas la alegría de vivir” (Pablo VI, Insegnamenti,
v.2 p. 677).
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MARÍA, MAESTRA DE VIDA ESPIRITUAL.
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