MI DEVOCIÓN A LA
VIRGEN. PREPARACIÓN PARA MI PRIMERA COMUNIÓN Santa Teresa de
los Andes Caminando con
Maria Pedro Sergio
Antonio Donoso Brant |
DEL DIARIO DE TERESITA Cuando fuimos por última vez a Chacabuco,
mi tía Juanita me dio una Virgen de Lourdes de loza que había tenido siempre
al lado de mi cama, con tal que tomara un remedio. Me la tomé y me la dio.
Esta es la Virgen que jamás ha dejado de consolarme y de oírme. Por este tiempo empieza mi devoción a la
Virgen. Mi hermano Lucho me dio esta devoción, con la que he estado y estaré,
como lo espero hasta mi muerte. Todos los días Lucho me convidaba a rezar el
rosario, e hicimos juntos la promesa de rezarlo toda la vida; la que he
cumplido hasta ahora. Sólo una vez, cuando estaba más chica, se me olvidó. Nuestro Señor, desde aquí, se puede
decir, me tomó de la mano con la Santísima Virgen. Desde este período mi
carácter se puso iracundo, pues me daban unas rabietas feroces; pero eran muy
de lejos. Después nadie me sacaba de paciencia. Los niños, mis hermanos, lo
hacían a propósito. Me decían muchísimas cosas para hacerme rabiar, pero yo
seguía como [si] no los oyera. Por esto mi mamá me hizo regalona; pero
después, cualquiera cosa que me contrariaban me ponía a llorar y me daban
[llantos histéricos. Cuando nos fuimos a Chacabuco, fue con
nosotros una prima de mi mamá que no me podía pasar, y la Rebeca era la
regalona. Con esto sufría como no es posible imaginar; pero yo con ella era
terrible, no le soportaba nada. En 1907 entramos al colegio. Ud. puede
saber, Madre, lo que la incomodamos con nuestro carácter. Muy bien nos
acordamos cuando mi mamá le contaba las peleas que teníamos con mis hermanos
y Ud. nos llamaba y nos hacía ponernos bien. Desde esta época es cuando Nuestro Señor
me mostró el sufrimiento Mi papá perdió una parte de la fortuna. Así es que
tuvimos que vivir más modestamente. Yo cada día pedía permiso a mi mamá para
hacer mi Primera Comunión. Hasta que accedió en 1910. Y empecé mi
preparación. Me parecía, querida Madre, que ese día no llegaría jamás y
lloraba de deseos de recibir a Nuestro Señor. Un año me preparé para hacerlo
Durante este tiempo la Virgen me ayudó a limpiar mi corazón de toda
imperfección. En el mes del Sagrado Corazón [¿1908 ó
1909?], yo modifiqué mi carácter por completo. Tanto que mi mamá estaba feliz
de verme prepararme tan bien a mi Primera Comunión. Me costaba obedecer porque, sobre todo
cuando me mandaban, por flojera, me demoraba en ir. Entonces me dije a mi
misma que aunque no me mandaran, iría corriendo primero que los otros. No
peleaba con los niños. A veces me mordía los labios y me apresuraba para
vestirme. Hacía actos, los que apuntaba en una libreta. Tenía llena la
libreta de actos. Ay, qué diferencia entre entonces y ahora. ¡Cómo volver a
esa época! Pero, ¿no he recibido más favores de Nuestro Señor?. |